La crisis catalana está repercutiendo en el País Vasco más de lo que el PNV y el Gobierno vasco desearían. El partido de Andoni Ortuzar, que liga su actuación en el Congreso de los Diputados a lo que sucede en Cataluña, trata de preservar el ámbito vasco de cualquier influencia que le perjudique, aunque se ve obligado semana tras semana a soportar en el Parlamento la presión de EH Bildu que intenta desestabilizar su pacto de gobierno con los socialistas.

La situación está afectando a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018 pero también a los que tramita el Ejecutivo de Íñigo Urkullu en la comunidad autónoma. Ni su Gobierno ni el de Mariano Rajoy disponen de mayoría suficiente para sacar sus cuentas adelante sin apoyos de la oposición y ambos están padeciendo un “castigo” por la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Con la paradoja de que quien lo ejerce en Madrid, el PNV, lo sufre en Vitoria. Así, el que veta se convierte en vetado por idénticos motivos.

El PNV rechaza negociar los PGE hasta que en Cataluña no se deje de aplicar el 155, mientras que su Gobierno en el País Vasco recibe similar tratamiento por parte de EH Bildu. La coalición abertzale condiciona la negociación sobre las cuentas vascas a que el PSE-EE , defensor a través del PSOE de la intervención en la comunidad catalana, deje de sentarse en el Ejecutivo de Íñigo Urkullu. La ruptura de sus pactos con su socio en las principales instituciones vascas no es algo que contemple el partido de Ortuzar, por lo que EH Bildu prácticamente se ha autoexcluido de las conversaciones iniciadas por el Departamento de Hacienda y Economía de Pedro Azpiazu con los distintos grupos de la oposición.

ARGUMENTOS SIMILARES

La similitud de los argumentos no deja lugar a dudas pese a sus distintas consecuencias. El PNV, que aprobó los PGE de 2017, no se siente “vinculado” a negociar los de 2018 ante una situación de “excepcionalidad política con el artículo 155 en la mesa y gran parte de los dirigentes catalanes en prisión”, según ha subrayado este jueves su presidente, Andoni Ortuzar.

“Si el Gobierno español tiene prisas para aprobar los Presupuestos, que hable con la mayoría aplastante del 155 [en referencia al PP, PSOE y Ciudadanos].”, ha señalado en declaraciones a la cadena SER.

Parecidas razones esgrime EH Bildu para presionar al PNV para que rompa sus alianzas con el PSE-EE, pactos gubernativos que copan todas las materias salvo las referentes al autogobierno donde los acuerdos contemplan libertad de actuación para gestionar las discrepancias que suscita el derecho a decidir. 

“Entendemos que no es posible mantener acuerdos estructurales con partidos que aplican o defienden la aplicación del artículo 155 y que además mantienen en la cárcel a representantes del legítimo Govern de Catalunya”, ha dejado escrito EH Bildu.

Poner fin a la política de alianzas con el PSE-EE y a los pactos con el PP ha sido la condición previa exigida por el grupo parlamentario para entrar a examinar las cuentas vascas. Establecida de antemano y conocida la reacción del PNV, la reunión entre ambos interlocutores celebrada este jueves parecía abocada a la simple cumplimentación del trámite.

No obstante las conversaciones no se han roto formalmente y EH Bildu planteará una propuesta económica en los próximos días. “Hemos trasladado cuáles son las dificultades de la negociación y el Gobierno trasladará a las instancias convenientes la posibilidad de seguir adelante con EH Bildu o con sus actuales socios de Gobierno”, ha afirmado la portavoz de EH Bildu Maddalen Iriarte a la salida de su encuentro con el consejero Azpiazu.

Iriarte ha tendido la mano al PNV para construir “mayorías alternativas” en el Parlamento Vasco si rompe con el PSE-EE. “Es incoherente que el PNV diga que en Madrid no se puede negociar nada con el PP porque ha aplicado el 155 y que en la Comunidad Autónoma esté gobernando con el PSE-EE. “¿Por qué lo que vale en Madrid no vale en Euskadi?”, ha añadido.

