Albert Rivera ha puesto en marcha España Ciudadana, una plataforma cívica inspirada en la impulsada por Macron en Francia un año antes de convertirse en presidente, para seducir a las clases populares y acabar con la hegemonía de PP y PSOE en un sector del electorado que todavía se le resiste a la marca naranja.

Rivera lanza 'España Ciudadana'

El márketing electoral responde a estrategias que a la razón pueden resistírsele, y de ahí quizá que la primera traducción sobre las tablas -este domingo en el Palacio de Congresos de Madrid- de esa plataforma “transversal”, “moderna” y “tecnológica” en torno a la “España que mira al futuro” hayan sido -entre otros- la cantante Marta Sánchez haciendo pucheros a media lectura de una cuartilla sobre el proceso creativo de su letra al himno; el hermano mayor, Pedro García Aguado, que se presentó como “el domador de chonis y canis”; o el compañero periodista y ex presentador de Salsa Rosa, Santiago Acosta.

Los estudios publicados sobre el perfil del votante de Cs apuntan principalmente a jóvenes con estudios superiores y a treintañeros y cuarentones de profesión liberal y con rentas medias y altas. En este sentido, convertir en neones de la nueva plataforma a una cantante comercial y a estrellas reconocibles por su pasado en la parrilla de Telecinco da pistas inequívocas de hacia dónde y hacia quién se dirige España Ciudadana, al menos en esta primerísima fase de su recorrido.

Bajar a las plazas

Cs fue creación de un grupo de intelectuales que se rebelaron contra el statu quo del pujolismo y ha prendido en las clases medias y altas de centro derecha. Es lógico, además de saludable, que ahora baje a las plazas para favorecer y implantación territorial.

El último barómetro del CIS tasaba en torno al 18% y en algo más del 8% el trasvase de votantes de PP y PSOE a Cs. Con la reivindicación de ese “patriotismo desaconsejado”, cuya manifestación más populachera y transversal ha sido ese priapismo de rojigualdas en balcones y barandas de los barrios de vecinos, Rivera apunta en ambas direcciones. Y al focalizar la estrategia en las clases populares lo que trata es de ampliar la base social de su partido para -como admiten en el partido- “sustituir” al PP.

La botadura de España Ciudadana deja pues pocas dudas sobre cuáles son las motivaciones y el target electoral, por más que la puesta en escena y algunos artistas invitados en este acto de presentación puedan desentonar con el patrón moderno y tecnologizado de “una España que mira al futuro” que se presuponía a la iniciativa.  

La idea -al menos la idea anunciada- era la creación de una estructura de participación política que superase la cultura vertical de los desprestigiados partidos, cuyo objetivo sería afianzar un marco electoral de referencias, valores y principios propicio a Cs.

Las referencias, explícitas en el manifiesto, son la Constitución de 1812 como mito fundacional de la modernidad ilustrada y constituyente de España y de ese ADN genuinamente liberal que se arroga Cs desde que renunció a sus raíces socialdemócratas. También la Constitución de 1978 y la reivindicación de la Santa Transición, frente a las impugnaciones de populistas y nacionalistas. Y la incorporación de España a la UE y al proyecto europeo como reválida de nuestro país tras el intento golpista de 1981, que se glosa como episodio comparable al “golpe separatista de 2018”.

Sacar la bandera

Los valores que estimulan a esas referencias son la unión de todos los españoles en torno a ese nuevo patriotismo por el que “ningún español va a tener que volver a pedir perdón por utilizar la bandera del país o hablar el castellano”, la solidaridad entre españoles iguales en derechos -pero naturales de un país lleno de diferencias entre unas y otras autonomías- y la superación de toda confrontación pretérita, presente o futura porque, al decir de Rivera, “yo no veo rojos ni azules, viejos ni jóvenes, agnósticos o creyentes, veo españoles”.

La plataforma España Ciudadana nace como una entidad presuntamente transversal, aunque lógicamente fiel a las ideas, principios y valores de sus promotores, con la intención de estimular  un debate sobre la nación en positivo e integrador, frente “a los adversarios nacionalistas y populistas” que pretenden “dividir España”.

La crisis territorial, el auge de los populismos en Europa -y España-, la decadencia del PP y la atonía PSOE parecen los puntales de esta iniciativa. Los populares tratarán de minimizar su efecto hablando de la recuperación económica y los socialistas de derechos sociales y de su papel como izquierda con sentido de Estado. A ambos partidos Rivera parece decirles: “Es España, estúpidos”.