Es una tregua, no la paz. Pedro Sánchez y Susana Díaz comparten mítines, y muchas sonrisas en ellos, pero poco más. Cada uno suele salir por un lado del escenario, algo que es más que una metáfora. El brutal enfrentamiento interno de las primarias por el liderazgo del partido y la desconfianza mutua, política y personal sigue latente, aunque desde entonces hayan sido aliados a la fuerza en varias ocasiones.

La noche del 2 de diciembre, próximos colaboradores de Sánchez comenzaron a afilar los cuchillos. Díaz había perdido la Junta de Andalucía tras 37 años de presidentes socialistas. Ella había elegido la fecha, la campaña y los nombres de las listas al margen de Ferraz. Cuando algunos dirigentes empezaron a sugerir que la expresidenta tendría que reflexionar sobre su continuidad al frente del partido, el PSOE andaluz montó en cólera. La dirección federal decidió echar el freno y esperar. 

Después llegó la elaboración de candidaturas para el Congreso y el Senado, así como para las elecciones municipales. La Comisión Federal de Listas, copada por afines a Sánchez y haciendo uso de las normas del partido, decidió ignorar las propuestas de cuatro provincias andaluzas que aseguraban que los candidatos que enviaban al Congreso habían recibido un claro apoyo de los militantes en votaciones de asambleas locales. Sánchez colocó a quien consideró conveniente y Díaz respondió. "Tomo nota", dijo a las puertas del Comité Federal.

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"Susana es fruta madura"

Las heridas no están cerradas. Según uno de los máximos dirigentes del PSOE, próximo a Sánchez, Díaz está "muy tocada" desde el 2 de diciembre, aunque ella se resista a creérselo. "Los militantes te lo dicen allí [en Andalucía]. Fruta madura", resume. La metáfora de que "Susana caerá como fruta madura" se lleva escuchando meses dentro del PSOE. Se refiere a que su marcha es cuestión de tiempo. 

Los más próximos a Díaz rechazan tal cosa. El último congreso regional del partido fue en julio de 2017, apenas dos meses después de las primarias por el liderazgo que perdió frente a Sánchez. A la expresidenta le quedan, en teoría, al menos dos años al frente del partido que piensa aprovechar para volver a la Junta como presidenta. 

La "intuición con esperanza" de Díaz

Así lo dejó caer Díaz delante del propio Sánchez este lunes en un mitin en Málaga. "Tengo una intuición que se combina con la esperanza. El 28 de abril [fecha de las elecciones generales] va a ir muy bien. El 26 de mayo [elecciones europeas y municipales] va a ir muy bien. Y cuando Pedro sea presidente y Dani [Pérez] alcalde de Málaga, yo estaré más cerca de volver a ser la presidenta de Andalucía. Las tres derechas no nos han dejado a pesar de ganar las elecciones. Estoy convencida y nos vamos a batir el cobre", dijo frente a un aplauso unánime, Sánchez incluido. 

En Ferraz no lo tienen tan claro, pero quieren que Díaz movilice al partido para elegir a Sánchez, su principal enemigo interno. En ese sentido, el 28-A es un arma de doble filo para Díaz: podría contribuir a la gran victoria de Sánchez, pero la gloria será sólo para él. En cambio, si el PSOE saca un mal resultado en Andalucía, la culpa será sin duda atribuida a Díaz. 

Díaz y cuatro provincias no rebeldes

Fuentes de la dirección federal consideran muy significativo que durante el proceso de elaboración de listas electorales, la dirección federal sólo haya tenido que imponerse en cuatro provincias: Sevilla, Córdoba, Cádiz y Almería. En las otras cuatro, hubo acuerdo y cesión mutua. "Se le han ido cuatro provincias", explica este dirigente. 

Sin embargo, Ferraz quiere que los militantes críticos con Díaz den el paso. "Algunos están esperando a que nosotros vayamos allá", lamenta esta fuente. "Y es la militancia, allí lo tienen que decidir, en las Ejecutivas provinciales, en la militancia andaluza", explica. En otras palabras: sólo si los adversarios internos de Díaz se agrupan y se coordinan podrá haber relevo al frente del partido.