No habían pasado ni 24 horas y algo se movía en Unidas Podemos, PP y Ciudadanos. Y ese movimiento gustaba al PSOE.

En Unidas Podemos era más que un movimiento: un temblor sísmico hacía que del logo electoral se tambalease la primera palabra. Izquierda Unida abrió este viernes una vía de agua a Pablo Iglesias con un comunicado en el que abogó por un "acuerdo en torno a las bases programáticas" del acuerdo de Presupuestos. La formación de Alberto Garzón, que aporta seis escaños a los 42 del conjunto, pide votar sí a Sánchez "aun en el supuesto de que no existiera acuerdo para constituir un gobierno de coalición con el PSOE, con el fin de evitar una nueva repetición electoral". 

En el PP, uno de sus principales barones y referencia interna, Alberto Núñez Feijóo, aseguró que su formación política estudiaría cualquier oferta para abstenerse por parte del PSOE siempre que hable en serio y demuestre que no quiere pactar con nacionalistas. "Si alguna vez el señor Sánchez quiere hablar en serio, con el PP siempre se puede hablar en serio", aseguró el presidente de la Xunta. 

Si Sánchez hace alguna propuesta "sincera y de verdad", el PP "la estudiará" una vez se concrete. "Por escrito, con un programa de mínimos y con una firma en caso de llegar a un acuerdo", ha advertido. Su posición parece tener poco recorrido, entre otras cosas porque casi al mismo tiempo los socialistas pactaban un Gobierno con Geroa Bai, Podemos y Izquierda-Ezkerra en Navarra que sólo prosperará gracias a EH Bildu. Pero ahí quedaba. 

Por último, el diputado Francisco de la Torre, una pieza importante en su equipo económico, abandonó la dirección del partido al considerar que Albert Rivera ha dejado de hacer política al negarse a negociar con Sánchez y quedarse en "la negativa radical del no es no. Has decidido quedarte en uno de los extremos lo que, a mi entender, no es hacer política. Y, por supuesto, yo no lo considero propio de un partido centrista", dijo en una carta al líder naranja. 

En menos de 24 horas, en los tres partidos surgieron voces críticas que se apartaban (en el caso de Feijóo) o directamente cuestionaban la línea oficial de sus líderes. Eso es, exactamente, lo que el PSOE quiere conseguir de aquí a septiembre. 

"Punto de arranque" y presión

En una entrevista en Telecinco, Sánchez propuso el jueves volver "al punto de arranque" de la legislatura. Es decir, cuando los socialistas apelaban tanto a PP y Ciudadanos como a Unidas Podemos. El viernes, Carmen Calvo confirmó que eso era así retirando la oferta de un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. "No hay vía en esa dirección", advirtió Calvo, que cargó duramente contra Rivera y Casado. 

Los socialistas tratan, por una parte, de ganar tiempo. Calvo aseguró que el Gobierno no se va de vacaciones (aunque buena parte de los altos cargos y personal de confianza ya tenga todos los billetes comprados y, además, disposición a aprovecharlos), pero sabe que las negociaciones se aceleran cuando queda poco tiempo. 

Sin ir más lejos, Sánchez tuvo casi tres meses de contactos sin apenas negociar y poco menos tres días de negociación sin finalmente resultado. El candidato socialista, despojado de la condición de propuesto por el Rey, aseguró que él no tira la toalla, pero no ha explicado en ningún momento qué está dispuesto a hacer para lograr su investidura, qué está dispuesto a ceder o cuándo se pondrá a la tarea. 

El primer movimiento tras el naufragio socialista, que hasta la misma votación advertía de que no habría más que una investidura, tuvo varios objetivos. El primero, despejar las dudas: Sánchez lo siga intentando, aunque hasta ahora sus resultados hayan sido, como poco, pobres. De esa manera, puede combatir la falta de voluntad en un pacto que le achacan en Podemos. El segundo: ganar tiempo con una estrategia general, inespecífica, de presionar a PP, Ciudadanos y Unidas Podemos por igual, para posicionar al partido y a la sociedad hacia la exigencia de responsabilidades a estos tres partidos al tiempo que se le resta protagonismo a Podemos como castigo. Si quieren volver a ser "socio preferente", tendrán que ganárselo. 

Mantener viva la llama

El último de los objetivos es mantener viva la llama de que elegir a Sánchez depende de todos ellos. Sólo así la prensa seguirá haciendo preguntas a los tres partidos y buscando críticos. Sólo así los críticos en esas formaciones podrán dar un paso adelante. Si Sánchez hiciera caso a los gritos de la calle Ferraz el 28-A y dijese "con Rivera, no", en el partido naranja no habría ni la más mínima duda. No se puede pactar con quien te descarta de antemano. 

Varias fuentes socialistas insisten, un día después, en que la situación de fondo en realidad no ha cambiado. "El PSOE sigue siendo el primer partido de España, como se demostró en cuatro comicios diferentes en menos de un mes. Sigue sin haber alternativa a Pedro Sánchez y su prioridad es ser investido sin votos nacionalistas. ¿Por qué no íbamos a apelar a la responsabilidad de todos si es de todos?", se preguntan. 

En ese sentido, los socialistas comenzarán a agitar el miedo a elecciones y la responsabilidad democrática de evitar unos nuevos comicios, esperando que haga mella y que, llegados a septiembre, no sean tres, como Garzón, Casado y De la Torre, sino muchos más los que pongan contra las cuerdas a sus propios líderes. 

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