Jaume Collboni (Barcelona, 1969) cree que es su momento. Las encuestas le sonríen. Según varios sondeos, el cabeza de lista del PSC a la alcaldía de Barcelona podría duplicar los cuatro concejales que ahora tiene su partido en el Ayuntamiento. Por el bastón de mando pugnan también y con fuerza Ernest Maragall (ERC) y la actual alcaldesa, Ada Colau (Barcelona en Comú). 

Collboni fue teniente de alcalde hasta que en noviembre de 2017, tras el referéndum ilegal de autodeterminación y la declaración de independencia, Colau lo expulsó junto a los demás concejales socialistas por defender la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Desde entonces, los socialistas han ido construyendo una alternativa no independentista y de izquierdas que se ha visto propulsada por la recuperación del PSOE con Pedro Sánchez en las últimas elecciones generales. 

Muchos lo daban por muerto, especialmente tras la irrupción de Manuel Valls como candidato apoyado por Ciudadanos, pero Collboni no se resigna y supera ampliamente al ex primer ministro francés en los sondeos. Promete a Barcelona "volver a ser Barcelona", la gobernada por Maragall (Pasqual), Joan Clos y Jordi Hereu, y librarla del independentismo de ERC o los flirteos de la actual alcaldesa. 

¿Qué se juega Barcelona en estas elecciones?

Tener un Ayuntamiento al servicio de los problemas de los ciudadanos, que son la vivienda, la seguridad, la economía y el trabajo, o ponerla al servicio del independentismo. O continuamos con el procés porque hay un alcalde independentista con el apoyo de los comunes o tenemos un Gobierno progresista y no independentista del PSC. 

Si la elección es entre un alcalde independentista y uno que no lo sea, ¿sumará entonces usted fuerzas con PP y Ciudadanos?

Lo que voy a hacer es sumar votantes progresistas, moderados y no independentistas que tomen conciencia de la situación de riesgo en la que está la ciudad. No voy a dar apoyo a un alcalde independentista. Salimos a ganar y a gobernar. Desde esa victoria hablaremos con todo el mundo para acordar medidas para la ciudad, excluyendo a los extremos, tanto a los antisistema como otros que no asoman la cabeza pero están por ahí. 

¿Es igual de tajante con Maragall como con Colau, que expulsó al PSC del Ayuntamiento?

Colau no es de fiar. Mi confianza política en ella es cero. Teníamos un Gobierno de izquierdas y lo rompió por la presión del independentismo. Ha girado hacia las tesis independentistas desde el 6 y 7 de septiembre en el Parlament, cuando dejó en la estacada a Joan Coscubiela [en esos día de 2017 se votaron las leyes de desconexión e independencia]. 

Dice que hay una posibilidad de pacto entre Colau y Maragall. ¿Tiene una lectura para el conjunto de Cataluña? ¿Puede ser Barcelona moneda de cambio en una negociación global?

Ellos lo han explicitado diciendo que se iban a apoyar los unos a los otros. Han utilizado diversos eufemismos sobre el derecho a la autodeterminación o el ensanchamiento de la base de la que habla ERC. Colau ha ignorado que ha habido una declaración unilateral de independencia y se habían saltado las leyes democráticas o los derechos de las minorías. Eso ha sido muy nocivo para la ciudad de Barcelona desde el punto de visto de la convivencia y de la economía. 

La candidatura independentista ha ganado las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona. ¿Es un mal presagio?

Es una muy mala noticia y la prueba palpable de que el independentismo quiere copar todas las instituciones económicas y sociales para ponerlas al servicio de su causa. Se politiza una institución que no debería ser partidista, como la Cámara o la Fira. Esta gente no tiene un programa económico sino sólo independentista. 

Nadie tendrá previsiblemente mayoría absoluta. ¿Se medirá el éxito de su campaña por que no haya un alcalde independentista?

El éxito de mi candidatura será que gane las elecciones y sea alcalde, algo que asegurará que hay un Gobierno para todos, que prioriza la defensa de Barcelona y que pasa página al procés independentista y al mal gobierno de Colau. Necesitamos buena gestión y transformación de la ciudad. 

