2.000 militares en la reserva de las Fuerzas Armadas se ofrecen para poder colaborar en las tareas de prevención ante la segunda ola del coronavirus. Los soldados, en pleno avance de la pandemia, quieren que se les reactive para actuar como el resto de los rastreadores del Ejército.

Han escrito una carta que han enviado tanto al Ministerio de Defensa como al de Sanidad. Quieren que su petición se escuche y que se sepa que pueden contar con ellos en todas esas labores.

Ha sido la asociación Red 45+ la que ha presentado esta carta en el Congreso de los Diputados con el fin de poder unirse a la 'Operación Baluarte', el nombre del operativo con el que la ministra Margarita Robles ha bautizado a las tareas que ejercen desde hace un mes los rastreadores de las Fuerzas Armadas. 

Son dos millares de soldados los que se encuentran en esa situación de reservistas. Fuentes del Ejército aseguran a EL ESPAÑOL que a final de este mismo año serán ya unos 3.000.

Para argumentar su posición, los militares explican que la Ley 8/2006, de 24 de abril, de Tropa y Marinería, refleja en su artículo 18 que podrán ser empleados por Defensa cuando sea necesario. "El reservista de especial disponibilidad no tendrá la condición de militar, pero se encontrará dispuesto a incorporarse a las Fuerzas Armadas, de acuerdo con lo previsto en este artículo".

"En situaciones de crisis -explica la ley- corresponde al Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Defensa, autorizar, con carácter excepcional, la incorporación a las Fuerzas Armadas de reservistas de especial disponibilidad".

Cataluña y Extremadura

La empresa que tienen por delante se llama 'Operación Baluarte', una denominación con la que el ministerio quiere resaltar el trabajo de las Fuerzas Armadas "como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas".

La labor de los 2.000 rastreadores preparados por Defensa es vital porque tienen que trazar, a petición de las autonomías, un mapa de contagios formado por aquellos que han dado positivo en la Covid-19 y sus contactos estrechos.

Uno de los contingentes de rastreadores de las Fuerzas Armadas, concretamente de la UME. Beatriz Donlo

La inmensa mayoría de los hombres de esta operación, comandada por el Ejército de Tierra, formaron parte de la Operación Balmis. Durante algo más de tres meses, de mediados de marzo a mediados de junio, salieron a las calles de toda España para combatir el virus.

Hasta el momento todos los gobiernos autonómicos salvo Cataluña y el País Vasco han solicitado la ayuda de los rastreadores del Ejército. Incluido en Ceuta y Melilla, los rastreadores actúan ya en todas las regiones excepto en esas dos, que no lo han solicitado.

Desde Defensa se ofreció a la Comunidad de Madrid hasta un total de 500 efectivos para esas labores, pero desde el gobierno de Isabel Díaz Ayuso tan solo han demandado unos 150.

"Capacidades diezmadas"

"Las capacidades operativas de las Fuerzas Armadas", explican desde la asociación de reservistas, "se están viendo diezmadas por los casos positivos de Covid-19 entre sus soldados". Argumentan que el descenso de personal en activo tras descontar aquellos que están de baja por el coronavirus impide al resto de soldados disfrutar de sus permisos. 

La mayoría de los soldados reservistas se encuentran en una situación no demasiado halagüeña. Gran parte de los mismos no tiene trabajo. Cobran una asignación mensual y están perfectamente disponibles y activados para todo aquello que se les requiera.

Ya durante los meses más duros de la pandemia se ofrecieron para todo lo que Sanidad y Defensa necesitasen, incluido salir a las calles a ayudar a sus compañeros de las Fuerzas Armadas en las labores de desinfección. 

Lo que piden es bien sencillo: que Defensa realice un estudio sobre cuántos reservistas están en el paro y que se active con urgencia a todos aquellos de especial disponibilidad para ayudar en sus respectivas Comunidades autónomas.

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