La tregua dialéctica entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid apenas duró unos días. Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso escenificaban la aparente cooperación entre las dos administraciones el lunes. Este viernes, prácticamente a la misma hora, el ministro Salvador Illa contraprogramaba al viceconsejero madrileño para advertir de que Madrid tomaba medidas muy suaves para combatir al virus y que Moncloa no las compartía. 

El equipo de trabajo que Moncloa y Sol pusieron en marcha el lunes se reunió el jueves. En la cita, el ministro de Sanidad recomendó al equipo de Ayuso cerrar Madrid capital, reducir la capacidad de las terrazas al 50% y replicar las medidas restrictivas en los municipios con una incidencia superior a 500 contagios por cada cien mil habitantes. 

El equipo de Ayuso pidió al Gobierno una semana más de margen antes de extender las restricciones a todo Madrid. El argumento con el que avaló la decisión final es que hay que dar margen para ver la evolución de la cuarentena en las áreas sanitarias confinadas desde esta semana y, cuando se pueda evaluar su efectividad, tomar una decisión más dura si es necesario. El Gobierno, sin embargo, cree que mañana será demasiado tarde y considera que habría que haber cerrado la ciudad ya. 

Equilibrio

La presidenta Isabel Díaz Ayuso analizó con su equipo durante toda la semana todos los escenarios posibles que se podían desplegar excepto uno: solicitar en el Parlamento un estado de alarma para Madrid. Conforme pasaban los días, el virus continuaba con su expansión, pero su propagación era menos rápida que las semanas previas, por lo que el equipo de la presidenta se decantó por tomar la medida menos lesiva para la economía. "Hay que mantener ese equilibrio dentro de los márgenes adecuados del sistema sanitario", cuentan desde el Gobierno regional.  

El Gobierno madrileño al completo apostó por una opción menos agresiva: extender las medidas puestas en marcha el lunes a ocho áreas sanitarias más, las más perjudicadas. El Gobierno no aceptó que el Ejecutivo madrileño no aplicara sus recomendaciones y contraprogramó la rueda de prensa del viceconsejero de Sanidad, Antonio Zapatero, con una comparecencia pública del ministro Illa. Una y otra se solaparon en pantalla. "Una recomendación no puede ser una imposición", se lamentan en la Puerta del Sol. 

Moncloa quiso tensar al máximo la cuerda con Madrid, escenificar que las medidas que ha decretado Ayuso son insuficientes y dejar claro que ellos irían mucho más allá. Illa adelantó que se avecinaban "semanas muy malas" y habló de "tomar el control" si fuera necesario, una frase que las filas conservadoras sonó a que el Gobierno abría la puerta a aplicar el artículo 155 en Madrid o aplicar directamente el estado de alarma en la región. 

Cierre de filas

El Partido Popular y el Ejecutivo madrileño cerraron filas en torno a la figura de Ayuso y acusaron al Gobierno de Pedro Sánchez de cometer "una cacería política" contra la presidenta de Madrid. En la casa de los populares acusan a Moncloa de "aprovecharse" de los malos datos epidemiológicos que arrastra la Comunidad de Madrid para "rendir cuentas" con la líder popular que más criticó a Sánchez por su gestión durante los tres meses que se alargó el estado de alarma. "Están usando la pandemia con un uso partidista para erosionar al Gobierno de Madrid. Es un ensañamiento", lamentan.

Una de las recomendaciones que hizo el ministerio de Sanidad era confinar las localidades de la región con una incidencia superior a 500 contagios. Desde la Puerta del Sol miran hacia Navarra, una región con un índice superior a 600 contagios por cada cien mil habitantes. "Se inventan los criterios según les viene. Es incomprensible que un ministro pida restricciones a Madrid pero no al resto de España. Es una discriminacion a la que nos vamos acostumbrando".

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, veía con buenos ojos extender las medidas a toda la ciudad de Madrid para contener el virus. Sin embargo, cuando Ayuso decidió continuar unos días más con medidas solo en las áreas más afectadas se colocó al lado de la presidenta madrileña y desmintió públicamente que hubiera cualquier discrepancia entre las dos administraciones. "Pido al Gobierno de España que siga colaborando en la lucha contra la pandemia. No es tiempo de enredar", aseguró. 

El consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, también desmintió que él fuera partidario de cerrar Madrid. Además, aseguró públicamente que la decisión tomada se basa en datos "absolutamente técnicos" que han tomado el equipo de Salud Pública de la Comunidad. "Hacemos una motorización diaria", alegó. El Gobierno, de momento, mantiene bajo un escrupuloso silencio si intervendrá Madrid o dejará a Ayuso gestionar sola esta segunda oleada.  

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