Ana I. Gracia Lorena Ortega
El repentino fallecimiento de Rita Barberá provocó un espontáneo cierre de filas en torno al mito de lo que fue Rita Barberá en el pasado. De nada sirvieron los halagos y las buenas palabras que todos en el PP sin excepción dedicaron a la senadora recién fallecida el día de su muerte. Su familia se refugió hasta que se realizó la autopsia en el hotel donde pasó sus últimas horas y allí mismo decidieron levantar un muro inquebrantable entre ellos, la familia, y la clase política, la que señalan como causantes reales del trágico final de Barberá.
El mensaje oficial que la familia Barberá Nollà lanzó a los excompañeros de partido que tenían mala conciencia y la recordaban con buenas palabras fue contundente: "Que instituciones públicas y partidos políticos no asistan a los actos públicos previstos". A última hora del día, el presidente Mariano Rajoy incluía en su agenda acudir al sepelio de la que siempre ha considerado una amiga. Sin embargo, quienes pudieron conversar con su hermana Asunción después de conocerse el desenlace, aseguran a EL ESPAÑOL que se mostró "muy enfadada" por el cariño con el que hablaban los miembros del Partido Popular sobre su figura.
Muchos conservadores reconocían que Rita había sido víctima de "una cacería y una persecución" y lamentaban profundamente la condena pública a la que había sido sometida incluso por ellos. Sin embargo, solo hubo un miembro del PP, José María Aznar, que criticó el trato que desde su partido se había dado a la exalcaldesa. "Lamento que haya muerto habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida". El Partido Popular también lanzó un comunicado para lamentar la pérdida de Barberá, pero en ningún momento recordó que en septiembre entregó su carné de afiliada por la presión a la que había sido sometida.
Las noticias sobre corrupción que empezaron a rodear a Rita desde que en 2015 la oposición del Ayuntamiento se alió para sacarla de la Alcaldía terminaron por enfrentar al propio PP sobre el trato que debía recibir la exalcaldesa. En un lado se situaba la vieja guardia del PP, que siempre defendió su inocencia; en el lado opuesto los nuevos vicesecretarios, que se negaban a partirse la cara en los platós de televisión por alguien con quien no se sentían representados. 

Relación rota

Los dirigentes del PP valenciano hacía meses que habían roto relaciones con ella. Concretamente desde que las revelaciones del caso Taula apuntaban directamente a ella. Isabel Bonig, presidenta del PP de la Comunidad Valenciana, fue de las primeras en pedir explicaciones a Barberá e intentó que los ediles imputados devolvieran su acta. Su postura enfadó de tal manera que le mandó un mensaje a su móvil: "¿De qué quieres que dé explicaciones? Recordad por qué estáis ahí. Di la cara por vosotros. Esto me da fuerza, me habéis activado. No me merezco esto. Cuidado con lo que decís".
Bonig se enteró de su fallecimiento en la previa a un desayuno informativo en Valencia a través de una llamada de teléfono. Ante los medios admitía que hacía ya "algún tiempo" que no hablaban y que hoy era el día en el que había que reconocer su "figura política" y rendir homenaje a una persona "que se dejó la vida por los valencianos,con sus errores y sus múltiples aciertos". 

"Lo único que me queda es el honor"

Que no se merecía ese escarnio público es algo que han repetido al unísono todos sus excompañeros este miércoles, cuando conocían la manera en la que falleció: en una habitación de un lujoso hotel en Madrid. El exministro José Manuel García-Margallo, que el jueves evitó en los pasillos del Congreso a una Rita Barberá que cariñosamente le reclamaba llamándole "Margui", reproducía este miércoles en una entrevista televisiva uno de los lamentos que Rita confesaba a sus seres queridos: "Lo único que me queda es el honor y también quieren quitármelo".
Barberá recibirá una despedida muy sencilla, como cualquier valenciano anónimo. Su familia ha rechazado el ofrecimiento del Ayuntamiento de velar su cuerpo en el Ayuntamiento. Querían un entierro en la más estricta intimidad, aunque los planes del presidente del Gobierno de acudir romperá los deseos de la familia. El único homenaje que se rinde en su honor en la 'casa' de la alcaldesa de España es un libro de condolencias dispuesto en el Salón de Cristal del consistorio que dirigió durante un cuarto de siglo.  

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