Diciembre ha sido un buen mes para Pedro Sánchez. El 2020 se va con los Presupuestos Generales del Estado aprobados y la ley más polémica del año, la Ley Celaá, cambiada y aprobada.

Partido Popular, Vox y Ciudadanos han sentido en sus carnes cómo su oposición es inútil para vetar los proyectos del Gobierno, que ha encontrado en la mayoría de la investidura un apoyo seguro sobre el que agotar toda la legislatura. 

Con las cuentas públicas para 2021 en vigor desde el 1 de enero, el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se asienta en La Moncloa para un largo periodo. Partido Popular, Ciudadanos y Vox, convencidos ya de que las elecciones generales no serán hasta 2023, reescriben sus estrategias internas para marcar al Gobierno y, sobre todo, diferenciarse de las formaciones más cercanas y robarles votos. 

El plan de Génova para llegar a la Moncloa en tres años incluye marcar diferencias con Vox y absorber poco a poco el espacio ideológico que hoy todavía ocupa Ciudadanos. El espacio ideológico... y algo más, como se ha visto con el reciente y sorprendente fichaje de Lorena Roldán, portavoz de Cs en el Senado, por el PP de Cataluña.

El PP se esforzará el resto de legislatura en mostrar al votante que no es lo mismo que Vox. Por ejemplo, en materia económica. Mientras que el equipo de Santiago Abascal defiende una reducción drástica de impuestos, el PP apuesta por bajarlos pero manteniendo el Estado del bienestar. En el ámbito sanitario, el PP habla de la universalidad del sistema público de salud, mientras que Vox apuesta por echar a los inmigrantes del sistema. 

Los populares remarcarán también que Vox es contrario al Estado de las autonomías, y que apuesta por una recentralización de las competencias, mientras que ellos creen en el poder de un Estado descentralizado. Y en política exterior, el PP mantiene su compromiso con la UE frente a la extrema derecha, que extiende entre sus afines un sentimiento antieuropeísta.

Cataluña

El bloque de centroderecha librará la primera gran batalla electoral en Cataluña. Las tres formaciones, PP, Cs y Vox, han sacado ya toda la artillería para recolocar sus piezas en el tablero político.

El equipo de Abascal habla de empate técnico con el PP a siete escaños y los de Casado dicen que les sacan el doble de votos. Ciudadanos se conforma con perder la mitad de los 37 escaños que tiene hoy en la Cámara autonómica.

Casado, que defendió la necesidad de que los partidos constitucionalistas fueran unidos en las circunscripciones donde la unidad de España está más en entredicho, empezó a pensar que quizá la mejor alternativa en Cataluña era competir con Cs y no ir juntos. El partido de Arrimadas, que pierde votos a borbotones desde que su presidenta abandonó la región para instalarse en Madrid, insistía en reeditar una coalición electoral que le permitiera salvar los muebles. 

El candidato catalán del PP, Alejandro Fernández, siempre pidió a Génova evitar una coalición con Ciudadanos porque "la tendencia de Cs es a la baja y la nuestra al alza", resumen fuentes del equipo del PP catalán. Tras recibir varias veces largas de Casado y no conseguir llegar a ningún acuerdo, Arrimadas rompió la baraja y anunció que su partido se presentaría en solitario a las elecciones autonómicas, previstas en principio para febrero de 2021. 

Investidura

PP, Vox y Cs votaron en contra de la investidura de Sánchez en enero de 2020, pero la unión que exhibieron meses antes en la famosa foto de Colón nunca más se reeditó. La pandemia del coronavirus les permitió reposicionarse y cada uno optó por un camino para marcar perfil propio ante la gestión del Gobierno: Ciudadanos apoyó las seis prórrogas del estado de alarma; el PP respaldó tres y rechazó otras tres, y Vox votó siempre en contra.  

Durante el primer semestre del año, el Partido Popular coqueteó con el partido de Santiago Abascal, al que le hacía guiños para intentar reconquistar a sus votantes. Ese flirteo cada vez gustaba menos internamente y se empezaron a escuchar voces pidiendo tratar a Vox como un "verdadero rival" y "evitar el compadreo", comenta a este periódico un presidente autonómico del PP. "Desde el principio se veía que su único objetivo era quitarnos cada vez más votos y no aliarse con nosotros", añade. 

En el verano de 2020, el PP se presentó a las elecciones del País Vasco en la misma papeleta que Ciudadanos. El mismo día se celebraban también comicios en Galicia, pero Alberto Núñez-Feijóo forzó el camino inverso: él quería competir en las urnas con Arrimadas y Abascal.

El resultado de aquellas elecciones terminó por convencer a la dirección nacional: Feijóo retuvo la mayoría absoluta, y Cs y Vox se quedaron sin representación parlamentaria en Galicia. En el País Vasco, PP y Cs sumaron menos votos juntos que separados.   

Inflexión

"Aquel resultado supuso un punto de inflexión en Génova. Vieron que tratar a Abascal como un socio era contraproducente. Había que competir contra él y desenmascararle, que nuestro electorado viera que es un fake", coinciden fuentes del PP. El equipo de Pablo Casado tiró de calendario y buscó el momento oportuno para dar el volantazo y colocarse frente a frente con Abascal. 

Vox se fue de vacaciones anunciando una moción de censura contra Pedro Sánchez que presentó en septiembre y defendió en octubre. El Partido Popular aprovechó aquella sesión, que buscaba ser una encerrona, para sacar la cabeza en el gallinero del centroderecha en el que Santiago Abascal cada vez cobraba mayor protagonismo. 

El equipo de Casado reservó hasta el final el voto definitivo en la moción de censura que proponía a Abascal como presidente del Gobierno. Vox le puso el tacón al PP en el pescuezo y le forzó a elegir entre ellos y Pedro Sánchez. Eran las 11.35 horas del 2 de octubre de 2020 cuando Casado respondió: "Hasta aquí hemos llegado". "O Vox o España". 

El líder del PP deshizo todo el camino que había andado desde que consiguió la Presidencia del partido dos años atrás. El presidente de Vox describió mejor que nadie aquellos treinta minutos que duró el discurso de Casado: "Ha pateado de manera inmisericorde a su único socio leal".

La ruptura entre PP y Vox era definitiva. Pablo Casado quiso quitar en prime time la careta a Abascal: "Le ofrece a la izquierda una garantía de victoria perpetua"; "es el socio en la sombra de este Gobierno"; "no somos como ustedes: somos la alternativa seria y responsable que necesita España". El primer round se librará el 14 de febrero en la cita electoral catalana.

La vista está puesta ahora en convencer a cinco millones y medio de votantes moderados que se sienten huérfanos de un proyecto político. Es así, "amarrando el voto de todo lo que se sitúa a la derecha del PSOE, como conseguiremos llegar a la Moncloa", coinciden varios miembros del partido conservador.

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