Fueron 12 los dirigentes de Podemos y sus confluencias que comparecieron este viernes en el Congreso de los Diputados. Casi ninguno podía reprimir una sonrisa ante alguna de las preguntas de los periodistas que se interesaban por el resultado de consulta con la que Pablo Iglesias se aseguró un nuevo golpe de efecto.

Las preguntas, según leyó Iglesias, son dos: "¿Quieres un Gobierno basado en el pacto Rivera-Sánchez?" "¿Estás de acuerdo con la propuesta de Gobierno de cambio que defienden Podemos, En Comú Podem y En Marea?" Con esas dos preguntas, Iglesias había achicharrado las opciones de un pacto de Gobierno con el PSOE y Ciudadanos.

Derivar a las bases la decisión suponía que los negociadores consideran que no pueden hacer más, como así reconoció Iglesias. "Ya no sé qué más podemos hacer", reconoció, resignado tras reivindicar las muchas cesiones de su partido. Además, la consulta congela cualquier posibilidad de desbloquear las conversaciones, ya que el resultado no se conocerá hasta dentro de 10 días que serán estériles para hablar con Podemos. Después apenas quedará una semana para negociar antes de que se inicien las formalidades para la segunda y última votación de investidura, en caso de que llegue a producirse.

Las sonrisas de la cúpula de Podemos, patentes en caras como la de Íñigo Errejón o Irene Montero, asomaban cuando los periodistas preguntaron cuestiones como: ¿qué va a votar Pablo Iglesias? ¿Contemplan un doble sí (al pacto con Rivera y a hacerlo compatible con la propuesta de Iglesias), algo que es en teoría posible? Iglesias dijo que iba a votar "no" a la primera y "sí" a la segunda, provocando una carcajada general por lo obvio de la respuesta. Nadie esperaba otra cosa, ya que es lo que ha defendido durante semanas. Iglesias se animó a advertir de que, en caso de que las bases votasen algo distinto, él y la dirección del partido podrían asumir el resultado dimitiendo. Si los alrededor de 393.000 inscritos en Podemos votan sí al acuerdo de PSOE y Ciudadanos, harían implosionar el partido.

Nadie duda del resultado de la consulta

Nadie en Podemos cree que el resultado vaya a ser distinto al avanzado por Iglesias en el mismo momento del anuncio de la consulta. La formulación no contempla escenarios intermedios como la abstención o un apoyo con condiciones, que podrían generar más dudas. Cuando Pedro Sánchez se sacó de la manga una consulta a la militancia para dar esquinazo a los dirigentes territoriales más críticos, nadie contempló tampoco la posibilidad de un "no" en la consulta. Pero la pregunta era otra, mucho más vaga, que se basaba en un apoyo a la estrategia del secretario general, a los acuerdos alcanzados y propuestos, sin decir con quién.

Tanto Sánchez como Iglesias buscaban un plebiscito que legitimase su estrategia y la resguardase de presiones externas. Sin embargo, mientras que Sánchez buscó que la militancia avalara desatarle las manos que pretendía esposar el Comité Federal, Pablo Iglesias pareció buscar en las bases la excusa para cortocircuitar unas negociaciones con las que nunca estuvo de acuerdo. Ni se planteó nunca renunciar al derecho a decidir la autodeterminación, presente todo el tiempo en sus reivindicaciones, ni a tener más ministros que el PSOE en el Gobierno presidido por Sánchez, excluyendo sin pestañear a Ciudadanos. En la ecuación de Iglesias, Ciudadanos sólo fue, y durante un tiempo, una posibilidad remota de apoyo a cambio de muy poco.

En otras palabras: este viernes no sólo Iglesias dijo "no" a lo que escuchó en la primera y quizás última reunión a tres, que duró poco más de dos horas y donde había 18 participantes. Iglesias dijo "no" a seguir negociando por lo que él considera "inmovilismo" de PSOE y Ciudadanos y sepultó las negociaciones con una consulta que rompe el calendario y de la que sólo puede salir legitimado internamente. Por la tarde, tras defender el referéndum en una reunión con Carles Puigdemont, Iglesias despejó todas las dudas. "Si se tienen que repetir elecciones, asumiremos ese escenario y saldremos a ganarlas".

El PSOE, indignado, culpa a Podemos

La campaña ya parece haber comenzado en todos los partidos. El PSOE aseguró que la rueda de prensa de Iglesias le sorprendió "trabajando" en el documento de 20 puntos que Iglesias entregó a los demás negociadores al final de la reunión y que ni les dejó responder. "Respetamos más su documento que él", lamentó Antonio Hernando, el portavoz parlamentario.

"Todo era una artimaña", arremetió Hernando en una comparecencia de urgente, muy dura y que pretendía señalar todas las contradicciones de Iglesias. 

"Hoy Iglesias y Podemos han cerrado la puerta al cambio que tanto desean millones de españoles" y que a los dirigentes del partido morado les importa "un bledo" o "un pimiento". "Ha pasado de la cal viva a regalar un libro de baloncesto. Ese ha sido el gran movimiento de Pablo Iglesias", advirtió. 

El PSOE resucitó la teoría de la pinza entre Podemos y el PP y aseguró que "vive mejor con el señor Rajoy como presidente del Gobierno". Repetir las elecciones y superar al PSOE siempre fue la intención de Iglesias, según Hernando, a pesar de que las turbulencias internas y unas encuestas desfavorables parecían haberlo puesto en duda. 

El PSOE se ha encontrado con un tiempo libre que pensaba ocupar con expectativas de acuerdo. En las filas socialistas se daba por hecho que la ruptura podía llegar, pero no tan pronto. Los negociadores acudían a Podemos con la fe del novio que no quiere creer en la posibilidad de que su pareja le ponga los cuernos.

Pero el desengaño ha llegado de forma precipitada y puede reabrir la guerra por la sucesión de Sánchez que parecía aletargada hasta la repetición de las elecciones. Con el nuevo fracaso, hay más margen para organizar una candidatura alternativa a la de Pedro Sánchez en las elecciones del 26 de junio y Susana Díaz, la presidenta de Andalucía, tendrá que responder de nuevo a la pregunta de si dará o no el paso.

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