En apenas veinticuatro horas, Gobierno y PSOE pasaban de elogiar la "responsabilidad" de Bildu, incluso diciendo que era mayor que la del PP en la negociación presupuestaria, a negar la mayor. "No hay ningún acuerdo" afirmaba de manera tajante el número tres socialista, José Luis Ábalos, en la rueda de prensa después de la Ejecutiva Federal de este lunes.

Un súbito giro sobre las palabras del propio ministro de Transportes en la polémica entrevista de este domingo en El País, que provocaba duros ataques del PP, llegando a calificar de "indecentes" sus palabras.

Es cierto que Ábalos comenzaba su intervención asegurando que la cúpula socialista había "valorado muy positivamente" e incluso con "esperanza" el "nuevo escenario que se abre en España". Y que enfatizaba la "mayoría sin precedentes" que derrotó la semana pasada las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos presentadas por el PP y otros grupos. Un total de 198 noes, incluidos los diez de Ciudadanos, cuya suma final al proyecto presupuestario está cada vez más en duda. 

Arnaldo Otegi. EFE

Pero en el turno de preguntas, casi monográfico, el Secretario de Organización socialista se defendía negando acuerdo alguno con los de Arnaldo Otegi aunque matizando que no existen "mecanismos" para, eventualmente, evitar que su grupo parlamentario vote sí al proyecto final de Presupuestos. 

Tres razones, de coyuntura política e internas, tanto en el PSOE como en el Gobierno, motivan este giro. 

1-No ceder el centro a Casado. 

El coqueteo con Bildu hace perder centralidad al PSOE, como admiten varios de sus dirigentes en público y en privado. "Sin el centroizquierda es muy difícil ganar con holgura unas elecciones generales" afirmaba a EL ESPAÑOL un peso pesado del Ejecutivo.

Un movimiento más arriesgado aún cuando Pablo Casado se ha desmarcado como nunca antes de Vox, tras su discurso contra Santiago Abascal en la moción de censura. Dirigentes socialistas históricos, como Alfonso Guerra, se han mostrado muy críticos con la postura de su partido, advirtiendo del descontento que pueda generar en buena parte de su electorado. 

En una entrevista en Televisión Española, el ex vicepresidente del Gobierno afirmaba que "muchos españoles y muchos socialistas tienen un nudo en la garganta" que les impediría gritar: "Con Bildu, no".

Otros ex dirigentes socialistas de diversas épocas, como el ex líder en el País Vasco, Nicolás Redondo Terreros, o el que fuese candidato a liderar el partido, Eduardo Madina, habían mostrado su disconfirmidad con el acercamiento a la formación de la izquierda abertzale. 

2-Aplacar a Iglesias.

Como efecto secundario de lo anterior, la figura de Pablo Iglesias crece en el seno del Ejecutivo, y eso nunca es una buena noticia para los socialistas. El vicepresidente segundo se apresuró la semana pasada a celebrar la entente con Bildu, situando a los de Otegi, incluso, en la "dirección de Estado".

El pasado sábado, de manera velada durante una entrevista en La Sexta, la ministra de Defensa, Margarita Robles, pedía al líder de Podemos no alardear de esa negociación para evitar, decía, el "dolor" de las víctimas.

Pablo Iglesias, conversando la semana pasada en el Congreso con la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua. EFE

Un claro toque de atención para marcar distancias con Iglesias que remarcaba el propio Ábalos en la rueda de prensa de este lunes. Primero porque calificaba de "exagerado" hablar de los independentistas vascos como "socio preferente".

Y segundo porque afirmaba que "al estar en un Gobierno de coalición hay una estrategia común, obviamente, pero eso no supone renunciar a la naturaleza de cada proyecto político del que forman parte los miembros del Gobierno" advertía el ministro, recordando que "yo no renuncio, para nada, a los intereses del PSOE, a la naturaleza y a la cultura del PSOE".  

3-Triunfo de los barones.

A nadie se le escapa que el hecho de que los barones territoriales socialistas pusieran desde el primer momento pie en pared con las alianzas del Gobierno para los Presupuestos ha tenido una gran influencia en el giro estratégico. Antes incluso del anuncio de Otegi, el aragonés Javier Lambán mostraba a las claras su disconformidad con la elección de ERC, un aliado que no dudaba en definir como "inquietante" frente a Ciudadanos, que calificaba de más "fiable" como socio.

Sobre el acuerdo con Bildu se lanzaron en tromba el extremeño Guillermo Fernández Vara, el castellanomanchego Emiliano García-Page e incluso la líder de los socialistas andaluces y ex presidenta de la Junta, Susana Díaz. "Lo de Bildu no tiene un pase" sintetizaba Page a final de la semana pasada. 

El giro verbalizado por Ábalos aplaca la rebelión de los barones. Aunque todos se llevaban una regañina de Sánchez en la reunión de la Ejecutiva de este lunes -en el caso de Fernández Vara, miembro de la Ejecutiva, en directo, dado que asistía a la misma de manera telemática- en la que el presidente del Gobierno les acusaba a puerta cerrada de "generar confusión" y de dar argumentos a la derecha, según EFE.

Palabras que no sentaban bien, sobre todo al entersarse de ellas por los medios, a alguno de los críticos, que considera que el aparato filtraba a los medios justo lo contrario de lo que luego trasladaba en público Ábalos.

En cualquier caso, el interés de los barones es también el de Sánchez. Porque la pérdida de la centralidad aludida podría tener efectos tan letales en las elecciones autonómicas como en las generales, donde los socialistas necesitan siempre rendir bien en sus feudos, singularmente en Andalucía, no en vano la autonomía más poblada de España, para cimentar las victorias electorales que les mantengan en La Moncloa.