El imaginario ‘indepe’ se empeña en crear una imagen de una Cataluña rica y próspera cuyo tejido industrial es capaz de mantener el crecimiento por sí mismo, con independencia de las decisiones políticas y al margen del resto de la economía española. Un deseo más que una realidad, que se desmonta una vez que se echa mano de datos concretos y objetivos, por mucho que se empeñen las huestes del PdeCat, ERC y la CUP. 

Las dudas sobre la prosperidad de Cataluña las muestran los propios inversores. Basta con mirar para ello lo que dicen los inversores extranjeros. El 43,2% asegura que la inestabilidad política es un factor esencial a la hora de decidir si consolida o no sus planes en España. Datos de la encuesta Spain as Investment Opportunity elaborada por Kreab, que sitúan este factor como el segundo que más les podría disuadir de llevar a cabo su inversión en nuestro país. 

Una afirmación que demuestran los datos objetivos. El propio ministerio de Comercio, así como el Instituto de Estadística de Cataluña certifican que al cierre del tercer trimestre del año la inversión extranjera ha caído un 16,8%. Un dato que sigue la senda iniciada en 2017 (en plena deriva independentista) cuando se desplomó un 40%. 

De hecho, el propio ministerio de Comercio destaca que esa disminución está “relacionada con la paralización, el retraso o la cancelación de decisiones de inversión”.  

Datos que no ofreció el pasado fin de semana el presidente de la Generalitat, Quim Torra, en su discurso de fin de año. En él sólo dedicó tres pequeñas frases para sacar pecho sobre el crecimiento del PIB, la creación de empleo y la evolución de las exportaciones. 

Sobre el PIB destacó que Cataluña lleva “20 meses consecutivos de crecimiento”, pero parece que ‘olvidó’ que el buen dinamismo que llevaba hasta mediados de 2017 se ha frenado. De nuevo los datos son los que son. ¿Crece la región? Sin duda, pero lo hace a menor ritmo que antes de la gran deriva independentista. 

No se puede negar que asistimos a una ralentización económica generalizada (que afecta a las economías mundiales), pero también que la economía catalana se está viendo algo más afectada que el resto. En los últimos años el PIB de Cataluña crecía ligeramente por encima de la media, pero los últimos meses la situación es distinta (ver gráfico). 

Evolución del PIB de Cataluña y estimación para 2018 elaborada por BBVA Research.

Así, por ejemplo, los últimos datos oficiales señalan que la región creció un 0,5% en el tercer trimestre respecto al segundo, mientras que a nivel nacional fue de un 0,6%. No sólo eso, es que en términos interanuales el ritmo de crecimiento es del 2,5% en Cataluña frente al 2,7% a nivel España. 

Tres cuartos de lo mismo ocurre con el paro. Torra destacaba en su discurso que el desempleo está a punto de llegar al 10%, y que llevan “60 meses continuados de reducción del paro”. Sin embargo, el dinamismo con el que caía antes del 1-O y con el que lo hace ahora es radicalmente distinto. 

También es cierto que, en el tercer trimestre y según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) Cataluña fue la región donde más bajó el desempleo (-28.300) y la segunda en la que se registraron mayores incrementos de empleo (33.500 nuevos empleados).

No faltó Torra a la verdad en cuanto a las exportaciones, al destacar que Cataluña cerrará el mejor año en este campo. Habrá que esperar a conocer los datos concretos, pero todo apunta a que así será. Los datos de comercio así lo apuntan, con un incremento (en los nueve primeros meses) del 3,5% respecto al año anterior que fue año récord. 

El presidente de la Generalitat omitió también en su dibujo de una Cataluña próspera e independiente que la creación de empresas también flojea. Los datos de Informa D&B muestran cómo hasta noviembre se habían creado 16.339 empresas, lo que supone una caída del 6,7% respecto al año anterior.

Lo mismo ocurre con las compañías que deciden irse de la región. Según datos de Informa D&B, más de 2.100 empresas han optado por abandonar e instalarse en otro lugar. Una cifra a la que hay que sumar las más de 2.500 que abandonaron en los tres últimos meses del 2017. Y eso que el Gobierno de Torra intenta presionar siempre que puede a los ‘traidores’ para que vuelvan. 

Por si fuera poco, Torra también omitió que el 66% del dinero que voló durante el 1-O de Cataluña en forma de depósitos bancarios todavía no ha vuelto. Los últimos datos del Banco de España reflejan que sólo han vuelto 10.302 millones de los 32.600 millones que salieron durante el último trimestre de 2017. 

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