Si Barcelona tiene un Ayuntamiento independentista, ¿estará la autodeterminación más cerca? 

La autodeterminación no se dará. No lo contempla la Constitución y sólo se aplica a las colonias, no a la parte de un Estado democrático como es España. No pasará en ningún caso, pero sí se trasladarán aquí las patologías, la inestabilidad, la crispación y el bloqueo del procés. Con un alcalde independentista, todo eso cruzaría la plaza de Sant Jaume, de un lado [la sede de la Generalitat] al otro [el Ayuntamiento]. ERC cambió el candidato con un dedazo y para un objetivo: pintar de amarillo Barcelona y que caiga del lado independentista. Colau está dispuesta a apoyarles.

Valls no cuaja porque no tiene proyecto para la ciudad, no la conoce y niega el apoyo de Ciudadanos de una forma bastante absurda

Cuando Manuel Valls apareció en escena, muchos le dieron a usted por muerto. Las encuestas ahora sitúan a Valls por detrás. ¿Por qué parece estar pinchando?

No cuaja porque no tiene proyecto para la ciudad, no la conoce, su candidatura se ha construido con un punto artificial y niega el apoyo de Ciudadanos de una forma bastante absurda. El partido ha girado a la derecha de una forma bastante radical en los últimos meses porque quiere liderarla aunque sea a costa de un bloqueo. Se ve con la designación de Iceta como senador: los dos partidos que hablan de no votarlo, algo inédito en la historia de la democracia, son ERC y Ciudadanos. Los dos viven del conflicto. Todo eso está lastrando mucho la candidatura de Valls. 

¿Cuál debe ser la importancia o el lugar de Barcelona en España?

Tiene que ser una cocapital cultural. Durante la etapa de gobierno yo estuve negociando un convenio en ese sentido que ya había funcionado en tiempos de Jordi Hereu y José Luis Rodríguez Zapatero. Barcelona debe tener rango de cocapital porque ya destaca en ámbitos como el editorial y muchos otros. También defiendo la cocapitalidad económica. Tenemos una economía industrial y muy exportadora, ahora basada en el conocimiento y en el ámbito digital. Barcelona tiene que aspirar a ser el otro gran polo de desarrollo del país. Sobre las instituciones, nuestro viejo sueño sigue siendo que el senado federal acabe estando en Barcelona. 

¿Está Barcelona en un declive en lo económico y cultural? ¿Ha dejado Barcelona de ser un faro, un sueño para el conjunto del país?

No sería tan tajante pero sí corre el riesgo de dejar de serlo si no recibe el apoyo de las instituciones. Uno de mis orgullos fue subir el Presupuesto de cultura en la ciudad un 15% para llevarlo hasta el 5%. La Generalitat le dedica el 0,7%, por ejemplo. Barcelona tiene una capacidad de atraer talento creativo y cultural, pero se necesita un entorno de clima de acogida y de creación. Es evidente que por el procés no lo ha tenido. 

Collboni, en el Caixaforum de Madrid, en una imagen de archivo. Jorge Barreno

Usted propone 4.000 viviendas de alquiler social. ¿Es suficiente para solucionar el problema?

Propongo algo que ya hacían los gobiernos socialistas: construir una media de 1.000 pisos de protección oficial al año. No es una promesa, es lo que se hacía en la ciudad hasta que llegó Colau. Propongo volver a hacerlo para crear un parque de vivienda de alquiler accesible dirigido sobre todo a las familias trabajadoras y de clase media de la ciudad. Colau las ha olvidado y se tienen que ir de la ciudad porque no pueden aspirar a las viviendas de emergencia habitacional pero tampoco pueden pagar los precios que se piden en el mercado. También hay que hacer colaboración público-privada, algo que Colau ha parado por prejuicios. De las 8.000 viviendas que prometió para este mandato, sólo ha hecho 800. Es uno de sus incumplimientos más graves. 

El problema va mucho más allá de los 950 euros que se paga de media por el alquiler. Hay miles de habitaciones alquiladas por 500 o 600 euros y no aparecen en las estadísticas

¿Está a favor de un control de precios?

