El creador de Hogar Social Juvenil, conocido ahora como Ciudad de la Esperanza, ha fallecido a los 85 años de edad. Fernando Giacomucci, sacerdote, nacido en una pequeña localidad italiana llamada Scerni, llegó a Barcelona en 1951 para completar su noviciado, pero donde realmente desarrolló su labor fue en Valencia. 

El de Giacomucci es el verdadero hogar social, ya que ayudó a todo el mundo sin importar de dónde viniese. Este no es el caso de Hogar Social Madrid, el proyecto compuesto por neonazis y fascistas que solo da ayuda social a personas de origen español, que han ocupado hasta este martes en el número 38 de la calle Juan Bravo, antigua sede del Banco de España y que han ido desplazándose por varias ubicaciones del municipio de Madrid.

El primer destino del sacerdote fue la localidad barcelonesa de Begas, donde tiene sede la congregación a la que pertenecía, los Hijos de la Sagrada Familia. Según cuentan fuentes cercanas al sacerdote "nunca estuvo del todo unido a ella porque no compartía la manera de pensar de la orden". Se trasladó a Valencia en 1957, donde recibió la orden sacerdotal y donde se quedó a vivir. A partir de ese momento comenzó con una labor que le ha acompañado hasta el día de su muerte, "la de ayudar a los demás". 

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Entre las múltiples labores que ha llevado a cabo Giacomuzzi se encuentra su etapa de director de la Casa de la Misericordia entre 1964 y 1969. En 1969 su "afán por ayudar a los demás" le mueve a crear el Hogar Social Juvenil (HOSOJU), un centro "de acogida para personas sin recursos y transeúntes en el que pudieran dignificar su vida mediante la formación y el trabajo", y dedicado también a ayudar a niños pobres o huérfanos.

La aventura comenzó en un apartamento céntrico de Valencia dirigido exclusivamente a la ayuda de niños, pero las aspiraciones de Giacomuzzi iban más allá. "Quería ayudar a más gente y darles mejores condiciones de vida", comenta una persona cercana al sacerdote. Los que mejor le conocían recuerdan a Giacomuzzi como "un genio en los negocios", lo que le permitió conseguir múltiples donativos de empresas y particulares valencianos. Además, creó una compañía de autobuses y camiones, que aunque duró poco tiempo, le ayudó a financiar su obra. 

Giacomuzzi pudo así disponer de un terreno de 130.000 metros cuadrados en el polígono de Aldaia, un municipio de 30.000 habitantes al oeste de Valencia, en el que creó en los años 80 lo que sería el Hogar Social Juvenil, un centro dedicado a personas sin recursos

"El centro rompía con el concepto de albergue que había anteriormente", comentan fuentes cercanas al Arzobispado. En el polígono, terreno en el que antes había empresas, creó ocho bungalós con cuatro apartamentos cada uno, y cada apartamento con tres habitaciones dobles, con una capacidad total de 180 personas.

Además, el centro disponía de una enfermería, una parroquia y un polideportivo. Gracias a sus dotes de negociador, consiguió que empresas valencianas diesen trabajo a la gente del albergue. A los que no cabían en esas empresas, les animó a montar invernaderos. 

Durante la dirección de Giacomucci los inmigrantes producían objetos de todo tipo en los talleres del centro, que después eran vendidos a empresas para "dignificar la estancia de los internos y facilitar su inserción-sociolaboral", cuentan fuentes cercanas al sacerdote. Además, los inmigrantes acogidos allí tenían la posibilidad de recibir cursos de castellano, geografía, matemáticas y asesoramiento jurídico-laboral.

La inauguración de este centro en 1996 fue todo un acontecimiento. El entonces ministro de Interior Jaime Mayor Oreja, la ex alcaldesa de Madrid y mujer de José María Aznar, Ana Botella y el entonces presidente de la Comunidad Valenciana, Eduardo Zaplana, fueron los encargados de presidir el acto. Al mismo tiempo, Giacomucci intentó montar un hogar social para mujeres en riesgo de exclusión, pero no salió adelante.

Ciudad de la Esperanza 

La institución religiosa, dedicada desde 1969 a atender a los más desfavorecidos, tuvo una crisis en mayo de 2004 cuando Fernando Giacomucci, con 82 años de edad, optó por ceder la gestión del centro al Arzobispado de Valencia, al considerar que ya no podía hacer frente a la situación por la que atravesaba la entidad.

El padre Vicente Aparicio, fundador de Aspadis (entidad dedicada a la asistencia y rehabilitación de niños y jóvenes discapacitados psíquicos), aceptó el reto de reactivar esta asociación benéfica sin ánimo de lucro, dada su experiencia en la atención a personas en riesgo de exclusión. En la actualidad, Ciudad de la Esperanza dispone de 180 plazas para personas en riesgo de exclusión, en las que acoge a personas sin hogar y con escasos recursos procedentes de 36 países de todo el mundo. Además, la entidad reparte cerca de 20.000 servicios de comida al mes. El verdadero Hogar Social no entiende de nacionalidades.

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