Del cuanto antes a ganar tiempo. Pedro Sánchez fue investido tras un debate de investidura que comenzó a las 9:00 horas de un sábado y se reanudó a la misma hora en el domingo víspera de Reyes. No había tiempo que perder porque, entre otras cosas, el país lleva casi 10 meses en una situación de certificada interinidad, según explicaban en Moncloa y en el PSOE.

"Sabe muy bien lo que tiene que hacer y todo será muy rápido. Desgraciadamente, otros le han dejado mucho tiempo para pensar en cómo van a ser las cosas", explicaba a mediodía uno de los principales colaboradores de Sánchez y probablemente una de las fuentes más autorizadas en la materia. 

Y, de repente, llegó la noticia, tan solo dos horas después. "La semana que viene el presidente Sánchez dará a conocer la composición de su Gobierno", explicó el partido, sin dar más explicación. La información ha fluido con total opacidad durante las negociaciones de investidura, según los dirigentes socialistas para proteger el objetivo último: proteger la elección de Sánchez como presidente. A menudo fueron otros partidos los que fueron explicando las novedades o, incluso, marcando los ritmos con sus mensajes en los medios. 

Sánchez retrasa la formación de su gobierno.

Así lo hizo Unidas Podemos, que trasladó novedades sobre el programa, el nombre de sus ministros y, este martes, hasta niveles inferores como los que ocuparán algunas secretarías de Estado. Es el caso de Ione Belarra, secretaria de Estado para la Agenda 2030, o Nacho Álvarez, para los Derechos Sociales, ambos bajo la vicepresidencia que ocupará Pablo Iglesias. Hasta se sabe quién será el jefe de gabinete de la Vicepresidencia de Iglesias: el ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) Julio Rodríguez. 

Unidas Podemos ha filtrado sus cargos, pero Pedro Sánchez, que podría reservar para el PSOE hasta 14 o 15 ministerios, no ha soltado prenda. Apenas circulaban quinielas y ningún nombre ha sido puesto en circulación, más allá de las cábalas hechas por los equipos de cada ministro, expectantes ante su propio futuro profesional. La diferencia en los estilos es clara y, probablemente, no para el agrado de Moncloa. 

Varios pueden ser los motivos por los que Sánchez retrasa la formación de su Gobierno que sus principales asesores aseguraban como inminente. El primero y más prosaico es que Sánchez sencillamente necesite más tiempo para configurar su gabinete porque alguna de sus apuestas, acaso algún fichaje estrella, haya declinado la oferta, obligándole a hacer nuevas gestiones. 

"Simplemente el presidente tiene que concluir la formación del Gobierno", explicaron a última hora fuentes del Gobierno. "Es un proceso más complejo de lo que parece. Y con implicaciones personales. No podía iniciarse formalmente hasta tener asegurada la investidura", según estas fuentes.

Sin embargo, otra explicación cobra fuerza entre dirigentes socialistas, conscientes de que la causa definitiva probablemente sólo la sepa un reducidísimo grupo de personas. El acuerdo con ERC, clave para la investidura, incluía una cláusula referida al "calendario transparente" de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Geberalitat de Cataluña. "La mesa iniciará sus trabajos en el plazo de quince días desde la formación del Gobierno de España y establecerá plazos concretos para sus reuniones y para presentar sus conclusiones", reza ese punto. 

El Gobierno no ha sido formado, por lo que el tiempo no ha comenzado a correr. Podría no hacerlo hasta el viernes 17 de enero, fecha probable del primer Consejo de Ministros, por lo que la primera cita entre el Gobierno y la Generalitat podría convocarse para principios del mes de febrero. 

Los mismos argumentos que llevaron a Sánchez a celebrar su investidura a toda prisa pueden haberlo llevado a retrasar la formación de Gobierno. Si la inhabilitación de Quim Torra como president de la Generalitat o la posibilidad de que convoque elecciones complicaba a ERC la abstención, que eso ocurra despeja los primeros compases del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que difícilmente podría negociar "de Gobierno a Gobierno" y "de igual a igual", como le reclama ERC con un Ejecutivo catalán en funciones.

Es más, si el pacto PSOE- Unidas Podemos-ERC se trasladase a Cataluña tras sus comicios, el interlocutor podría ya no ser Torra sino un presidente de ERC o, en los sueños más salvajes de Miquel Iceta, del PSC. 

El calendario es endiablado, porque sobre Torra y su inhabilitación tienen que intervenir las juntas electorales, dos Salas del Supremo y el Parlament de Cataluña con decisiones y recursos cruzados que complican la previsión de calendario. Pero el hecho de que Sánchez retrase la formación de su Ejecutivo retrasa, inevitablemente, la primera reunión de la mesa entre Gobiernos y la adentra en las arenas movedizas de un calendario interno en Cataluña donde nadie se fía de nadie como para estar en disposición de mantener una posición cohesionada frente al nuevo Gobierno central. 

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