DIFERENTES PERSPECTIVAS

La negativa del PNV a recorrer el camino transitado este mismo año y acudir en ayuda del Gobierno de España mientras no se restaure “la normalidad “ en Cataluña y ésta no recupere sus “instituciones legítimas ” aboca al Ejecutivo de Mariano Rajoy a mantener en el cajón el proyecto de PGE para 2018, al menos hasta después de las elecciones del 21-D. No hay alternativa para facilitar las cuentas estatales, que para este ejercicio fueron aprobadas gracias a los cinco votos decisivos del PNV, a cambio de sustanciosos acuerdos sobre el Concierto y el Cupo y distintas inversiones en el País Vasco.En la falta de opciones radica una importante diferencia con las cuentas vascas.

El PNV no pactó con EH Bildu para sacar adelante los presupuestos de 2017, sino con el PP. La abstención del partido de Alfonso Alonso fue determinante en marzo de este año y puede serlo también este diciembre para encarar el próximo ejercicio sin necesidad de entrar en prórroga presupuestaria. 

El acuerdo con el PP vasco, exiguo en partidas presupuestarias –afectó sólo a 29 millones de euros-, se gestó en un clima de distención y de recuperación de las relaciones entre los partidos de Mariano Rajoy y Andoni Ortuzar tras años dándose la espalda. Aunque ambos interlocutores trataron de deslindar el escenario vasco del nacional, el pacto alcanzado en Vitoria allanó los contactos que con posterioridad fraguaron en el apoyo del PNV a los PGE de 2017.

La intervención del Gobierno en Cataluña ha roto la predisposición de los nacionalistas vascos a comprometerse con las cuentas de 2018. El PNV, en cambio, confía en que sus negociaciones en Euskadi con los populares de Alfonso Alonso no se resientan de esa falta de reciprocidad aunque la situación encarezca el precio del apoyo.

EL AVAL DEL PP VASCO

Las conversaciones no han hecho más que empezar y hay tiempo, porque no es hasta en vísperas de Navidad cuando el Parlamento Vasco sustancia el trámite definitivo de la aprobación de los presupuestos. Además para superar el primer envite el 11 de diciembre, el de las enmiendas a la totalidad, el Gobierno vasco cuenta con la inesperada ayuda de la ausencia de la Cámara de la miembro de Elkarrekin Podemos Pili Zabala, de baja por enfermedad desde septiembre. Esta circunstancia iguala en votos a los partidos que sustentan el Ejecutivo y la oposición.

El PP vasco, presidido por Alfonso Alonso, se resiente tanto del clima general impuesto por la situación catalana, como de lo que considera incumplimientos del primer acuerdo presupuestario incrementados ahora por la reciente reforma fiscal pactada por PNV y PSE-EE en los tres territorios vascos.

Los populares presionan para que la bajada de impuestos a empresarios y clases medias y bajas, recogida en el pacto presupuestario que firmaron, se haga realidad en 2018. Uno de sus principales caballos de batalla es el descenso en tres puntos del tipo nominal del impuesto de sociedades, fijado en el 28% en el País Vasco frente al 25% vigente en la Hacienda común estatal. El principal problema es la resistencia de los socialistas a acceder a sus pretensiones.

LEJOS DE PODEMOS

Descartada EH Bildu, la otra opción al margen del PP es Elkarrekin Podemos, cuya principal fuerza, el partido de los círculos representado en Euskadi por Nagua Alba, está inmerso ahora mismo en un proceso de primarias para renovar a su dirección en diciembre tras el anuncio de su retirada en agosto de su secretaria general.

El primer contacto a comienzos de esta semana demostró el alejamiento de las posturas. Elkarrekin Podemos planteó modificaciones en las cuentas por un importe de entre 110 y 140 millones de euros de un proyecto global de 11.486. Sus propuestas, destinadas a Educación , políticas de igualdad y apoyo a las comarcas más desfavorecidas, fueron contempladas con cierta distancia por parte del consejero Azpiazu, que según advirtió Podemos considera “complicado” acceder a esos cambios. Su propio portavoz parlamentario, Lander Martínez, se mostró escéptico a la salida de la reunión sobre el margen existente para alcanzar un acuerdo.

Las negociaciones proseguirán las próximas semanas y aún hay partido por jugar. Las opciones más factibles son el pacto con el PP o la prórroga presupuestaria, aunque la primera pasa por una modificación de la reforma fiscal acordada con muchas dificultades y hace tan sólo quince días por los socios del Gobierno vasco.

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