Una sensación extraña recorrió este viernes el PSOE. Se esperaba que el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) fuese favorable, pero no tantas buenas noticias juntas: subir cinco puntos, quedarse a menos de cuatro del PP, despegarse claramente de Podemos e imponerse en todos los indicadores importantes (intención directa de voto, simpatía, valoración de líderes) a Mariano Rajoy.

El nuevo líder del PSOE y su equipo más fiel han sufrido tanto en este curso que, cuando se alegran por las buenas noticias, brindan con más cautela que antes, como si anticiparan ya algún golpe futuro o no quisiesen bajo ningún concepto acostumbrarse. Son conscientes de que, tras este CIS, vendrá otro y que su carrera, lejos de tentaciones por el camino como mociones de censura propuestas por Pablo Iglesias, es de fondo. Con una sede de Ferraz medio desierta por vacaciones (por primera vez en años hay verano de verdad), los principales referentes del PSOE se felicitaron por teléfono y whatsapp.

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El CIS de julio, el primero con intención de voto y valoración de líderes desde que Sánchez volvió al timón del PSOE, ha cumplido la dulce profecía que Susana Díaz creía estar llamada a protagonizar y desautorizó a todos aquellos que, dentro o fuera del partido, auguraban el Apocalipsis. Estas son las partidas, todas jugadas al mismo tiempo, en las que Sánchez comienza a tomar ventaja frente a sus enemigos internos y externos. 

1. Rajoy (se asoma al abismo del error muestral)

La animadversión que sienten el presidente del Gobierno y el líder de la oposición es patente. Sánchez afirma a menudo que es muy distinto del presidente del PP y para la Historia quedará el apelativo "marciano" con el que dicen que Rajoy se refirió al retornado secretario general del PSOE, que por su parte le espetó en un debate televisivo que no era decente. Rajoy evitó felicitar a Sánchez por teléfono tras su victoria en las primarias y en el PP se apresuraron a tachar su vuelta como una traición suicida de las esencias socialistas. 

Si con la vuelta de Sánchez muchos pensaron que había PP para rato, el CIS reabre la pugna y puede apuntar al agotamiento definitivo de Rajoy

Si con la vuelta de Sánchez muchos pensaron que había PP para rato, el CIS reabre la pugna y puede apuntar al agotamiento definitivo de Rajoy. Todos los indicadores, salvo la cocina del barómetro (el tratamiento de los datos directos con diversas variables, como el recuerdo de voto), ponen al PSOE por encima del PP: intención de voto directa, simpatía o valoración de líderes son algunos ejemplos. Los 3,9 puntos que separan al PP del PSOE en estimación de voto podrían ser menos si se tiene en cuenta el margen de error de la muestra, +/- 2 puntos. Hay partido. 

2. Iglesias (ni rastro del sorpasso)

Hay quien piensa en el PSOE que la estimación de voto que se asigna a Unidos Podemos, el partido de Pablo Iglesias y sus confluencias, es demasiado alta. Globalmente gana seis décimas, pero solo Podemos sube nueve. Compensan un retroceso de su marca en la Comunidad Valenciana, participada por Compromís.

Sin embargo, aún tomándolo por cierto, el dato es amargo para la formación de Pablo Iglesias, que se queda a 4,6 puntos del PSOE y a 8,5 del Rajoy. Es demasiada distancia para sostener el discurso habitual de que en España no hay más que dos opciones: el PP o ellos. 

La reivindicación del dato de Unidos Podemos se ha quedado en decir que el CIS "sugiere que la base electoral es sólida"

La primera reacción de Pablo Echenique, número dos de Podemos, fue bastante elocuente. "Mucha cautela con las encuestas. Se han equivocado mucho en los últimos años. Ni triunfalismo cuando subes, ni depresión cuando bajas", escribió en una lista de mensajes publicados en Twitter, en los que la reivindicación del dato de Unidos Podemos se limitó a decir que el CIS "sugiere que la base electoral es sólida". Podemos aguarda tiempos mejores. 

