Paso firme por suelo desconocido. Territorio dominado por insurgentes. Un batallón del Ejército español que se ve emboscado por una lluvia de plomo enemiga. Las órdenes son claras: "¡Liberad el paso de Sabzak!". Se trata de un enclave estratégico en Afganistán, que los talibán quieren hacer suyo a sangre y fuego. Así, el capitán Iván San Miguel y los suyos, reunidos bajo el nombre de batallón Albuera, afrontan uno de los episodios más arriesgados para las Fuerzas Armadas de la última década. Es el particular paso por las Termópilas del Ejército español.

Nos ubicamos en el 2 de septiembre de 2009, una mañana que se erige calmada como preludio de la tormenta bélica que se avecina. Los informes de inteligencia destacan la importancia del paso de Sabzak, punto de unión entre las provincias de Badghis y Herat. Antiguamente, los vándalos asaltaban a los caminantes en este punto fácil de emboscar. Pero ahora son los talibán quienes, unidos con las milicias tayikas, se han hecho con su control.

El batallón Albuera, procedente del regimiento Tenerife nº49 del Ejército de Tierra, enfila sus pasos hacia Sabzak. Al mando, el capitán Iván San Miguel. En concreto, deben controlar el collado del paso de Sabzak y la zona de las minas -distante a unos 4 kilómetros-, tal y como detalla el blog El Paso de Sabzak (II), escrito por el teniente coronel Norberto Ruiz e ilustrado por el dibujante José Manuel Esteban.

El suceso tuvo lugar en un punto clave de Afganistán. Ilustración: José Manuel Esteban para el blog El Paso de Sabzak (II).

"¡Pum!". El sonido atronador es fácilmente reconocible. Cohetes contra el batallón. También fuego de fusilería. La emboscada alcanza de pleno al batallón del capitán San Miguel; solos en un avispero frente a un enemigo de fuerzas ingentes; solos en las Termópilas afganas. El fuego pronto los envuelve. Sólo queda avanzar o caer en el intento.

Sparring y 5V, en los combates de Sabzak. Ilustración: José Manuel Esteban para el blog El Paso de Sabzak (II).

El batallón se divide para hacer frente al enemigo. La primera sección dispara sobre el lugar desde el que están siendo atacados. La sección de armas se dirige hacia la zona norte para ocupar posiciones más favorables. Lo que se escribe en pocas líneas se traduce en dos horas y media de combates. La primera sección aplaca a los insurgentes y consigue avanzar. Uno de los militares españoles, al que todos conocen con el nombre de Apache, es herido en la refriega. Siguen los disparos, pero el puesto de mando consigue enviar un helicóptero de evacuación médica para llevárselo de la zona.

Mientras, un tirador de precisión y su compañero, a los que conocen con los alias de Sparring y 5V, se dirigen a lo alto de un collado en el que tienen más visibilidad. "¡Tacatatata!", el ruido de una ametralladora les sorprende; el primero se echa encima del segundo para salvar la vida de la embestida enemiga. Es un aviso de que el fragor del combate aún no ha dicho su última palabra.

Cae la noche. Los militares españoles se refugian en la base de patrullas Málaga. El capitán San Miguel y los suyos saben que el amanecer va a ser duro. El mecánico, al que sus compañeros llaman Arandela, recupera algunos de los vehículos cosidos a balazos. Llegan refuerzos desde la localidad de Qala-I-Naw, con más munición y material. Asoman los primeros rayos de sol en lontananza.

Los militares pasaron la noche en la base de patrullas Málaga. Ilustración: José Manuel Esteban para el blog El Paso de Sabzak (II).

El capitán San Miguel decide dividir la compañía en dos grupos, que enfilan de nuevo el camino de Sabzak. Caminan con mil ojos, atentos a cualquier signo de alerta. Uno de los militares advierte, a unos 3,5 kilómetros de distancia, la presencia de un jinete armado. Saben lo que eso significa y se preparan para un nuevo asalto.

Fuego, fuego y más fuego. Se desata una nueva tormenta de plomo. El agotamiento causa mella, pero los militares vuelven a desplegarse en sus posiciones. Los mejores tiradores enemigos se ocultan bajo mantas cubiertas de arena para dificultar su identificación. "¡Ahí viene, ahí viene!", exclama el soldado Jorge, con el tiempo justo para agacharse -y con él, sus compañeros- ante la caída de un RPG (granada propulsada).

Los militares caminan a pie junto a los vehículos para ir repeliendo el ataque a medida que van avanzando por el paso de Sabzak. Además, dos pequeños grupos de efectivos españoles se posicionan en puntos clave para fijar al enemigo. Unos y otros se aproximan hasta que los gritos del otro bando se escuchan entre los silbidos de las balas

Los escudos balísticos de los militares ya están agujereados. Poco más y las balas impactan sobre ellos. Avanzan hacia su particular Termópilas. Sabzak es un polvorín y los combates aún se prolongarán durante varias horas. Pero el capitán San Miguel y su equipo llevan ahora la iniciativa y lanza la ofensiva definitiva sobre su enemigo. Están llamados a reescribir la historia de las Termópilas y ser ellos los que se impongan frente al enemigo.

*Puede leer otro episodio sobre la batalla de Sabzak en el siguiente artículo: '"¡Coño! ¿Me han dado?": así sobrevivieron el sargento Serantes y los suyos al combate de Sabzak'.

Imagen de los militares españoles en el paso de Sabzak. Ejército de Tierra

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