Es la historia de la España moderna. De este periodo en el que los poderosos se dieron cuenta de que la cosa iba de cambio y decidieron, como no podía ser menos, que ellos designarían quién era el cambio.

Como intentamos explicar durante los dos últimos años -sin que nadie nos prestara atención, los unos por ingenuidad y los otros porque estaban en la pomada- la operación para que Ciudadanos saltara desde Cataluña al resto de España se empezó a gestar cuando CIU se fue al monte con los independentistas. El establishment económico -propietario de los medios de comunicación españoles, entre otras cosas- y político -PSOE y PP, ambos dispuestos a seguir cediendo al nacionalismo lo que hiciera falta para tenerle tranquilo, pero sin que se notara demasiado que era a costa de la igualdad de todos los españoles- llegaron a la conclusión -tarde, recuerden aquel editorial conjunto de todos los medios de comunicación en Cataluña- de que hacía falta un partido que sustituyera a CIU con un dirigente dispuesto a jugar el papel de Duran i Lleida: catalanista en Cataluña y hombre de Estado en Madrid.

Y lanzaron la operación, primero apoyando el movimiento ciudadano para las elecciones europeas -decenas de portadas contando la gesta de Rivera por toda España, los miles y miles de afiliados, las pasiones que movía en foros y plazas- y después entrando a saco y colocándole como el líder indiscutible de eso que ellos mismos denominaron -el Presidente del Sabadell lo hizo- "el populismo de derechas". Todo ello adobado por panegíricos sobre su carisma, su juventud, su capacidad, su centrismo, su patriotismo....

Ese espacio de partido nacional centrado al que aspiraba Ciudadanos estaba sociológicamente ocupado por UPyD

Ese espacio de partido nacional centrado al que aspiraba Ciudadanos -bueno, más bien sus promotores del IBEX y de los medios de comunicación a su servicio- estaba sociológicamente ocupado por UPyD. Por eso la operación lanzamiento tenía que incluir el apartado derribo. Y también por eso durante año y medio -desde las europeas del 2014 hasta finales del 2015- lo único que se hablaba o escribía sobre UPyD era que nuestro proyecto estaba "agotado”. El principal argumento para demostrar que nuestro tiempo había pasado era que no salíamos en las encuestas, cosa normal puesto que ni siquiera preguntaban por nosotros.

Un partido que se negaba a fundirse con C's y que insistía en explicar que ambas organizaciones no eran lo mismo, que podían colaborar pero no a costa de la desaparición del primero -que era quien había roto el bipartidismo en España, que había demostrado tener un proyecto de país y lo había defendido en las instituciones- resultaba una molestia para que la operación maquillaje -por cierto, entre la dirección de C’s la llamaban Operación Pepino- tuviera éxito a corto plazo.

Por eso vinieron a por nosotros; salvando las distancias y para que me entiendan: ETA asesinaba a ciudadanos inocentes no porque les tuvieran manía, sino porque les estorbaban para conseguir sus objetivos totalitarios. Por eso nos mataron políticamente a nosotros: porque éramos un estorbo.

Acabaron con nosotros para que Ciudadanos ocupara cómodamente ese espacio

Aquella UPyD autónoma, que sentó a los capitostes económicos y políticos del país ante los tribunales, que se negó a aceptar que los testaferros de ETA se sentaran en las instituciones sin renunciar a su pasado ni colaborar con la justicia; que se querelló contra los independentistas catalanes por celebrar un referéndum inconstitucional; que no se doblegó nunca a los intereses partidarios y siempre puso por delante los intereses de España... era un incordio con el que había que acabar. Y sí, acabaron con nosotros para que Ciudadanos ocupara cómodamente ese espacio y para que nadie tuviera que escuchar ni rebatir en las instituciones la voz sensata, solvente, radical en lo importante, moderada en lo necesario, constitucionalista sin complejos. Para que nadie se tuviera que mirar en el espejo y les devolviera su verdadera imagen, la de un partido sometido a los intereses de quien les pagó la carrera y está obligado a devolver los créditos.

Ciudadanos ya busca claramente ocupar el espacio nacionalista que CIU dejó vacío en Cataluña y en el conjunto de España

Ahora lo ve mucha gente, pero ya es tarde, porque el círculo está cerrado y los conseguidores del pacto con los independentistas que no respetan la ley pueden respirar tranquilos. Y Arrimadas discursea a favor del catalanismo, y su jefe de filas, Rivera, la apoya. ¿Se imaginan a un dirigente de un partido nacional definiéndose españolista? Ciudadanos ya busca claramente ocupar el espacio nacionalista que CIU dejó vacío en Cataluña y en el conjunto de España. No quieren una Cataluña más plural y más constitucionalista, sino una España más pequeña que conviva de igual a igual con una Cataluña en la que el constitucionalismo se diluya y su espacio sea ocupado por ese catalanismo que no es otra cosa que pura retórica para no llamarse a sí mismos nacionalistas moderados. Una vez más se prostituye el lenguaje al servicio del nacionalismo.

Y todo queda en su sitio, nada cambia. Necesitaban un partido en Cataluña que sumaran -el PP y el PSE solos no llegaban y CIU ya estaba en otra cosa- para hacer el pasteleo de cesión ante el nacionalismo excluyente que lleva años rompiendo la convivencia entre catalanes y destruyendo la sociedad plural en esa comunidad y ya lo tienen: en el Parlamento nacional y en el catalán. Ahora todos pueden respirar tranquilos, insisto. Y Susana Díaz puede proponer sin tapujos que “hay que cambiar la Constitución para Cataluña”; y Feijóo puede proclamar en Barcelona que “la ley no puede ser un impedimento”.

Necesitaban que en las instituciones no estuviera nadie dispuesto a dar la batalla en pro de la igualdad de derechos de los españoles

Necesitaban que en las instituciones no estuviera nadie dispuesto a seguir dando la batalla en pro de la igualdad de derechos de todos los españoles; necesitaban que no hubiera nadie que se pudiera levantar en la tribuna del Congreso de los Diputados para defender la Constitución, la causa justa y denunciar la flagrante traición que se está cocinando.

Así que nada, aquí estamos. Y a nadie parece importarle que en el pacto entre el PSE y el PNV se llame a los asesinos “personas presas” y se proclame la nación vasca o el derecho a decidir. Y todos están felices de que en el llamado asunto catalán no haya líneas rojas, que diría Feijóo, ni siquiera la ley. Y que Duran i Lleida se haya transmutado en un chico joven y con pelo, dispuesto a pagar la hipoteca antes de que le desahucien. El cambio era eso: menos España, menos progreso, menos igualdad. Pero pueden estar tranquilos porque ya nadie se subirá a ninguna tribuna para denunciarlo porque estos españoles sin complejos, incorruptibles y radicales en la defensa de la igualdad entre ciudadanos españoles, están todos es su casa. Y algunos, como yo, escribiendo estas cosas tan políticamente incorrectas.