Somos favorables a establecer precios de referencia por barrios y que incluyan incentivos fiscales. El problema va mucho más allá de los 950 euros que se paga de media por el alquiler. Hay miles de habitaciones alquiladas por 500 o 600 euros y no aparecen en las estadísticas. Hay muchas medidas posibles, entre otras implicar a toda el área metropolitana para lo que es un derecho como una casa no se convierta en un fracaso como una casa. 

¿Hay que reducir el número de pisos turísticos en Barcelona?

Hay que concentrarlos en edificios únicos. La tendencia debe ser no renovar las licencias de pisos individuales en comunidades de vecinos para concentrarlos en otros edificios. Ya se han estado tomando medidas para controlar la ilegalidad, algo sobre lo que hay que reconocer que el Gobierno actual sí ha tomado medidas. El aliado natural de un turismo de calidad controlado y planificado son los hoteles. 

"Colau y la seguridad son como el agua y el aceite"

Han crecido mucho los datos de crimen en la ciudad. Colau culpa a la Generalitat. ¿Cuáles son sus propuestas?

Tenemos una crisis de seguridad en Barcelona. El ministro del Interior acaba de decir que somos la ciudad más insegura de España y lo somos por responsabilidad de la alcaldesa, que es la máxima autoridad en materia de seguridad en la ciudad. Ella tiene la responsabilidad y el mando sobre los cuerpos policiales, pero ha negado el problema. Colau y la seguridad y el orden público son como el agua y el aceite. Ha negado la necesidad de, para empezar, tener más policía hasta que hemos empezado a estar todos con el agua al cuello. La receta es relativamente sencilla: prevención, proximidad y Policía. Hay que ampliar en 1.000 efectivos la Guardia Urbana, como hicimos en la última etapa socialista. Hay que hacer un discurso claro que recupere la autoridad democrática del Ayuntamiento en el espacio público. En esta ciudad hay normas y se van a cumplir. En un año se puede revertir la situación. 

Legalizar y regular la prostitución va en contra del principio de igualdad y de lucha contra la explotación sexual

Propone una ordenanza contra la prostitución, pero el espacio de Colau ha pedido regularla. 

Tenemos una posición abolicionista. Va a ser una prioridad hacer como Suecia, donde se ha combatido el tráfico de mujeres y se ha perseguido al prostituidor, aquel que compra sexo, además de acompañar a las mujeres para que salgan de esa situación de explotación, que son el del 95% de los casos. Legalizar y regular la prostitución va en contra del principio de igualdad y de lucha contra la explotación sexual. En Barcelona ya tenemos una ordenanza que persigue el consumo de prostitución en el espacio público. Ya se puede sancionar a los prostituidores, pero en 2018 sólo se pusieron cuatro multas, imagino que de guardias urbanos que se tomaron muy en serio el asunto. Yo he cambiado de posición y hace unos años defendía otra postura, pero he visto el resultado de las políticas abolicionistas. Colau y Ciudadanos son partidarios de la profesionalización de la prostitución, aunque no hayan hecho nada. 

”Volvamos a ser Barcelona”, dice su lema de campaña. Y al tiempo propone celebrar una Exposición Universal en 2030. ¿Necesita Barcelona otros Juegos Olímpicos o un evento similar? 

Barcelona necesita que se haga política para la gente, desde el transporte, los equipamientos culturales, la sanidad… La diferencia entre Colau y nosotros es que ellos predican y nosotros damos trigo. Pero también hay que pensar en objetivos a medio y largo plazo, por ejemplo en la Agenda 2030, con emisiones cero y pobreza cero. En 2029 celebraremos el centenario de la Exposición Universal de 1919, se reformará el espacio Fira-Montjuic y culminará la Agenda 2030 de la ONU. Queremos que ese hito se celebre en Barcelona, con una exposición en la que los países, las ONG y las empresas vengan a compartir conocimiento, tecnología y políticas públicas. La Mobile World Congress fue un objetivo ambicioso y se consiguió, pero desde entonces no ha vuelto a haber ningún gran acontecimiento internacional deportivo, cultural o económico. 

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