Las "humillaciones" y los casos de "acoso" eran constantes. Al menos, así lo afirma la agente de la Policía Nacional que ha interpuesto la denuncia. El trato de su superior, un doctor del área de sanidad en una destacada comisaría de Madrid, tuvo graves consecuencias psicológicas para ella -siempre siguiendo su relato-. Desde las reuniones en su despacho hasta una comida a la que asistieron un puñado de compañeros: "Sentía tal asco que tuve que ir al baño a vomitar", manifiesta la denunciante.

En la querella, interpuesto en Madrid al juzgado de instrucción de guardia y a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la policía detalla sus primeros pasos en una comisaría, allá por febrero de 2010. Pero al poco tiempo comenzó a sentir un dolor punzante en la zona lumbar que le condujo hacia el doctor al que ahora ha denunciado.

Las molestias le llevaron a una baja laboral de siete meses. Al término de ese tiempo, la policía pidió el alta voluntaria; trámite que debía certificar el citado médico. Según la denuncia, él le espetó en la consulta: "Con esto qué quiere, ¿que le jubile?". Y ella, llorando, le habría suplicado que no adoptase tal decisión. Según el relato de la agente, él le dijo que "con esta enfermedad no debería haber entrado en la Policía", pero accedió a darle el alta y a darle una serie de recomendaciones para superar sus dolores.

Agradecida, ella se marchó de la consulta. Al poco se incorporó a la Policía Científica, función que desempeñó entre 2012 y 2015. En su unidad formó parte de un equipo con el que congeniaba. Los dolores remitieron y la agente, "motivada por una serie de inquietudes", solicitó entrar en la Policía Judicial; petición a la que sus superiores accedieron.

"Le traigo aquí conmigo"

Estando de servicio en esta brigada, la policía sufrió una neumonía. Para recibir el alta médica, tuvo que pasar por el médico del área de sanidad que le había tratado el dolor de espalda. "Tiene asignado un puesto estático y esto no le viene nada bien, no queremos recaídas, ¿verdad?", afirma la policía que le preguntó el doctor. La denuncia prosigue: "Ya está, le traigo aquí conmigo".

Es en este punto donde comienzan los supuestos casos de acoso que denuncia la agente: "Durante la primera semana de trabajo, el doctor me llamaba cada día para que acudiera a su despacho. Me preguntaba por mi grado de satisfacción con las tareas desempeñadas, mi estado de salud y el trato con mis compañeros".

Pero enseguida empezó a quebrarse esa tranquilidad. La denunciante señala que, con el pretexto de dejarle pasar en las puertas, "colocaba su mano en mi cintura": "Un manoseo constante, su mano recorría toda mi cintura de lado a lado hasta acabar apretando mi costado tratando de acercarme a él".

"Acariciando mi cuello"

También denuncia que el médico le ordenaba pasar a su despacho y quedarse sentada frente a él durante largos ratos: "Se limitaba a trabajar en su ordenador, a veces levantaba su mirada para observarme detalladamente sin decir nada y volver a mirar la pantalla". La policía se sentía una "mujer florero": "Era humillante".

El relato sigue: "Uno de estos días, antes de abrir la puerta para salir del despacho, se acerco a mí y se despidió acariciando mi cuello de una manera lasciva". La agente afirma que el doctor "iba minando" su "dignidad" y que enviaba a sus subordinados a otras tareas para tener más tiempo de estar a solas con ella.

"Con su conducta controladora, autoritaria y libidinosa, mi estado de salud empeoró y él se estaba dando cuenta", detalla la denuncia. Así, el médico la habría explorado en varias ocasiones: "En una ocasión dentro del despacho, el doctor no tardó demasiado en colocarse detrás de mí, comenzó a apartar mi pelo suavemente, introdujo sus manos entre la blusa y me tocó el cuello realizándome un masaje hasta llegar a apartar los tirantes del sujetador".

Según la policía, él doctor "acercó su cara" a su oreja y le susurró "de forma sugerente": "Relájate mujer, relájate, estás muy tensa, estoy ayudándote para que mejores y no te tenga que jubilar".

Empeora su estado de salud

La denunciante afirma que su estado de salud empeoró. Que en una ocasión, en la cafetería y delante de otros compañeros, él le realizó un masaje en el cuello "mientras hablaba con las otras tres compañeras en tono burlón". Que él "colocaba su mano en mi cintura para manosearme [...] tocando lateralmente uno de mis pechos". Que invadía su espacio y le rozaba "con su zona íntima sexual".

Y que en una de esas exploraciones, él la "comenzó a manosear suavemente con las palmas de sus manos" en la "zona superior" de sus glúteos. Ella reaccionó dando un paso adelante, provocando el enfado de su jefe: "Yo no la veo bien, ¿eh? ¿Voy a tener que jubilarla?", le preguntó el doctor, según la denuncia.

Los episodios detallados en el texto continúan. Como cuando él le habría puesto la mano en su ingle "para acceder a la zona de mi vagina por encima del pantalón" cuando la denunciante le trasladaba en un coche.

Baja por embarazo

En esas, la policía y su marido recibieron una noticia: ella estaba embarazada. Pero según su ginecóloga, sufría un "cuadro de estrés en el ámbito laboral", motivo por el que solicitó la baja. No sin dificultades, la agente la consiguió. Afirma que tuvo un parto complicado por el estrés y que después "apenas podía dar de mamar a mi bebé, no producía suficiente leche para amamantarla".

Tras la baja, la policía regresó al trabajo. Pero solicitó su traslado y empezó a trabajar en otra comisaría. La situación mejoró, aunque "seguí con estrés, no había superado todo lo que me había ocurrido". 

En esas, le llegó una invitación a participar en una comida en el área de sanidad a la que había pertenecido. Aconsejada por una compañera y amiga que además era psicóloga, fue para enfrentarse a "ese miedo": Estaba aterrada, entré temblando, apenas comí, intentaba pasar desapercibida, pero el doctor clavaba sus ojos en mí. Yo intentaba cambiarme de sitio, él también lo hacía para tener contacto visual conmigo. Sentía tal asco y angustia que tuve que ir al baño a vomitar".

En julio de 2019, tras haber entregado su arma y haberse puesto en manos de un especialista, la policía denunció los supuestos episodios de acoso por vía interna. A partir de ahí, la agente afirma que sufrió varios actos de incomprensión por parte de sus superiores; también que el tribunal médico que debía evaluarla pasaba, ineludiblemente, por el doctor al que había estado subordinada.

Por esos hechos, la policía optó por interponer una querella criminal al Juzgado de Instrucción de Guardia de Madrid.

"Malestar general"

El sindicato policial Jupol ha arropado a la denunciante. En un comunicado, aseveran que "el malestar general de todos los miembros del sindicato es indescriptible": "La Dirección General de la Policía no tiene medios de respuesta legal eficaces ante este tipo de hechos y se haya obligado a dicho agente a llegar hasta este extremo".

"Utilizaremos todos los medios legales para que se haga justicia ante estos hechos y se depuren las responsabilidades de todas las personas que se han visto involucradas  tanto al realizar estas conductas como al consentirlas", aseveran desde Jupol. E instan: "Hacemos un llamamiento a todos los compañeros que hayan sufrido este u otro tipo de actos para que denuncien a los responsables".

Noticias relacionadas