“Pues qué vamos a hacer si no se puede salir; teletrabajar, como todo el mundo”. Lo dice entre risas Janine, que lleva casi una semana confinada en casa, como toda España. Hay gente que puede trabajar desde sus hogares, pero en el caso de Janine es complicado porque es prostituta. Es colombiana, tiene 27 años, lleva dos y medio en España y ha decidido, como muchas otras chicas del sector en estos días de aislamiento, reinventarse.

¿Cómo es eso del teletrabajo en el sector de la prostitución? Hasta la fecha, pocas se lo habían planteado. Pero necesidad obliga y en tiempos de guerra, que esto es lo más parecido a una guerra, toca economía de supervivencia. Hubiera sido impensable en otra época, pero nuestro siglo XXI nos dio la tecnología para, entre otras muchas cosas, sobrellevar mejor los confinamientos. Internet, que ha redifinido en muchos estadios la sexualidad, lo ha hecho también en épocas de pandemias.

“Yo ofrezco una videollamada de un cuarto de hora por 20 euros. Me anuncio en la misma página de internet de siempre. Ejerzo la prostitución desde que estaba en mi país y cuando llegué a España me empecé a anunciar en esa web, que es la más famosa. Antes ponía las tarifas de mis servicios y estos también pero explico lo de la cam, todo igual que antes. Gano menos dinero, claro, pero algo hay que hacer”, le explica Janine a EL ESPAÑOL en conversación telefónica.

10, 15, 20, 30 euros...

Janine se ha reinventado por culpa del coronavirus, Es una escort independiente que antes recibía a los clientes en su piso de Benidorm. Ahora lo que ofrece es una videollamada de un cuarto de hora por Skype o Whatsapp. El cliente ingresa el dinero por adelantado “en transferencia bancaria o Bizum, que son los que yo tengo” y de inmediato empieza un videochat erótico con él. “Unas veces acordamos lo que quiere antes de empezar y otras veces se va dando sobre la marcha. Me desnudo, uso mis juguetes… Le dejo claro primero lo que no pienso hacer y ya está”, resume.

No es la única en esta situación. La alternativa de la videollamada erótica está proliferando en las páginas de contactos desde que se decretó el estado de alarma en nuestro país. Oscilan los precios habituales entre los 15 y los 30 euros, aunque también hay algún caso que ofrece 10 minutos de show por 10 euros. 1 euro por minuto. Antes también se publicitaban esos servicios de cibersexo, pero por norma general eran de webcammers; personas que se dedican a los chats eróticos pero que no tienen nad que ver con la prostitución. Ahora, en cambio, son muchas las prostitutas que han decidido dar este salto provisional.

Uno de los anuncios que ofertan videollamadas durante el confinamiento

“En mi caso no me ha costado porque yo en Bogotá ya hacía esto. Trabajaba en una casa de citas y teníamos un horario. A veces nos tocaba clientes y otras veces nos tocaba vídeo, que había unas habitaciones aparte para eso, con cámara y foco. Todas la chicas teníamos una cuenta abierta y a veces se ganaba mucho más dinero con los chats que teniendo sexo real. Entonces yo ya estaba acostumbrada a desnudarme y hacer shows delante de una cámara. Hace mucho que no lo hago, pero eso tampoco es algo que se olvide de cómo hacerlo”, explica con humor, el mismo que emplea para decir que “no, no me estoy haciendo rica con esto de la cámara. Llevamos muy pocos días, pero de momento han sido 5 clientes desde el lunes. A ver si se anima la cosa”.

Luchar contra el pudor

En el caso de Janine no ha sido más que volver a sus orígenes, pero para otras chicas es algo totalmente nuevo. Es el caso de Lola, una escort de Barcelona que nunca se había planteado esa opción. “Tengo 24 años y llevo tres en la prostitución. Empecé para pagarme los estudios y sigo con ello porque no me va mal, soy independiente y tengo algunos clientes fijos de confianza. Pero para mí una cosa es eso y otra masturbarme delante de una cámara, porque yo no soy exhibicionista”.

Pero, como al resto del país, a Janine la pandemia le pilló con el pie cambiado. “En los últimos tiempos han ido muy mal las cosas por aquí. No sólo con las cancelaciones (Mobile World Congress o Barça-Madrid) sino con la situación en general. Hace poco me fui a Valencia con una plaza de un mes porque aquí había bajado mucho la cosa. Volví y la cosa seguía igual. Ahora ya con el coronavirus imagínate”

Reconoce que, en su caso, la idea de pasarse al cibersexo no fue suya. “Ya te digo que ni se me hubiera pasado por la cabeza, yo no soy ni siquiera de mandar fotos. Pero me lo pidió un cliente de confianza. Acordamos 30 euros y le hice una videollamada”. Así fue como hizo el primer show por cam de su vida. No pensaba Lola que la cosa tuviese más recorrido que ese, “pero ahora he visto que hay otras chicas que se anuncian ofreciendo lo mismo, así que será normal”.

