"Si fuéramos en pelotas como los que se manifestaron la semana pasada por Madrid, el desfile del 'zurullo gay', seguro que nos dejaban estar aquí una semana". Los aplausos se alternaban con los 'vivas'. Quien hablaba era Javier Muñoz, encargado de prensa del Sindicato de Trabajadores Nacional Sindicalistas. Había tomado la palabra en segundo lugar. Subió al estrado, entre vítores y soflamas, mientras se ajustaba por dentro del pantalón vaquero el polo azul con las franjas rojigualdas en las mangas.

La escena se producía el pasado martes, cuando un grupo de doscientos falangistas se reunía en el madrileño Templo de Debod, junto a la Plaza de España de la capital, para conmemorar a su manera el 80º aniversario del golpe de Estado que dio inicio a la Guerra Civil. En el acto de este grupo ultra se escucharon proclamas fascistas contra la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, contra la celebración del Orgullo Gay y contra la ley de memoria histórica, entre otras cosas. 

Justo cuando llega el atardecer, la luz del Templo de Debod se hace mucho más intensa. Sus piedras se iluminan de naranja y de amarillo antes de que caiga la noche. Una estampa aprovechada por muchos madrileños para pasear por sus jardines, alrededor del estanque. Este martes tampoco fue distinto, pero los viandantes se encontraron un paisaje muy diferente al habitual. 

Los símbolos falangistas

Una voz amplificada por altavoces resonaba en las escaleras que conducen al monolito, y su eco se extendía hasta el otro extremo de la calle Ferraz. Colgada de la balaustrada que precede a las escaleras, una pancarta azul dominaba la escena. En ella se podía leer "Orgullosos de nuestra historia". Debajo, los sacos de trinchera se amontonaban contra la pared. Cerca de doscientas personas daban la espalda a la ciudad y dirigían su mirada al speaker. Nueve de ellos sosteniendo nueve banderas, unas rojas y azules, otras rojas y gualdas. Todas tenían algo en común: un haz de flechas y un yugo sellado en el medio de las telas que ondean.

Varones mayores, varones de mediana edad, jóvenes, mujeres, algún niño: todos acudían a conmemorar la batalla del Cuartel de la Montaña, hito de la sublevación franquista en Madrid durante el año 1936. El espectro de edad es amplio, la vestimenta similar. La escalinata estaba rodeada de camisas azules, adornadas con los mismos símbolos que estaban en las banderas. Muchos de ellos lucían tatuados idénticos mensajes en sus brazos. Cada año, por estas fechas, los falangistas salen a la calle a celebrar a reivindicar su pasado y sus ideales. 

El acto apenas duró una hora, pero daba tiempo a apuntar hacia un objetivo: alentar a los suyos, infundirles ánimos ante un presente que ellos consideran oscuro: "Llegado el momento saldremos a la calle como ya hemos hecho en varias ocasiones. Mientras, los acomplejados, esos de la bandera de España, seguirán dando lecciones de democracia desde las redes sociales".

Un sindicalista afín a la Falange durante su intervención. Twitter de Falange Templo de Debod

El público asentía, aplaudía y aleccionaba a Muñoz con entusiasmo en su apelación a la alcaldesa de Madrid, a quien el líder falangista dedicó buena parte de su disertación. "Esta España oficial es la de la mentira y la calumnia. Y vivimos en una ciudad gobernada por la jefa de los concejales procesados, que no se van ni con el agua caliente, aunque a ellos el agua caliente les gusta incluso menos que el fascismo". En su discurso también habló de la memoria histórica: "Los que quitan esas placas son unos mierdas".

En uno de los laterales se habilitó un puesto de libros y amuletos de la Falange. Dos mujeres ofrecían a la venta llaveros con el yugo, estampas y libros de Primo de Rivera, entre otros objetos. De repente, el discurso se detuvo. Muñoz, en un grito a pleno pulmón, pronunciaba una última frase. Y todos contestaron al unísono en un bramido a capela que acompañaron con el brazo derecho y la mano extendida al frente:

-¡Caídos por Dios y por la patria!

-¡Presentes!

La batalla del Cuartel de la Montaña

El Cuartel de la Montaña fue bombardeado por tierra y por aire. Era un sólido edificio de cuatro plantas de ladrillo y granito. En sus dos patios había capacidad para albergar una guarnición de 2.600 a 3.000 soldados de infantería, ingenieros y un grupo de alumbrado. Hoy su lugar lo ocupa un tótem egipcio construido en torno al año 200 antes de Cristo y trasladado a España en el año 1970.

El general Fanjul aguardaba en su interior junto con 2500 hombres. Esperó ayuda de la sierra, pero no sirvió de nada. Los asaltantes lograron llevarse de allí a un herido Fanjul, para que fuese juzgado por rebelión militar. Acabó fusilado. El cuartel cayó y ha quedado inserto como un hito sagrado en el imaginario de los simpatizantes de la Falange.

El falangismo en el siglo XXI

Manuel Andrino Lobo tenía trece años en 1978 y venía de una familia obrera de Vallecas cuando se afilió a la Falange. “Los trece años de antes eran muy distintos a los de ahora. En mi época ya habíamos vivido muchas cosas. Ahora, a esa edad, los jóvenes solo se preocupan por jugar a Pokémon y otras tonterías”. Los primeros años de la Transición volaban, rápidos y vertiginosos, en un cóctel de muchos acontecimientos apretados en un corto espacio de tiempo. “Estaban los atentados de ETA y del GRAPO en plena efervescencia. Me afilié por sentimientos muy primitivos. ”. Este hombre alto y de piel morena se enfundaba el pasado martes un polo azul con el yugo y las flechas bordados para acudir a la celebración de la batalla del Cuartel de la Montaña.

En el siglo XXI, el falangismo sigue presente en la sociedad española, aunque de una forma residual. “Yo lo veo igual que en el siglo XX, es perfectamente adaptable a las circunstancias”. Manuel Andrino asegura que los principios que defienden no son desconocidos. “Unidad irrenunciable a la patria, rechazo al lamentable de las autonomías con diecisiete miniparlamentos… Algunas de las teorías que ponemos en el candelero han sido tachadas de falangistas, pero si vienen de otro lado, sí que merecen atención”, critica.

Simpatizantes de la Falange en la manifestación de ayer Twitter de Falange Templo de Debod

El 3 de julio de este año La Falange colgaba en su página web un artículo titulado “El problema del Orgullo Gay”. Empezaba con el siguiente párrafo.“El orgullo de estos días es nuestro. De La Falange. Con mayúsculas. Orgullo porque no hemos caído en las trampas del mundo moderno. Porque aún sabemos diferenciar el bien del mal. Lo correcto de lo incorrecto. Lo puro de lo degenerado”. Manuel Andrino Lobo asegura, en relación a las fiestas del Orgullo que “es inadmisible que se promuevan de forma avasalladora políticas que, para mí, son antinatura”.

El discurso de Muñoz a los pies del Templo de Debod proseguía bajo la última luz del día. Tocaba alentar a los suyos y despedirles hasta el año siguiente. “Esta lucha la tendremos que hacer solos. No esperéis la solución a los males de la nación desde las instituciones del sistema. Es la única esperanza que le queda a nuestra patria”. El acto terminó con los presentes, de espaldas a la ciudad, entonando el "Cara al Sol".

Noticias relacionadas