Abdul Rahim trabajaba junto a Jamal Zougam en el locutorio Jawal Mundo Telecom desde pocos meses antes del 11-M. Aquel jueves del año 2004, cuando estallaron las bombas en los trenes, Abdul llevaba poco en España, y tenía que hacer una gestión antes de ir a trabajar.

Los atentados le pillaron camino de la sede de la compañía de seguros con la que quería contratar. "Cuando, pasados dos días, vinieron a por Jamal acusándolo de lo ocurrido, me asusté", cuenta a EL ESPAÑOL 16 años después. "Yo sabía que él era inocente, porque eso se nota... pero yo también lo era y no tenía testigos de dónde estaba la mañana del terrorismo".

Zougam fue finalmente el único de los supuestos autores materiales del ataque yihadista en el que murieron 192 personas que estaba vivo para ser juzgado. El resto murió en Leganés, teóricamente en un suicidio colectivo que se llevó también por delante la vida de un GEO de la Policía. Pero no hay ni una sola prueba en el sumario que vincule al uno con los otros.

Tres testigos dijeron haberlo visto en los trenes: uno ni se presentó al juicio, y la declaración de las otras dos llegó un año después de que su rostro fuera publicado en todas las portadas... y justo a la vez que se las reconoció como víctimas, es decir, como beneficiarias de ayudas.

Abdul Rahim recuerda el día que se vendieron las tarjetas. Ésas que supuestamente llevaron a Zougam, aunque explica que ni siquiera fue él quien las vendió, sino otro empleado del locutorio.

Una agente de Policía halló una de esas tarjetas SIM en un teléfono dentro de una mochila que nadie había visto en cuatro inspecciones a los trenes de El Pozo, y luego apareció en un andén. Una mochila que viajó por todo Madrid varias veces con serias dudas sobre su cadena de custodia. Y un teléfono que jamás habría podido funcionar como temporizador.

"Las pruebas no sé, no encajan... pero sobre todo, yo sé que él no lo hizo. Nadie mata a 200 personas y sigue su vida normal dos días a la espera de que lo arresten".

¿Usted estuvo con Jamal trabajando en el locutorio los días anteriores a su detención?

El miércoles antes del atentado. También el jueves, porque yo libraba los viernes.

Y a él lo detienen el sábado...

El sábado, sí. Yo ese sábado me libré por casualidad, porque había salido a comer. Cuando volvía vi un coche de Policía y pensé que estarían haciendo un registro, ¿sabes? De vez en cuando venían a preguntar cosas o a registrar. Pensaba que era eso. Más tarde, sobre las siete y pico, me acuerdo que Acebes hizo una rueda de prensa, y dijo que habían detenido...

Y fue en ese momento cuando usted supo que habían detenido a alguien de los suyos...

Ahí vi que era algo más grande y me dije "¡uf! esto no puede ser". Así que al día siguiente, o el lunes, fui a declarar voluntariamente yo, con Mohamed  Bakali [otro de los trabajadores del locutorio].

¿Y cómo le trataron al declarar?

Fuimos y aclaramos todo, dijimos que trabajábamos ahí...

¿Usted era trabajador o también era socio del locutorio?

No, yo era trabajador. Resulta que yo declaré y me fui, pero tres días después me acuerdo que me llamaron de la comisaría: "Oye, ¿dónde estás? Que tenemos que aclarar unas cosas". Vinieron a buscarme para llevarme a la comisaría.

De buenas maneras.

Sí, sí, de buenas. Me dijeron "vale, declaras y luego te vas". Y yo, "no pasa nada, yo estoy con vosotros hasta el final, porque yo sé que soy inocente, no he hecho nada, y según lo que he visto Jamal también". Les dije: "Ha estado con nosotros y no ha hecho nada".

Lo que les conté era igual, por suerte, que lo que había contado el Bakali éste, y yo estando fuera también se lo he contado a la Policía, ¿sabes? Que había dos chavales que habían comprado unas tarjetas... éste que llamaban El Chino, según supe más adelante. Yo sólo sabía que tenía el acento de la gente de Tetuán. 

Abdul Rahim, trabajando en su tienda de reparaciones electrónicas. ADP

¿Usted luego los reconoció cuando salieron las fotos de 'El Chino' en los medios?

Cuando pasó el tema estábamos allí detenidos, varios días en comisaría. Luego nos llevaron a Soto del Real en aislamiento... Sólo escuchábamos que uno que llaman El Chino ha sido detenido. Ahí nos enteramos, y al leerlo después, pensamos que eran éstos, que por lo menos ellos habían comprado las tarjetas. 

Porque yo lo que sé es que dos chicos con acento de Tetuán vinieron a comprar unas tarjetas, creo que 10. Y que quien los atendió fue Bakali, no Jamal [Zougam]. Yo estaba al lado, escuchando todo. Y se fueron.

¿Los volvió a ver alguna vez?

Después me dijo Bakali que habían vuelto al día siguiente, o dos días después, a cambiar una tarjeta que no funcionaba. Ese día era viernes, porque yo no estaba. Y dicen que de esas tarjetas salió esto...

