El candidato del PP a la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, no quiere ser un presidente de transición o sin peso político. Este jueves, en su discurso de investidura ante la Asamblea de Madrid, el hasta ahora número dos de Cristina Cifuentes reivindicó el legado de su predecesora y a ella misma

"Quiero recordar [a Cristina Cifuentes] con el respeto que merece, como persona y como Presidenta de esta Comunidad", ha dicho Garrido. "Por encima de cualquier otra consideración, creo que es preciso reconocer que ha sido una profesional entregada al servicio público que en estos años ha gobernado la Comunidad de Madrid con dedicación y con acierto, en circunstancias muy difíciles", según él. 

Garrido pidió la confianza para "un proyecto que merece ser completado" lejos "de ser un simple epílogo de la Legislatura o un prólogo a las próximas elecciones". "En lo que no creo es en los tecnócratas", ha dicho Garrido, que se propone dar un impulso político al Ejecutivo regional para que este año sea "crucial para los madrileños".

Garrido tiene ahora el reto de gobernar la Comunidad con el apoyo de Ciudadanos, a cuyo portavoz, Ignacio Augado, agradeció su apoyo, en medio de un clima preelectoral y con todas las encuestas en contra.

Garrido o el reto de ser más que un parche

Pero, además, tiene que decidir hasta dónde llega su ambición personal, cómo de cómodo le sienta el cargo y cuánto está dispuesto a utilizarlo como trampolín. Todo ello tras el descrédito que para su partido ha supuesto ver a los últimos cuatro expresidentes envueltos en escándalos de corrupción o comprometidos en su honradez personal. 

A arroparlo acudió una representación discreta del PP, comandada por Fernando Martínez Maíllo, el coordinador general del partido, que aseguró que Garrido tiene toda la confianza de su formación y que está limpio. "No conozco nada que se le pueda reprochar. Si no, no hubiera sido propuesto como candidato", dijo ante los medios antes de entrar a escuchar el discurso del candidato. 

Allí estaban también el presidente de la Gestora del PP de Madrid y presidente del Senado, Pío García-Escudero, el número dos del PP regional, Juan Carlos Vera, o el exalcalde José María Álvarez del Manzano. 

Ni rastro de Santamaría o del "muy honrado" Casado

Ni rastro de ningún miembro del Gobierno de Mariano Rajoy. Ni la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que suena en algunas quinielas para la alcaldía o la Comunidad de Madrid en las elecciones del año que viene, ni el diputado Pablo Casado, en boca de todos los corrillos por las dudas sobre cómo ha obtenido sus títulos académicos.

"Es muy honrado", zanjó Maíllo sobre su compañero en la dirección nacional del PP. "No hay absolutamente nada" sospechoso en su currículum, según él. "Va a salir reforzado". Y, sin embargo, a Casado, que se multiplica para dar explicaciones, cada vez más lo ven siguiendo el camino al calvario de Cifuentes, que este jueves en la Asamblea era poco más que un recuerdo lejano. 

Nueva consejería de Justicia y deducciones fiscales

Garrido pidió a los grupos políticos "desterrar" la "descalificación, el ataque personal y el lenguaje ofensivo. Unos vicios que, reconozcámoslo, nunca debieron instalarse entre nosotros". 

Entre los anuncios de Garrido han estado la creación de una consejería de Justicia, una deducción en el IRPF para ayudar a padres y madres trabajadoras y sufragar parte del gasto de cotización a la Seguridad Social por la contratación de un cuidador para los hijos de hasta tres años.

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