Un 69% de las muertes por coronavirus en España se han dado en residencias de mayores: 27.359 personas murieron en estos centros entre el 6 de abril y el 20 de junio. Los datos figuran en el informe que ha publicado este martes Médicos Sin Fronteras (MSF) y que achaca los números a una "situación de abandono y desatención de las personas más vulnerables".

El documento, Poco tarde y mal. El inaceptable abandono de los mayores en las residencias durante la Covid-19 en España, se basa en la experiencia de MSF que ha prestado apoyo a 486 residencias de seis comunidades autónomas, durante el pico de la pandemia. En él, MSF destaca la falta de "recursos, infraestructuras y formación para la atención médica", que ha resultado en la ausencia de una "respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas".

Además, resalta que la decisión de "mantener a personas enfermas y críticas en las residencias sin atención médica adecuada multiplicó los contagios, aceleró la mortalidad y produjo situaciones indignas e inhumanas". 

Según el mismo informe, se denegó la derivación hospitalaria a un 44% de las personas infectadas en residencias lo que facilitó que el virus se extendiera "rápidamente", afectando a "residentes y personal". "Se intentó derivar a dos residentes para los que ya no teníamos medios, pero desde el hospital nos confirmaron no los admitirían. Los dos pacientes se murieron aquí en el plazo de dos días y, francamente, no tenía por qué haber sido así. Los dos eran recuperables", dice Alejandro, un enfermero de una de las residencias en el informe. 

"Muchos murieron en soledad, deshidratados, en agonía (por distrés respiratorio) y sin cuidados paliativos", señala el documento. 

Sin plan de contingencia

"Las residencias", sigue el informe, "tenían un déficit estructural de recursos y de supervisión sanitaria y ningún plan de contingencia. Esta combinación hizo inviable que pudieran responder a la epidemia".  

Entre los principales problemas detectados por MSF, se encuentra "el poco margen de maniobra para implementar medidas de aislamiento y distancia"; la "falta de formación en la utilización de los EPI"; "las limitaciones de los test diagnósticos" o "la denegación de derivaciones a los hospitales". 

La alta ocupación de los centros es otro de los problemas detectados, lo que creaba dificultades a la hora, no solo de aislar a los residentes, sino de crear "zonas limpias y sucias". "Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese resultados fiables de las pruebas, quedasen encerrados en sus habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el control y que todo el edificio se viese así contaminado. El resultado era espantoso: una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror”, dice Andrés, jefe de Bomberos que dirigió labores de desinfección en residencias. 

Además de los contagios y la falta de atención, MSF denuncia la ausencia de atención psicosocial tanto a residentes como al personal. "Se implantaron medidas férreas de aislamiento de los residentes, a veces de forma indiscriminada, y se restringieron o denegaron las despedidas, visitas o movilidad personal, que tuvo consecuencias físicas y psicosociales para los mayores que no tenían apoyo emocional", escriben.

"Enseguida vimos que había residentes que no iban a poder soportarlo. Eugenia, por ejemplo, dejó de comer y de moverse; se pasaba las horas mirando por la ventana. Había otros residentes que se quejaban y trataban de salir de los cuartos, y la verdad es que ha sido muy doloroso tener que mantenerlos encerrados. En el caso de Eugenia, yo tenía miedo de que se dejase morir y empecé a sacarla cada día un rato, para ver si recuperaba las ganas. Y empezó a comer, empezó a ir a mejor, hasta que un día vinieron los de atención primaria justo cuando la teníamos fuera, y me dijeron que era una inconsciente y estaba poniendo en peligro a todo el mundo"cuenta Carmen, directora de una residencia familiar.

"No me quedó otro remedio que devolverla a la habitación; me hicieron sentir muy mal. Ella dejó de comer otra vez y a los pocos días se murió. Yo no digo que no se fuese a morir igualmente, pero tengo claro que no quiso pasar por esto. Nos ha pasado a todos lo mismo. Nos entró tanto miedo con el virus que no hemos pensado en otra cosa que en aislar al máximo, sin pensar en lo que esto significaba para ellos", explica. 

De cara a una posible segunda ola de la pandemia, y para evitar que situaciones como las descritas en todo el documento se repitan, MSF ha elaborado un conjunto de recomendaciones, recordando que "la propuesta de medicalizar las residencias fue más una promesa que una realidad". 

El primer paso para que este escenario no se repita, según la organización, es priorizar la atención a los mayores y colocarlos "en el centro de toda decisión y política pública", "priorizando la derivación hospitalaria" de los casos más graves. Entre las medidas propuestas se encuentra también "garantizar el acceso a los EPIs y la formación sobre su uso"; asegurar "una ratio de personal que garantice un cuidado digno y adecuado"; o la elaboración de "planes de contingencia que puedan adaptarse fácilmente a cada residencia".

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