"No entiendo qué está haciendo Pablo Iglesias. Ha pasado de no estar a estar muy perdido. Como no remonte, la izquierda lo va a tener complicado por mucho que nosotros ganemos". Según un ministro, que se expresa así, la reaparición del líder de Podemos no ha venido acompañada de una buena estrategia de campaña. 

Su opinión es compartida por miembros de la dirección del PSOE. "Tenemos miedo de que Podemos no tire y por eso estamos haciendo una campaña de guante blanco con él", explica un cercano a Pedro Sánchez. "Nos viene muy bien el voto útil, pero no que Podemos se vacíe del todo", según él. En Ferraz ya no se ve a Podemos como la gran amenaza que fue hace dos años sino como una mera muleta, más o menos difícil de manejar, de cara a un nuevo Gobierno. Sin embargo, la evolución de la campaña y los distintos sondeos han encendido la alarma en el cuartel general socialista. 

El último sondeo de EL ESPAÑOL sitúa al partido morado en quinta posición, por detrás de Vox y con entre 28 y 32 escaños. Su espacio político perdería más de la mitad de los diputados en el Congreso. El voto útil y la ley electoral, que favorecería mucho al PSOE si, como pronostican las encuestas, es el primer partido en casi todas las provincias, haría que la suma no se resintiese tanto. Pero en Ferraz no se fían. 

Fuentes del PSOE aseguran que, en su última visita a Moncloa, un Iglesias todavía de permiso por paternidad pactó con Sánchez una estrategia electoral conjunta basada en la movilización de un amplio espectro del electorado. Así, Iglesias y Sánchez acordaron que el PSOE apelaría al centroizquierda y a los votantes más moderados, sin ahorrar críticas a Ciudadanos para tratar de recuperar el terreno que Rivera ganó a la izquierda.

Por su parte, Iglesias enarbolaría una estrategia de movilización propia para lograr que el núcleo de votantes morados más fieles no se quedase en casa. Se trata del electorado más ideologizado y, de alguna forma, radical. El cometido de Iglesias casa más con las orientaciones políticas del líder morado y menos con la estrategia de la transversalidad, seguida por Podemos en otras campañas y diseñada por Íñigo Errejón, hoy virtualmente fuera del partido. Mientras que Sánchez lograría la primera plaza, Iglesias salvaría los muebles. Si ambos hacen su trabajo, podrían gobernar juntos. 

Una cláusula de no agresión

Según las mismas fuentes, el pacto contiene una cláusula de no agresión personal. Así, Iglesias puede criticar al PSOE y erigirse en imprescindible para que el nuevo Gobierno sea de izquierdas. Puede arremeter contra los incumplimientos de los acuerdos entre ambos partidos. Puede criticar a los cercanos a Sánchez. Lo único que no debe hacer es atacar directamente a la figura del presidente del Gobierno, que es a su vez el principal reclamo de la campaña electoral socialista, como antes lo fuera su persona en la estrategia de primarias internas. Por su parte, Sánchez cumpliría su parte del trato tan solo con no hablar demasiado de la formación morada. 

Hasta ahora, Iglesias se ajusta a la perfección a esa estrategia, llegando a reconocer sintonía personal con Sánchez, al que según el nuevo relato, los poderosos no le dejarían ser Sánchez y pactar con Podemos. El presidente del Gobierno sólo tiene palabras para los partidos de la derecha. El reparto de papeles funciona.  

Son las encuestas y el tipo de discurso con el que ha reaparecido el líder de Podemos los que pueden echar por la borda esta estrategia conjunta de partidos diferenciados. Varios miembros de la dirección federal del PSOE creen que Iglesias cosechará un muy mal resultado. Si en 2015 y 2016 la ley electoral le dio un empujoncito en escaños que lo consolidó como tercer partido, en esta ocasión ser quinto, si se cumplen los peores augurios, laminaría sus posiciones y haría que muchos votos se perdieran en favor de partidos de centro y derecha. 

Un discurso duro pero poco eficaz

Algunos de los integrantes de la dirección del PSOE más proclives al pacto con Podemos creen que el nuevo discurso de Iglesias es sencillamente increíble. "Entre las luchas internas y la manía persecutoria del líder, no hay que descartar que una buena parte de su electorado que no vuelva al PSOE no vaya a votar", explican estas fuentes.

A los consultados sorprende que Iglesias haya recuperado, sin apenas renovar, el discurso con el que irrumpió en política en 2014 sin tener en cuenta que lleva ya cinco años en las instituciones. En ese sentido, apelar a las "20 familias" más poderosas del país o a un complot de medios de comunicación (incluyendo los que fueron imprescindibles para la expansión morada) tiene muy poco recorrido en las urnas. "Si él vive en un chalé es por los bancos y no deja de aparecer en las teles que según él le hacen el vacío", explican. 

Según otro ministro, Podemos tuvo el gran mérito de reilusionar a muchos votantes que tradicionalmente no votaban, especialmente los jóvenes. "Ahí hay un riesgo", señala este miembro del Ejecutivo.