Valencia

“El santo patrón del cuello desabrochado”, como así lo apodaron en The New York Times, apareció sobre el escenario con una de sus sempiternas camisas blancas, donde los primeros botones lucían impecablemente desabotonados. Durante una hora y 40 minutos, en francés con sobretítulos en castellano, Bernard-Henri Lévy (Béni-Saf, Argelia, 1948), el cruzado del europeísmo, alternó un fértil discurso solidario y humanista, plagado de referencias filosóficas, con ataques virulentos contra el neonacionalismo de Vox y el neorregionalismo del independentismo catalán.

Santiago Abascal lo describió encaramado a un caballo “como si se creyera en El señor de los anillos”, y hubo alusiones continuas a Quim Torra, “marioneta de Puigdemont, que trata de hienas y chacales a los que no hablan catalán y ha declarado su fascinación por los filofascistas hermanos Badía”. Sus nombres sonaron junto a los de Marine Le Pen, Matteo Salvini, Jeremy Corbyn y Viktor Orbán, que berrean al unísono un “grito de guerra contra la democracia, los valores liberales y Europa”.

Esta es la quinta parada de una cruzada de tres meses por 22 ciudades europeas. El propósito tenaz de un filósofo que pretende sacudir las conciencias dormidas de los descreídos del Viejo Continente. Teatro, en definitiva, de urgencia. Lévy estrenó la noche del miércoles en Valencia su monólogo interior Looking for Europe

Se trata de un espectáculo unipersonal que aspira a remover conciencias frente a la irrupción de los partidos populistas y extremistas, de talante eurófobo. La primavera del pensador francés pugna, cita tras cita con sus diferentes auditorios, por reverdecer la resistencia y la esperanza en la UE desde la singularidad de cada uno de los países que lo integran, para así tener un impacto en las elecciones del Parlamento Europeo, que en España se celebrarán el 26 de mayo.

Así, aunque la propuesta escénica consta de idéntica columna vertebral -el divagar de un pensador que prepara un discurso en la habitación de un hotel de Sarajevo sobre el pasado, presente y futuro de Europa-, Lévy reescribe el guión para cada emplazamiento, ajustándose a las idiosincrasias locales. De Milán a Viena, de Copenhague a Vilnius. Todas ellas, capitales amenazadas por una oleada nacionalista, racista, xenófoba y antisemita sin precedentes desde los años treinta.

España como brújula

En principio, BHL, siglas con las que se le conoce en su país, había previsto dos citas en España, en Barcelona y en Madrid, pero amplió y arrancó su periplo en la ciudad del Turia porque “al acoger a los 629 refugiados del Aquarius en julio, ha encarnado el alma de Europa, los valores del continente y ha salvado su honor”, manifestaba a EL ESPAÑOL en conversación telefónica horas antes de subirse a las tablas.

Para el mediático escritor, España siempre ha sido “una brújula poética, política y mítica que ha reverberado en su memoria”. ¿Por qué una obra de teatro para movilizar el voto “contra los asesinos de la esperanza” en nuestro país? Porque los escenarios le permiten “hablar a una multitud pero también a cada uno”, responde.

Entre el auditorio diverso al que se dirigió en bloque y de manera individualizada atendían políticos locales, como el candidato de Ciudadanos a la Generalitat Valenciana, Toni Cantó, el ex presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y actual senador del PP por Valencia, Pedro Agramunt, la ex consejera Portavoz y de Bienestar Social de la Generalitat Alicia de Miguel, o la ex secretaria autonómica de Solidaridad y Ciudadanía Gotzone Mora.

Un anfitrión “tocacojones”

La función contó con un invitado especial, el actor y dramaturgo Albert Boadella, que interrumpió hasta en cuatro ocasiones los pensamientos en voz alta de BHL en la piel del propietario del hotel, un nacionalista que insiste en querer explicarle el “problema catalán”. Bernard-Henri termina tildándole de “tocacojones” y de “racista”.

