Pedro Sánchez llega al primer trámite parlamentario de los Presupuestos más cerca del lugar al que le quiere llevar Pablo Iglesias, y que no es otro que el de la compañía del "bloque de la investidura". ERC y Bildu, para más señas.

A veinticuatro horas de que comience, este miércoles en el Congreso, el debate sobre las enmiendas a la totalidad de las Cuentas Públicas, a Moncloa se le averiaba la parte derecha de su motor, después del órdago lanzado por Inés Arrimadas.

Por primera vez la líder de Ciudadanos amenaza con votar no si el Ejecutivo no corrige el rumbo de eliminar el castellano como lengua vehicular en la Ley Celaá de Educación. Un rumbo del que el PSOE no es inocente. Fue el Grupo Socialista el que transaccionó con Podemos y ERC la enmienda que pretendía "blindar" la exclusión del castellano en las aulas catalanas.

Un movimiento del que la formación morada presumió durante días, reproduciendo el argumentario nacionalista sobre la inmersión lingüística, toda una andanada al ideario fundacional de Ciudadanos. 

Dos cartas de Sánchez 

Hasta ese momento, sin embargo, la jugada no había tenido coste para Moncloa. Las dos cartas con las que cuenta Sánchez para ir transitando durante toda la legislatura, la del "bloque de investidura" y la de Ciudadanos, se mantenían intactas.

Los de Iglesias se quejaban de que se tratase a ERC y Bildu como "monos de feria", haciendo públicas por primera vez las reuniones con ellos, el pasado jueves, justo a la vez que un encuentro con Ciudadanos. El partido naranja ponía sobre la mesa exigencias fácilmente asumibles, como suprimir el impuesto al diésel, mientras Podemos se lo filtraba al PNV para reventarle el anuncio a los de Arrimadas.

Pequeños escarceos políticos sin que la sangre llegase al río. Pero ahora Iglesias parece imponerse otra vez, logrando que ERC y Bildu lleven la voz cantante, y Arrimadas pone distancia de por medio. Nada que afecte, aritméticamente, a unos Presupuestos que con unos o con otros saldrán adelante, pero sí al margen de maniobra de Sánchez para marcar cierta distancia con su socio de coalición. 

Vuelven los barones 

Es justo en este contexto en el que parece resurgir con cierta fuerza la voz de los barones socialistas, singularmente la de quienes menos ocultan sus recelos hacia la alianza con Podemos. El presidente de Aragón, Javier Lambán, lanzaba un claro mensaje en una entrevita en Onda Cero: "ERC me parece un aliado inquietante y Ciudadanos un socio tranquilizador".

Poco tardaba en lanzarse en su contra el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, asegurando que si Lambán "estuviera en el PP, notaríamos poca diferencia". Y es que, más allá del titular, el barón socialista apuntaba a otros aspectos de profunda crítica a la hoja de ruta del Gobierno. 

Por un lado, la innecesaria coincidencia en el tiempo de la negociación de los Presupuestos y de la Ley Celaá. "No me parece lo más aceptable" decía. Además, Lambán pedía al Gobierno un "esfuerzo todo lo colosal que sea necesario para que esta Ley de Educación salga por consenso" ya que, explicaba, en caso contrario un futuro gobierno de la derecha podría revertirla, como ahora ocurre con la Ley Wert.

Y por supuesto dejar claro, en línea con Ciudadanos, que si algo no sobra de la reforma educativa del PP es, precisamente, la apelación al castellano como lengua vehicular en la enseñanza. Dado que la Constitución, argumentaba el presidente aragonés en el programa Más de Uno, la reconoce como lengua oficial en todo el territorio, cuyo conocimiento es un deber de los españoles. 

De momento, los Presupuestos superarán esta semana su primer trámite con el apoyo de Ciudadanos. Pero ya no es tan seguro que Sánchez pueda buscar el apoyo naranja hasta la aprobación definitiva de las Cuentas Públicas. Una buena noticia, sin duda, para el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias.