Hoy se abrazan, pero no siempre fue así. Hubo un tiempo y un lugar, o varios tiempos y varios lugares, en los que Iglesias y Garzón, IU y Podemos, se miraron con sonrisa socarrona, recelo y odio. Esos sentimientos, impresiones del momento, quedaron marcadas en palabras cruzadas, directas, soterradas o escondidas en citas literarias lanzadas a las redes como si tal cosa.

El pacto del Equipo A



Del amor al odio va un paso, y de ser un "gruñón" a un "amigo" parece que también. Al menos hoy. Pero recordemos cómo fue el "gruñón" que llegó antes que el abrazo en la Puerta del Sol.



En junio de 2015, día 24 para más señas, Pablo Iglesias concedía una entrevista al diario Público, y la trufaba con dardos hacia Izquierda Unida. Veía en cada uno de los militantes del partido de Garzón al "típico izquierdista tristón, aburrido, amargado..., La lucidez del pesimismo".



"No se puede cambiar nada, aquí la gente es imbécil y va a votar a Ciudadanos, pero yo prefiero estar con mi 5%, mi bandera roja y mi no sé qué. Me parece súper respetable, pero a mí dejadme en paz. Nosotros no queremos hacer eso. Queremos ganar. Preocúpate de otra cosa". Un portazo en toda regla a IU.



Pero parece que quedó un resquicio, que la puerta no encajaba y aún había que empujar un poco más, con ímpetu, y por ello Iglesias añadía: "Deja de estar tan preocupado con las cosas que nosotros hacemos y con lo que nosotros proponemos. Sigue viviendo en tu pesimismo existencial. Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques, porque sois precisamente vosotros los responsables de que en este país no cambie nada. Sois unos cenizos". Y nadie quiere aliarse con cenizos.



Pero por si acaso se colaba brisa bajo la puerta... "No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de Izquierda Unida, que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros. Seguid en vuestra organización. Presentaos a las elecciones, pero dejadnos en paz". Llegar al pacto que abrazan hoy parecía difícil.

Más aún oyéndole en su programa en HispanTV, donde el líder de Podemos hablaba de que la gente que le pedía que se uniera a IU expresaba un deseo noble, pero eso no funciona electoralmente. "Si es que nosotros venimos diciendo desde el principio que eso no puede cambiar políticamente el país, porque no suman, porque la izquierda de toda la vida tiene menos votos que podemos sólos".



Balsas de Salvamento para IU



Y seguía la misma línea en otras intervenciones: "La apuesta por el cambio y la unidad popular no tiene nada que ver con acuerdos entre partidos, y mucho menos con lo que podríamos llamar balsas de salvamento para nadie. Yo creo que cada uno tendrá que asumir las consecuencias de la estrategia política que ha llevado a cabo. Quien piense que el futuro de este país pasa por una coalición de partidos que sirva para salvar un partido pues no cuenta con nuestro acuerdo en ese aspecto".



Llegaba julio, y Pablo Iglesias decía que no tenía "la obligación moral de salvar a la izquierda". Estaba en un acto en Vallecas, molesto con IU, y descartaba con desdén la posibilidad de confluir con Ahora en Común, haciendo un frente de izquierdas que ahora aparece sobre la mesa.



"No te enteras pitufo gruñón, no les vamos a regalar nuestro país nunca más a los de arriba", sentenciaba el líder de la formación morada, lejano del pacto con IU, y les afeaba que no quisieran celebrar primarias abiertas de cara a las elecciones europeas, buscando un "revulsivo".



"Ahora tenéis la oportunidad de elegir un secretario general a la medida del mercado, pero no lo haréis. Vuestra cultura os lo impide. Os veréis empujados hacia el dilema de buscar un histórico y seguir mamando de la mitología o bien un hijo del aparato", publicaba, en verano, Iglesias en las redes sociales haciendo uso de Vázquez Montalbán. Sólo para buenos entendedores.

Tuit de Pablo Iglesias

Pero Iglesias no era el único que parecía no buscar acuerdo. Frases de Garzón como "No cambiaremos nuestro mensaje por un puñado de votos, como hace Podemos", "No creo que Podemos pueda ser el PSOE, pero le gustaría serlo", "Los cuatro partidos que van a los debates [PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos] son empresas que venden un producto y tiran de elementos de marketing " o “Estoy notando que mucha gente de Podemos viene aquí a insultarme”, no hacían entrever un posible acuerdo futuro.

Y también andaba enredando Monedero con sus matemáticas, las cuales le decían que "una suma de cabecitas de ratón no construye si no un ratón Frankenstein que no va a ser capaz de generar ningún tipo de emoción".

Todo pintaba mal, parecía turbio y nadie apostaba por ellos entonces, pero hoy los pedacitos del "ratón Frankenstein" están cosidos con un abrazo en Sol, en la calle, ante los ciudadanos que parecían aplaudir con esa emoción que Monedero no veía. Las urnas decidirán.