Salió la supuesta prueba que llevó hasta el locutorio y hasta Jamal.

Eso.

¿Y por qué Jamal y no cualquier otro de los que trabajaban ahí? ¿Les dijo algo la Policía sobre eso?

No. Ufff... No. No sé por qué Jamal, no sé. Puede ser porque había tenido algo antes, que fue testigo sobre una tema de terrorismo o algo así. Puede que por eso luego sospecharon ellos otra vez que podía ser él. ¿Sabes? Pero yo no creo que una persona va a hacer esto y va a venir al día siguiente a trabajar así, tranquilamente, normal...

Yo te lo juro, ese día que ocurrió el atentado, ni me enteré. Estaba intentando hacer el seguro de un coche, para empezar a manejarlo un poquito... Me levanté esa mañana me fui a la avenida del Mediterráneo. Había una oficina allí. Dejé el pasaporte y la tarjeta de residencia para que me dieran el seguro, ¿sabes? Y cuando llegué a Atocha, vi que la línea estaba cortada. Así que decidí andar un poquito. Y vi la gente, y no me enteré tampoco.

¿De nada? Es raro...

Me metí en el Metro... y cuando ya más tarde en el Metro vi algo de un atentado, tampoco entendía... aún no manejaba bien el español. Hasta que más tarde, a las 10 y algo, estaba en un bar comiendo un poquito, y ya lo vi todo.

Hubo un testigo que dijo que me había visto a mí en la estación de El Pozo, con el teléfono en la mano, hablando fuera de la estación. Me lo preguntó el juez. "¡En mi vida he bajado en esa estación de El Pozo, en mi vida!".

Yo iba antes a Alcalá de Henares, tenía una sobrina que aún vive ahí. Iba a visitarla de vez en cuando... antes de esto. Pero en mi vida yo he cogido el teléfono y he bajado en la estación de El Pozo.

¿Y ese testigo se retractó?

Luego, más adelante, cuando hicieron la rueda de reconocimiento en la cárcel, a lo mejor el testigo señaló a otro, ¿sabes? La gente dice muchas cosas... no se acuerda. Testificar es muy difícil, porque la gente, cualquier moro le resulta parecido... no sé, o quieren implicarnos a nosotros.

¿Cómo fue ese día 11 de marzo?

Yo estaba solo, no tenía coartada, iba solo por Madrid... Pero hay veces que esas casualidades no te implican, te desimplican, o como se diga. Yo el día que ocurrió la explosión, estuve dentro del Metro, ¿no? Y digo "joder, qué casualidad, me habría quedado durmiendo en mi casa y abro la tienda"...

Pero si yo hubiera hecho algo, yo no habría estado en el Metro tal, ya había cámaras; ni en la oficina de la aseguradora de la avenida del Mediterráneo. Resulta que los sitios en los que estuve fueron en mi favor. Les di los horarios.

¿Y usted el mismo día 11 estuvo con Jamal, trabajando, sin problema?

Sí, estaba Jamal ahí, y estaba como siempre. Luego el viernes, el sábado...

¿Y no hablaban ustedes del atentado, de la barbaridad?

No, como siempre, normal. Un atentado... pero no sabíamos quién había sido. Si ETA, como decían, o qué...

Claro, porque se hablaba de ETA al principio...

Eso, pero ya sabes. Hablamos del atentado nada más, y mirando un poquito el periódico. Pero no sabíamos, hasta el sábado que nos enteramos.

¿Y el no estaba ni nervioso ni nada?

No, no, qué va. Él estaba ahí tan tranquilo. Salió a comer, volvió... Fueron dos o tres días. Y tan normal.

Lo detuvieron en el locutorio, en la tienda. Yo te digo: yo salí a comer sobre las tres. primero habían salido ellos, y luego yo porque nos turnábamos. Y cuando volvía me dijo un chico: "Mira, la Policía no sé qué hace abajo en el locutorio". Y yo, "qué va, será que vienen como siempre, a preguntar algo".

Pero cuando bajé en la calle y vi de lejos el fleje bajado de la tienda, me dije: "¡Ay va! Seguro que están registrando esto...". Pero en ningún momento pensé que era relacionado con el atentado, ¿sabes?

Abdul Rahim, que trabajaba con Jamal Zougam, único supuesto autor material del 11-M condenado. ADP

¿Llegó usted a entrar? ¿O se esperó fuera, hasta que terminaran de hacer lo que fuera los policías?

Sí, sí. Esperé hasta más tarde, sí. Y no supe nada de qué había pasado hasta que salió Acebes a hablar que habían detenido a cinco personas, entonces empecé a entender. 

Y uno de ellos era Jamal Zougam, su jefe del locutorio.

Sí, y dijo el ministro que dos eran indios, porque los que le vendieron las tarjetas a Jamal eran de allí. Me preguntaron por la gente que vino a comprar tarjetas, y les conté que había uno de Siria que había comprado tarjetas... y la verdad, pero en aquel tiempo no sabíamos cómo había sido.

