Una amplia representación del PP vasco, encabezada por su presidente, Alfonso Alonso, y por el líder del partido en Gipuzkoa, Borja Sémper, ha participado este sábado en el homenaje a Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995. También ha asistido el secretario general de los socialistas guipuzcoanos, Eneko Andueza, el secretario general del grupo de Ciudadanos en el Congreso, Miguel Gutiérrez, y el presidente de Vox, Santiago Abascal.

La presidenta de Covite y hermana del homenajeado, Consuelo Ordóñez, ha llamado a "los ciudadanos decentes a rebelarse, a plantar cara a la operación de blanqueo" de ETA y a "remangarse en la batalla del relato que es, en el fondo, un pulso contra el olvido".

"Ese pulso quiero ganarlo. Las víctimas y los ciudadanos decentes ya perdimos una batalla que acabó con el entierro de nuestros muertos y no estamos dispuestos a enterrar el pasado. Y yo te lo debo a ti, Goyo. No descansaré, te lo prometo", ha dicho ante la tumba de su hermano en el cementerio de Polloe de San Sebastián.

Este homenaje en memoria del que fuera concejal del PP de San Sebastián, asesinado a tiros por ETA el 23 de enero de 1995 en un bar de la capital donostiarra, ha contado con la presencia de numerosos familiares del fallecido, entre ellos su viuda, Ana Iribar, allegados y amigos. También la ex presidenta del PP vasco, María San Gil, quien fue secretaria de Gregorio Ordóñez y se encontraba comiendo junto a él cuando fue asesinado por un pistolero de ETA en un restaurante de la parte vieja. La presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería, y el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, ambos del PNV también han participado. 

En cuanto a los reclusos de la organización terrorista, Ordóñez ha asegurado que "desde hace meses, los interesados en que los presos sigan la disciplina de la izquierda abertzale, los empeñados en presentarlos como víctimas de Estado, siguen responsabilizando a las victimas de que haya una u otra política penitenciaria" y "olvidan premeditadamente", en una nueva "maniobra de perversión", que "la balanza está en manos de los propios presos".

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