"Si no hay elecciones en noviembre, las habrá unos meses después. Con Podemos no podemos gobernar. Porque el problema no es la investidura sino gobernar. Y con estos y con una ERC impredecible no puedes aguantar". Así se expresa un diputado socialista al ser preguntado por qué ocurrirá en septiembre. Porque ahora, en agosto, los diputados, asesores parlamentarios y del Ejecutivo ya tienen más que reservadas sus vacaciones. En los Ministerios hay turnos de guardia de los altos cargos y los ministros aseguran no descansar nada más que unos días, en torno a una semana. Pero la sensación es de vacaciones tras meses de nervios. Y que pase lo que tenga que pasar a la vuelta. 

No hay ambiente de investidura en el Congreso de los Diputados que este martes constituyó 28 comisiones sin que esté prevista una sola reunión de los nuevos órganos en todo el mes, situado fuera del período de sesiones por el Reglamento interno. No hay reuniones, al menos que se sepan, para trabajar en la investidura de Pedro Sánchez y hay quien hace hipótesis sobre la posibilidad de que Pablo Casado presente su nombre, a pesar de que la suma de PP, Ciudadanos y Vox es de menos diputados que la de PSOE y Unidas Podemos, que votarían en contra. De proponer una vicepresidencia y tres ministerios para Unidas Podemos, el Gobierno ha vuelto a ofrecer un acuerdo sobre medidas para un Gobierno monocolor socialista. 

Hasta la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tuvo que salir al paso este martes al recordar que "urge" un Gobierno para que el país y la Cámara funcione, pidiendo a todos, sin especificar, "responsabilidad" y "sentido de Estado". En la cafetería o en los pasillos, los diputados preferían comentar destinos vacacionales. 

España se encamina hacia las elecciones. No sólo porque el reloj cuenta las horas hasta el 23 de septiembre, último día para investir a un candidato, sino porque los partidos siguen en sus trincheras, criticándose a través de los medios de comunicación en programas de televisión o radio matutinos, sin hacer ni un ademán de resucitar las negociaciones. 

En el PSOE comienza a cundir la desconfianza. Si hasta la semana que viene eran numerosos los dirigentes que confiaban en un acuerdo con Unidas Podemos (y tampoco estuvo tan lejos), la cifra ha bajado sustancialmente en los últimos días. Los hay que creen que en septiembre no habrá más remedio que encontrarse con Pablo Iglesias a medio camino entre lo que él proponía y lo que Sánchez estaba dispuesto a conceder. Unas nuevas elecciones pueden suponer un nuevo descalabro de Podemos, pero también son una moneda al aire que puede acabar privando a Sánchez de la posibilidad de repetir como presidente. 

"Esa es la interpretación racional, lo más sensato, incluso un poco ingenuo, pero en la política actual no hay mucha sensatez", explica una de las personas que mejor conoce a Sánchez. "Iván Redondo quiere elecciones porque cree que subiremos", explica una diputada socialista que prefiere no jugársela con lo que otros partidos de izquierdas consideran una "ruleta rusa" que puede perjudicar a todo el espectro progresista.

La incógnita redondo

Redondo, jefe de Gabinete de Sánchez, es su mano derecha y en él ven muchos socialistas al cerebro de una estrategia que pasó por retrasar al máximo el inicio de las negociaciones con Podemos para después reivindicar que fue Iglesias quien las acabó rompiendo. Su entorno lo niega, asegurando que él sólo quiere obtener el mejor de los acuerdos para investir a Sánchez, aunque sea a costa de añadir un poco de presión. Este partido se gana "en el minuto 93", explican en Moncloa. 

"Si vamos a elecciones, será por culpa de Iglesias. ¡Nunca jamás soñó tener tanto poder como le ofrecimos con nuestra última propuesta! Y la gente se da cuenta, entre otras cosas porque ya lo hizo en 2016", explica uno de los diputados socialistas, con puesto en la Ejecutiva del partido, que cree que no hay más remedio que repetir los comicios. En el PSOE aún se sigue apelando al PP y, sobre todo, a Ciudadanos, pero con la boca pequeña. "Sabemos que PP y Ciudadanos no se van a abstener nunca, al menos no ahora", explica un antiguo referente socialista. "Sólo hay dos opciones, o que nos entendamos con Podemos o elecciones". 

Cunde la opinión de que la vía de la abstención de PP o Ciudadanos sólo podría abrirse tras la repetición electoral, como en 2016 ocurrió con el PSOE, porque es posible que haya dos elecciones seguidas, pero inasumible que hubiera unas terceras. "Y, con todo, ellos nunca harían lo que nosotros. Se romperían por dentro y lo saben. Así ganó Pedro Sánchez", explica un destacado socialista, con responsabilidades en la empresa pública. 

Un CIS electoral

El barómetro del CIS dio alas a la tesis de las elecciones. El PSOE obtendría el 41,3% de los votos, según el estudio dirigido por el sociólogo José Félix Tezanos. Sería poco menos que volver a cotas de apoyo más propias del bipartidismo, pero en un sistema de partido único con los demás partidos como satélites minoritarios.

"Lo que me sorprende es que no dé un resultado de ultramayoría superabsoluta al PSOE", ironizó Javier Maroto, recién nombrado portavoz del PP en el Senado. Las elecciones pueden darle "350 diputados a Pedro Sánchez y no hará falta que nos presentemos los demás", según Fernando De Páramo, de Ciudadanos. "Si decide obligar a los españoles que vuelvan a votar, sacaría un 127% de los votos y sería elegido Rey de España, Presidente de la Comisión Europea, Papa de Roma y Emperador del Universo", según Pablo Echenique, de Podemos. 

En su valoración, el portavoz adjunto del PSOE en el Congreso, Rafael Simancas, pidió "realismo y responsabilidad para asumir que en este país los españoles quieren que gobierne el PSOE". "Sólo hay una opción legítima" y es "hacerse a un lado, que el PP se abstenga", explicó. 

La advertencia del PSOE es doble: los ciudadanos quieren a Pedro Sánchez, así que hay que investirlo incluso aunque Sánchez no quisiera negociar las condiciones. Por otra parte, los socialistas advierten a los demás partidos de que unas nuevas elecciones serían su fin. Y los hay dentro del PSOE que creen que, aún siendo exagerados los datos del CIS, marcan el camino a seguir. "Si subimos y, en el peor de los casos, las sumas siguen igual, la presión sobre Ciudadanos y el PP sería enorme. Y Pablo Iglesias ya no podría pedir nada porque se habría despeñado. No queremos más elecciones, pero si las hay, nos vendrían bien", explica otro diputado socialista. 

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