Por casualidad me acordé de los chicos que tenían acento de Tetuán, y lo declaré también. Que coincidió con lo que les había contado Mohamed Bakali estando dentro, ¿sabes? Porque dijimos la verdad. Es lo que hay. Lo que dije yo... es lo que hay.

Usted llegó a estar en prisión.

Sí, sí, sí. Estuvimos yo, Mohamed Chaoui, el hermano de Jamal, Bakali, y Jamal. Casi tres meses sí... Los detuvieron el 13 de marzo y a mí tres o cuatro días después. Estuvimos los tres meses en aislamiento, mientras investigan todo, Marruecos... todo.

¿Ha mantenido contacto con Jamal o con su familia?

No, la verdad. Cuando estábamos en aislamiento hablábamos a voces con él. Nos escuchábamos, hablábamos fuerte, porque nos pusieron en celdas seguidas. Cuando creo que ya se aclararon más las cosas para ellos [los policías], nos pusieron así juntos.

¿Cómo es estar en aislamiento acusado de 200 asesinatos?

Es una experiencia un poco dura, ¿eh? Pero bueno, sabiendo que eres inocente, siempre hay esperanza. Porque dices "mira, mañana va a salir la verdad. Sale algo y se aclaran las cosas".

Pero pienso que aún ahora no está claro esto del 11-M. ¿Quién lo ha hecho? La verdad, no lo sé. ¿Quién lo ha planeado? No puede ser esa gente. No puede un albañil o uno que estaba allí, ¿sabes? Yo, te lo juro, que pensaba "¿qué hago aquí? ¿qué he hecho yo?"...

Imagínese él, que lleva 15 años.

Sí... y eso que el juez [Juan del Olmo, el instructor] se portó muy bien, es buena persona. Me dijo, ¿tú como andas en la calle? Y yo le dije, mira, afeitado. Era para ponerme en la rueda de reconocimiento como voy siempre. Como llevábamos unos días ahí me había crecido la barba. Y yo te digo, si me hubieran señalado a mí, habrían dicho "mira, éste". Y ya. Y te comes esos años, como Jamal...

Pero ¿cómo va a ser así, hombre? ¡Una persona que no ha hecho nada! Sólo la manera, sabes, la manera en que estábamos ahí después del atentado, y cómo estábamos en la cárcel... a la gente inocente se la conoce, ¿sabes? Y no hay otra. Porque el que ha hecho algo, se ve.

Y hablaban entre ustedes a gritos, ¿no?

Sí, más o menos, sí. "Han llegado esto, noticias"... "ha venido el familiar de este que ha dicho, que esto"... "han cogido a uno que se llama El Chino, no sé qué de Tetuán"...

¿Y él qué decía allí en aislamiento?

Él estuvo en otro sitio al principio. A Jamal lo trajeron con nosotros más adelante. Y decían que había unos que habían testificado contra él o algo... Pero es muy difícil, porque su foto salió primero en los periódicos y luego testificaron.

Mucha gente se aprovechó de esto para que les dieran ayudas como víctimas. No sé, pero para testificar una cosa como ésta tienes que estar seguro.

¿Y la Policía desde entonces le ha vuelto a buscar?

Fuimos hace unos años... unos cinco años, a plaza de Castilla a testificar sobre el tema, porque estaban moviendo el caso un poquito... ¡sobre Jamal también!

Sí, cuando se cumplieron 10 años la Policía hizo un informe interno. A lo mejor fue para eso...

Sobre las tarjetas, otra vez. Hubo más sobre el tema de las tarjetas, me preguntaron lo mismo que me has preguntado ahora. Les dije lo mismo. Hace cinco años, en plaza de Castilla...

¿En los juzgados?

Sí, y sacaron mi foto en un periódico. No me gustó eso, la verdad. Me llamaron los abogados de la familia. Y yo encantado. ¿Para testificar? cualquier cosa. Yo sé que [Jamal Zougam] no ha hecho esto, pero tenían que tener a alguien de cabeza de turco.

Nosotros, todos los humanos, tenemos en la cabeza muchos prejuicios. Mira, éste ha hecho esto... ah, ¡moro! O por ejemplo, rumano, ¿ves? Siempre ponemos a todo el mundo en una caja, ¿sabes? Te diga lo que te diga alguien, tenemos en la cabeza muchos prejuicios.

¿Tuvo usted problemas con esa foto en el periódico?

Pues menos mal que quien la vio es un vecino que me conoce bien, sabe cómo soy. El del bar de al lado estaba viendo el periódico, y me dice "Abdul, tu foto sale aquí". Y la verdad son buenas personas, los vecinos son buenas personas. Y le expliqué más o menos, para que no se quedara así. Un poquito... Él sabe cómo soy, estoy seguro. Pero hay otros que a lo mejor, si lo ven dicen que mira, lo viene ocultando años...

¿Usted llegó a conocer a la chica con la que Jamal se iba a casar?

No. No la conocí en persona, pero escuchaba esos días que lo estaba preparando.

Sí, porque estaban visitando un piso...

Ya, estaba casi terminando. Preparando... ¿Y de repente va a hacer esto? Si es que ya te digo... ¡Si fue al gimnasio el día antes del atentado...!