“Yo de momento sigo, porque tampoco sé cuando voy a poder trabajar. He hecho ya ocho o nueve llamadas, casi todas con gente de confianza. Con algunos he acordado 20 euros, con otros 30, depende de lo que pidan y el tiempo que negociemos. ¿El pudor? Se pasa rápido”. Apunta además Lola que “como nosotras, sobre todo las que somos independientes y trabajamos en casa, no cotizamos ni declaramos esto, para nosotras no va a haber ninguna ayuda cuando se acabe lo del virus”.

La trans concienciada

De las tres prostitutas reconvertidas a webcammer con las que habla EL ESPAÑOL (la que cobra 10 euros no quiso participar en el reportaje), la que tiene la tarifa más cara es Sofía, una transexual de Barcelona que también ha optado por las llamadas como sucedáneo a los servicios sexuales que oferta habitualmente. Sofía tiene 33 años y cobra 30 euros por llamada: “No pongo tiempo, vamos sin prisas. Que tampoco se pase, pero bueno, de momento no he tenido problema con eso”, aunque del mismo modo reconoce que “tampoco es que haya tenido muchos clientes en estos días, un par de ellos”.

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En el caso de Sofía, la idea sí que partió de ella y fue por una cuestión de precaución. “Yo estoy cagada con el virus. Me anuncio en una página de contactos y ya de antes de que nos mandasen encerrarnos en casa yo puse un mensaje diciendo que estos días no trabajaría”. Para rascar algunos ingresos atípico durante la cuarentena, Sofía se pasó a las videollamadas: “Yo lo había hecho algunas veces pero en plan guarreo con conocidos. Pedir dinero por esto no lo había hecho nunca. Pero ahora es lo que toca”.

Sofía reconoce que el cerrojazo que ha traído el virus está haciendo que lo pase mal. “Sí chico. Lo está pasando mal todo el mundo. Con el dinero y con todo”, dice, e ilustra la afirmación con una anécdota que le pasó el martes: “La gente ya se ha vuelto loca y acabamos de empezar. Anoche tocan el timbre y es un vecino del bloque, que es un tío con el que no he hablado nunca y no tiene por qué saber que yo me prostituyo. Se lo habrá imaginado por verme transexual, que a veces me pasa. Pero mira, en este caso acertó. Las doce de la noche, ni le abrí la puerta, le atendí así con la puerta atrancada. Me preguntó si yo le haría un servicio, que pagaba bien”.

Temerarios

Dice Sofía que lo despachó con cajas destempladas y que no le atendió. “En otro momento no hubiera tenido problema, pero yo con el coronavirus prefiero no hacer tonterías, que yo he pasado muchas veces por el quirófano en mi vida, tengo muchas cirugías en el cuerpo y no quiero arriesgarme a nada. De momento vídeo, que hay que quedarse en casa”. Dice también que a ese vecino no lo ha vuelto a ver “porque estamos aquí encerrados, pero supongo que nos tendremos que cruzar alguna vez”.

Sofía está muy concienciada con la cuestión del confinamiento y critica ferozmente “casas que se lo están saltando. Se anuncian diciendo que están libres de coronavirus; están locas. No saben lo que están haciendo. No saben si un cliente tiene virus, si lo tienen ellas… Ahí tendría que actuar alguien porque nos van a matar a todos. Ellas y los que no se pueden esperar para follar. Quedaos en vuestra casa, coño”, acaba con indignación.

En efecto, EL ESPAÑOL ha comprobado que hay locales, especialmente casas particulares, que se están saltando la prohibición y siguen recibiendo a clientes a diario, publicitando medidas de prevención con las que, presuntamente, garantizan que el cliente no se va a infectar. Supuesas desinfecciones ty otras medidas sanitarias que no evitan el virus y con las que están poniendo en peligro al resto de la población. Pero esa es otra historia que contaremos en breve. Y son las menos. De momento, en las páginas de contactos proliferan los mensajes de clubes que anuncian su cierre temporal e incluso anuncios de las propias profesionales que han cambiado el texto habitual por mensajes de concienciación a la gente. La mayoría han optado por pasarse a las cámaras. En tiempos de confinamiento en solitario, cibersexo.

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