¿Dónde está Susana Díaz? Esa es la pregunta que muchos se hicieron en el PSOE en este miércoles en el que desde el conocido como el "viejo PSOE", nombre por el que a veces se conoce a los barones que apostaron por la expresidenta andaluza, los referentes más veteranos y los sectores menos partidarios del diálogo con los independentistas. 

Díaz, hoy líder de la oposición en Andalucía, guardaba silencio. El portavoz del PSOE-A en el Parlamento Andaluz, Mario Jiménez, escurrió el bulto sobre el "relator", la figura independiente que el Gobierno acepta para moderar un diálogo sobre partidos catalanes. "Eso no es algo que a nosotros nos haya preguntado nadie ni sobre lo que tengamos que pronunciarnos", dijo Jiménez, recordando que los socialistas andaluces están a favor de un diálogo dentro de la ley. 

Fuentes del entorno de Díaz aseguran que está "preocupada" por la situación pero que está cansada de que siempre se la mire como una especie de conspiradora o líder de una cuadrilla de barones. Por eso guarda silencio, aunque podría expresar su punto de vista en las próximas horas o días, según explican las mismas fuentes. 

Alfonso Guerra, demoledor

Quizás haya sido Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno, el que de forma más punzante haya puesto letra a la música del descontento interno en el PSOE. Guerra recordó que "nunca, nunca" durante la Transición se necesitó un "relator" y sugirió que si hace falta tomar notas de la reunión, el Gobierno podría llevar una "secretaria" o una "grabadora". 

"Los que han negociado tamaño desatino, ¿con qué país equiparan a España? ¿Con Yemen del Sur, con Burkina Faso? Aprobar un presupuesto es vital para un gobierno, mantener la dignidad de la nación es una prioridad que empequeñece la adversidad de una votación contraria a las cuentas del Estado", dijo en la presentación de su último libro en el Congreso de los Diputados, aplaudido por PP, Ciudadanos, y los presidentes socialistas Javier Fernández (Asturias) y Javier Lambán (Aragón).

Las críticas de los barones

El que no ha dudado en declarar que está "perplejo" es Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha. "Le pido al Gobierno que se mantenga en su sitio en el fondo y en la forma", dijo en una entrevista en Onda Cero a primera hora de la mañana. "Si no se fían unos de otros, para eso pueden hablar directamente en el Parlamento", ha sugerido. Y, si no, "por streaming", llegó a decir. Después, pidió la convocatoria del Consejo Territorial del PSOE para discutir la posición del partido. 

Quien preside ese órgano interno que en Ferraz no prevén convocar es el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara. "Las cosas que son difíciles de explicar son aún más difíciles de entender. Sobre todo si no se escucha. Y en España, por desgracia hace años que se dejó de conjugar el verbo escuchar", dijo en Twitter. 

No ceder a chantajes

"Aprobar un presupuesto no justifica cesiones que pongan en cuestión la Constitución, la unidad de España, el estado de derecho ni la decencia. Estoy seguro de que Sánchez no cederá a chantajes de los independentistas, cáncer de la democracia con el que hay que acabar", dijo por su parte Javier Lambán, presidente de Aragón. No sonaba tanto a una declaración de adhesión al presidente del Gobierno sino a una advertencia que le marcaba el terreno. 

La diputada Soraya Rodríguez consideró un "error" comprar el marco mental a los independentistas cuando aseguran que hace falta mediador, mientras que Patxi López declaró su confusión. "No sé muy bien qué es un relator, ni si es necesario o no", según él. El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, pidió "clarificar" qué significa. Un día después, casi nadie lo ha entendido todavía, entre otras cosas porque la Generalitat, que es con quien el Gobierno ha acordado esta nueva figura, le da muchísima más importancia y competencias de las que describen en el Ejecutivo, 

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