“En eso somos una piña y creemos que la mayoría de los madrileños nos apoyan”, dice un concejal de Manuela Carmena sobre la peatonalización total de la Gran Vía. Esta mañana, la alcaldesa capitalina ha revelado su intención de desterrar el tráfico –salvo para el transporte público– de la arteria madrileña antes de que acabe la legislatura.

La tendencia a la peatonalización del centro de las ciudades es una especie de cascada irrefrenable. Así lo consideran también la Asociación de Comerciantes de la avenida y la Federación Madrid Centro. Su presidente, Florencio Delgado, consultado por este periódico, relata: “No estamos en contra de la peatonalización, que quede claro, pero las cosas no se pueden hacer de forma tan precipitada e improvisada”. Un mensaje que han enarbolado en el pleno consistorial PP, Ciudadanos y PSOE. “No se puede hacer de la noche a la mañana y en un momento tan complicado e importante como la Navidad”, criticaban.

El padre de Carmena

Delgado, inmerso en las asociaciones vecinales del centro de la ciudad desde los años ochenta, aquellos en los que el padre de Carmena regentaba una sastrería en el número 24 de la calle Duque de Alba, recuerda que Alberto Ruiz-Gallardón ya ensayó la década pasada la restricción del tráfico. El alcalde, en la celebración del centenario de la calle en 2010, confesó su intención de peatonalizar el paseo gradualmente. “Pero no se hizo porque no había aparcamientos disuasorios suficientes”.

El presidente de esta asociación de comerciantes se refiere a los aparcamientos situados en los alrededores del centro que, bien conectados con el transporte público, ofrecen al madrileño la posibilidad de desplazarse de forma barata y cómoda. “Claro, pero es que todavía no funcionan”. Consciente de esto, Carmena aprobó el pasado julio una partida de casi 140 millones de euros para la construcción de 9.570 plazas de este tipo, todas ellas a menos de cinco minutos andando de una boca de metro o marquesina conectadas con la almendra central madrileña. “Vale, entiendo, ¡pero es que todavía no funcionan!”, se queja Delgado.

"Carmena no nos avisó"

Este comerciante reitera que Carmena decidió restringir el tráfico en la Gran Vía sin comunicarlo a la asociación. “Me llamó en mayo y me preguntó por este extremo. Le dije que contara con nosotros, que nos parecía bien, pero que había que hacerlo de forma razonada. En Navidad, cuando se puso en marcha la medida, nos enteramos por la prensa”.

Pero, ¿en qué puede percibir un ciudadano que se ha hecho de forma precipitada? “No hay más que ver las decisiones de los juzgados, que han ido obligando al Ayuntamiento a dejar a entrar a transportistas, autobuses turísticos… Porque no se hicieron bien las cosas y estaban siendo seriamente perjudicados”, arguye Delgado.

"Bien para los restaurantes, mal para las tiendas"

En cuanto a los primeros efectos que ha podido tener el cierre al transporte privado en la Gran Vía, la asociación de comerciantes considera que los bares y restaurantes se han visto beneficiados, al contrario que las pequeñas tiendas: “Claro, porque al venir en transporte público, los madrileños han ido a ver el centro, la iluminación… Pero no a comprar, porque es más incómodo. Todavía no tenemos datos concretos”.

Esta mañana, Manuela Carmena ha acompañado su propuesta de uno muy concreto: las ventas de la Casa del Libro, en la mitad de la Gran Vía, se han incrementado en un 15%.

La delegación de Economía y Hacienda del Ayuntamiento asegura a este periódico que, una vez terminadas las navidades, se facilitarán este tipo de datos al público para probar los buenos efectos de esta medida, más allá de la reducción de las emisiones, ya constatadas a través de las estaciones de medición más próximas.