A lo largo de la representación, realizó puntos y aparte para referirse a la situación de los principales países de la Unión: la gesta de Merkel al acoger refugiados en Alemania, la amenaza del brexit, que caso de finalmente hacerse realidad, significará “la victoria de la derecha dura sobre la derecha blanda, de la izquierda radical sobre la izquierda liberal. El triunfo de la ignorancia sobre el conocimiento, de lo que no tiene sentido sobre lo que tiene conciencia”.

En el momento de hacer parada en las fuerzas oscuras de su país, tras citar a Marine Le Pen, “que igual baila el vals con los neonazis vieneses, que se codea con Putin y Bashar al-Ásad”, ligó a los insumisos de Jean-Luc Mélenchon con Podemos, lamentado “los puentes que tienden a la extrema derecha” y acusándoles de “haber roto con el internacionalismo y la preocupación por el mundo”.

Los reflejos de Valls

No fue la única referencia al partido de Pablo Iglesias, que fue “la divina sorpresa de la izquierda” tras las manifestaciones del 15-M, y ahora protagoniza “sórdidas historias de dinero y enfrentamiento de familias”. A ese respecto, aplaudió los reflejos del ex primer ministro francés y actual candidato a la Alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, por ser “el primero en advertir que no se escoge entre Iglesias, Vox y Puigdemont”.

No obstante, sus principales bestias negras en España son “el independentismo obsesionado con la pureza y que sueña con la etnicidad” y “el lepenismo español” del que deploró controversias recientes como la protagonizada por Eugenio Moltó -número uno de Vox en la lista por Málaga- al asegurar en Diario Sur que el franquismo no era una dictadura, o la del representante del partido de Abascal en la Mesa del Parlamento andaluz, Manuel Gavira, que se ha reconocido fascista y machista.

“Cuarenta años después del franquismo, los del mentón voluminoso vuelven a amenazar España desde Andalucía y Cataluña”, alertaba. Las civilizaciones se derrumban normalmente por “una sobredosis de mediocridad, amargura y cobardía exteriores”, pero el problema que nos acucia -se aflige Lévy- “procede del interior”.

Del desánimo a la euforia

Antes del montaje, los espectadores podían publicar sus preguntas en la web lookingforeurope.eu. El activista, escritor y especialista en Historia del Arte escogió dos. Ambas era de personas euroescépticas, bien por considerar que la Unión está integrada por privilegiados, bien por sentirse desconectado de Bruselas. A sus suspicacias, el pensador opuso las posibilidades prácticas de que desde la Comisión se pueda aprobar, por ejemplo, una renta básica e imponer un tributo a las grandes riquezas.

Hay razones para el desánimo para el filósofo y su alter ego sobre las tablas, pero el aliento poético de los fantasmas de Dante, Goethe y Václav Havel le sacan de su bloqueo para recordarle que existe una vía para sortear el populismo. 

Presa de una euforia esperanzada, al término da la función enumeró los nombres de los titulares de las carteras de un gobierno europeo ideal: John Locke, al frente de placeres humanos, Salman Rushdie, del secularismo, Michel Houllebecq sería el guardián de los derechos de los animales y Almodóvar, de los de las mujeres, Diderot, en educación, Dante, en justicia, George Soros, en economía, Goya, a la cabeza de Bellas Artes, Picasso, profeta de la reinvención permanente, Jorge Semprún, en defensa. Su conclusión es tajante y épica: “Sólo la poesía salvará a Europa”.

El público, que llenaba en tres cuartas partes el Teatro Olympia -un éxito en un día tan anticlimático como el de la resaca fallera- aplaudió lo suficiente para que Lévy saliera tres veces a saludar; la última junto a Boadella, al que se abrazó. A pesar de la densidad de la obra y de tener que leer sobretítulos en francés, nadie se movió de su butaca en toda la representación.

Próxima parada, Barcelona. El lunes, 25 de marzo, ya advierte en Twitter que va a visitar el Teatro Coliseo para afrontar “el desafío a la normativa democrática que realizan Quim Torra y el prófugo de Waterloo”.