3. Susana Díaz (los resultados que hubiera querido para ella)

Durante la campaña de las primarias del PSOE, que concluyó el 21 de mayo con una contundente victoria de Sánchez, Díaz creyó que iba a ganar. Es más: lo sabía, estaba convencida. Su discurso para el día después tenía cierta coherencia teórica para muchos. Si ella era la vencedora se imponía la tesis de la centralidad: la del PSOE de izquierdas pero que apela al centro, sin estridencias, sin el puño en alto, yendo a por jugosas bolsas de electores (abstención, indecisos, moderados del PP y Ciudadanos) y esperando al voto útil que inevitablemente acabaría desangrando a Podemos. 

Sánchez está cumpliendo casi a la perfección los planes que Susana Díaz tenía para sí misma

"En cuanto ganemos, nos colocamos a tres o cuatro puntos del PP. Y a partir de ahí podemos volver a ser primera fuerza porque se activa el voto útil en la izquierda", llegó a decir Díaz a sus colaboradores. Pues bien, el PSOE está, según el CIS, a 3,9 puntos del PP. Sánchez está cumpliendo casi a la perfección los planes que Susana Díaz tenía para sí misma, aunque avance en el centro al ser respetado en la izquierda. Ni debacle ni Apocalipsis. Al menos, por el momento.

Mientras, la advertencia de Díaz el fin de semana pasado, cuando lanzó un torpedo a un Sánchez sentado en primera fila del congreso de los socialistas andaluces al rechazar su concepto de plurinacionalidad, no ha logrado eco en otros dirigentes territoriales.

"Para algunos barones, todos los días es fiesta", explican con ironía en Ferraz. "No descartamos que en algún momento alguien intente reavivar la división o debilitar a Pedro. Pero Susana ya no estará a la cabeza". Ferraz cree que ha desactivado a Díaz y, más aún, que será la presidenta andaluza la que acabará beneficiándose de los éxitos de Sánchez. 

4. Felipe González (y la vieja guardia)

Pedro Sánchez ha comenzado a recomponer su relación con José Luis Rodríguez Zapatero, según fuentes cercanas al líder. Pero con Felipe González parece irrecuperable, ya que el expresidente está decidido a mantener la distancia al sentirse agraviado en lo personal (por las mentiras que denuncia en Sánchez) y desconsolado en lo político. 

González no cree en Sánchez y el CIS supone una desautorización de las profecías que ha hecho, en público o en privado mientras apoyaba a Susana Díaz. Lo mismo ocurre con buena parte de las élites del PSOE, comenzando por el exlíder Alfredo Pérez Rubalcaba y siguiendo con el diputado Eduardo Madina, que ha decidido tirar la toalla y dejar su acta de diputado, aunque no lo formalizará hasta septiembre. 

5. PRISA (y la derecha mediática)

Desde que Sánchez ganó las primarias ha tratado de recomponer sus relaciones con algunos medios, pero está encontrando fuertes resistencias al diálogo en el grupo PRISA y, sobre todo, en uno de sus buques insignia: el diario El País. La cabecera fue muy crítica con Sánchez y, antes de las primarias, llegó a dedicarle adjetivos que rozaban el insulto, algo que fue muy criticado internamente.

Después de su victoria, El País también se mostró apesadumbrado sobre el futuro de la socialdemocracia ("El Brexit del PSOE", llegó a calificar el resultado) y cargó contra algunas de las primeras decisiones de Sánchez, como abstenerse en la ratificación del tratado de libre comercio Unión Europea-Canadá, conocido como CETA. Algunas encuestas publicadas por el diario describían un atascamiento que no se ve reflejado en el CIS. Lo mismo ocurre con otras cabeceras, de orientación abiertamente conservadora, que pronosticaban el fin del PSOE con Sánchez a la cabeza. 

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