El PSOE pensaba que con la marcha de Carmen Montón del Gobierno el partido se dotaba de toda legitimidad para exigir ejemplaridad y transparencia a Pablo Casado, pero el argumento que comenzaron a lanzar en redes portavoces socialistas minutos después de que dimitiese la ministra de Sanidad se les volvió a toda velocidad en contra como un bumerán. 

En menos de 12 horas, incluyendo la noche, la presión pasó de estar concentrada en Montón para pasar a centrarse en el propio Sánchez y su tesis doctoral, presentada en 2012 en la Universidad Camilo José Cela, cuando no ocupaba ningún cargo público y la sociedad apenas lo conocía. 

"Hay dudas razonables sobre la publicación de su tesis doctoral. Usted es una de las pocas personas que hace una tesis doctoral y la oculta", le espetó Albert Rivera, saltándose la pregunta que figuraba en el orden del día y que según el reglamento no podía cambiar. "Si usted quiere disipar dudas, haga pública su tesis", exigió. En el termómetro de rabia del PSOE, dolorido por la crisis del máster de Montón, la temperatura subió de repente muchos grados. 

Tomás Serrano

Si el presidente pensaba poder pasar página a una crisis amarga hasta en lo personal ("he perdido a una amiga", se lamentó en el Congreso), se acabó dando de bruces con una espiral que, una vez desatada, es de inciertas consecuencias. Ciudadanos se llevó este miércoles todo el protagonismo en la sesión de control al criticar que la tesis de Sánchez no está publicada, a lo que él respondió que estaba "colgada" en Teseo, una web pública oficial. Pero no era así, ya que en esa página no figura el documento sino sólo una ficha con sus coordenadas básicas.  

El filón de Ciudadanos

En el Congreso reina la impresión de que nadie está a salvo y que, por mucho que quieran, Sánchez y Pablo Casado no podrán protegerse mutuamente. Ciudadanos ha encontrado un filón perfecto, que casa con su apuesta por la regeneración, que incorpora críticas a las "corruptelas del bipartidismo", como dijo esta semana Rivera. Máxime cuando ni Casado ni Pablo Iglesias parecen querer ahondar en el asunto. 

Y, lo que es mejor para los naranjas: permite ganar perfil frente a Casado y Sánchez atacándolos a los dos. El líder del PP está pendiente de que el Tribunal Supremo decida si lo investiga por su propio máster, cuyo trabajo final sigue sin ser público. 

El líder del PP preguntó a Sánchez por Cataluña sin expresar ideas nuevas y tuvo un estreno parlamentario muy discreto. Iglesias tampoco coló ni una mención en su pregunta sobre alquileres argumentando que el reglamento lo impide e ignorando que él mismo lo ha bordeado en el pasado en numerosas ocasiones cuando le ha convenido. 

Pesadumbre en el PSOE

Late la pesadumbre en el PSOE. "Ya estamos en el ensucia que algo queda y en la obligación de demostrar la inocencia. ¡Es tremendo! Estamos creando una sociedad anómala", se lamentaba uno de los diputados más veteranos a dos pasos del hemiciclo. 

Mientras las colas de periodistas se amontonan en la biblioteca de la universidad para hojear, pero no fotocopiar ni hacer fotos del documento, Sánchez confía en que no vaya más allá. En el PSOE hace años que colea este asunto y en Ferraz creen que, si hubiera algo muy negativo, ya habría salido. Porque a Sánchez le tienen ganas en su partido desde antes de que lo atacaran Rivera o Casado.

Hay rumores para todos los gustos, en algunos casos aireados por exministros: que si no la hizo él, que si es muy mala o que si deja bien a Mariano Rajoy, ya que es un documento sobre la diplomacia internacional. Información condenatoria, de momento ninguna. 

La política de la cacería

Pero en la política española se ha abierto ya del todo la cacería del político que haya mentido en su currículum, haya recibido un trato de favor o haya plagiado fragmentos de sus trabajos. Aunque cuando fueran los hechos ese político no estuviera en primera línea o incluso no fuese nadie.

"Hemos pasado a ser suecos sin parada intermedia", se lamentaba otro diputado, para quien la transparencia y la honestidad es importante, pero que cree que la política se está volviendo una profesión de alto riesgo, que exige poco menos que pureza desde la cuna, que bloquea la posibilidad de atender ofertas privadas y que, para colmo, está mal pagada. 

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