8, 7, 6, 5, 4… En el twitter de Arnaldo Otegi, que tiene miles de seguidores, lleva apareciendo desde el pasado 28 de enero una cuenta atrás en imágenes, día a día, con las jornadas que le restan para abandonar la prisión de Logroño, en la que ha cumplido una condena de seis años y medio, y que se producirá el 1 de marzo.

Aquel día de finales del primer mes de 2016, el juez de Vigilancia Penitenciaria, José Luis de Castro, decidía rebajar la estancia de Otegi en la cárcel, atendiendo a la petición de los abogados del líder abertzale para que se computaran dentro del plazo de cumplimiento de condena las comparecencias de éste ante el juzgado (dos veces al día durante más de un año), que le fueron impuestas como medida cautelar para que pudiera estar en libertad provisional antes de que se celebrara el juicio.

Y en la izquierda abertzale se frotan las manos: después de los pobres resultados obtenidos en las últimas contiendas electorales (las municipales y forales de 2015, donde perdieron las dos grandes conquistas que habían alcanzado cuatro años antes, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián; o los comicios generales del 20-D, en los que Podemos, pese a sus problemas domésticos en Euskadi, redujo a EH Bildu a una fuerza casi testimonial en el Congreso de los Diputados, con sólo dos parlamentarios), la figura de Otegi asoma como la del salvador en torno al cual aglutinar importantes sectores de la sociedad vasca, y no sólo abertzales.

Dicho de otra manera, el actual lehendakari del Gobierno Vasco, el nacionalista Iñigo Urkullu, ya tiene un rival, y serio, para las próximas elecciones autonómicas, en otoño de este mismo año.

Sería un gran candidato y un gran lehendakari

“No me cabe duda de que sería un gran candidato y un gran lehendakari”, ha dicho sobre esa posibilidad Pernando Barrena, portavoz de Sortu, la formación definitiva de la izquierda abertzale, tras los vaivenes de las constantes ilegalizaciones, y de la que el propio Otegi es secretario general -elegido en ausencia, mientras estaba en prisión-. Parece claro, entonces… ¿o no?

Hay un pequeño problema: Otegi, el preso 8719600510, tiene una inhabilitación especial, o sea parcial, no absoluta, que acompañó a su condena de cárcel, para desempeñar un cargo público hasta febrero de 2021. Sus abogados presentaron un recurso contra esta medida; pero la Audiencia Nacional, sin embargo, se encargó de ratificarla el pasado 18 de enero.

Cabía recurrir al Tribunal Supremo, porque existe un resquicio legal: en esa sentencia no se especificaron los cargos para los que debía ser inhabilitado. Y eso es algo que exige el Código Penal, que en su artículo 42 señala: “En la sentencia habrán de especificarse los empleos, cargos y honores sobre los que recae la inhabilitación”. Sin embargo, Otegi, sus abogados, no han seguido este camino y, acabado el plazo legal, no presentaron tal recurso. ¿Fin de trayecto, entonces? Pues no, sólo un cambio de estrategia: la de hechos consumados.

El precedente Casanova

La izquierda abertzale tiene el precedente del parlamentario de EH Bildu Iker Casanova. Éste sustituyó en 2014 a la hasta entonces portavoz del grupo en el Parlamento Vasco, Laura Mintegi, pese a que pesaba sobre él una pena de inhabilitación para cargo público –por el caso Ekin, que lo tuvo en la cárcel hasta finales de 2011-.

Dignidad y Justicia advirtió de este hecho a la Fiscalía General del Estado, pero la respuesta de ésta permitió a Casanova seguir en la Cámara autonómica vasca: la sentencia, tanto la de la Audiencia Nacional como la posterior revisada del Tribunal Supremo, no especificaba los cargos públicos a los que afectaba dicha inhabilitación. Casanova salvó su puesto por este motivo y sigue como parlamentario en el hemiciclo de Vitoria.

El caso de Otegi se plantea en los mismos términos. Pero, además, hay otro detalle que no conviene olvidar: el hecho de haber elecciones por medio. Así, con la decisión de la izquierda abertzale de incluirlo en las listas para los comicios, sería la Junta Electoral y la justicia ordinaria las que debieran pronunciarse sobre la posibilidad de presentarse como candidato, no la Audiencia Nacional ni el Tribunal Supremo, según señala el diario El Correo.

Las palabras del ministro de Justicia

Si ambas instancias se pronunciasen en contra, quedaría el recurso al Tribunal Constitucional. Y en ese caso, cabe recordar las palabras del ministro de Justicia (ahora en funciones), Rafael Catalá, en una comparecencia pública el pasado año: el TC lleva un tiempo introduciendo en su doctrina que las penas deben ser “concretas, definidas y establecidas expresamente en relación con la limitación de derechos que pueda establecerse por el tribunal sentenciador”. Sobran comentarios.

El fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, también es de la opinión de que estamos ante un error que imposibilita la aplicación de la condena de inhabilitación de Otegi. En una entrevista de finales de enero pasado en la emisora Onda Vasca, incidió en el mismo argumento ya comentado, esto es, que la Audiencia Nacional tenía que haber especificado para qué cargos públicos está inhabilitado el exportavoz de Batasuna porque, afirmó, el Código Penal es muy claro al respecto de este tipo de situaciones: “Es un tema de interpretación jurídica, pero el derecho penal tiene unos principios y un principio es que no cabe hacer una interpretación contra el reo, una interpretación extensiva de las privaciones de derecho. Y, en este caso, se está hablando de un derecho fundamental, que es el derecho a ejercer cargos públicos”.

El revulsivo abertzale

De lo que nadie duda es de la importancia de Arnaldo Otegi dentro del panorama político vasco y que va a suponer un revulsivo para la izquierda abertzale, que recuperará una figura que considera clave en el fin de ETA y que no ha dejado de generar simpatías y apoyos desde que entrara en la cárcel y la banda terrorista anunciara el cese definitivo de las armas, materializados mediante iniciativas populares en su favor, visitas a la cárcel –Jesús Eguiguren, Joan Tardá…- o grandes manifestaciones para exigir su libertad.

Con Otegi, que ya ha confirmado su disposición a liderar la izquierda abertzale, ésta vuelve a contar con un orador de primera, pero, sobre todo, con una figura con gran capacidad de liderazgo. Algo que será fundamental en sus propósitos de recuperar en las autonómicas el terreno perdido en las pasadas elecciones con Podemos (cuentan con ello, en realidad, porque se trata de unas elecciones en casa, donde además la izquierda abertzale dispone de una gran estructura de la que carece el partido de Pablo Iglesias). Y cara también a reforzar el mensaje independentista de la formación, a expensas de lo que vaya sucediendo en Cataluña.

Primeras palabras

En esta tesitura, ni Sortu ni el propio Otegi parecen dispuestos a perder ni un minuto: el mismo 1 de marzo, nada más salir de la prisión de la capital riojana, el líder abertzale dirá sus primeras palabras desde un escenario que su partido ha anunciado que colocará desde primera hora de la mañana en una campa situada a apenas 200 metros de la cárcel.

Porque se espera la presencia de un gran número de personas ese día frente a la cárcel riojana. Posteriormente, Otegi se dirigirá a su localidad natal, Elgoibar, donde a las 18.30 horas recibirá un homenaje de bienvenida. Los actos abertzales para festejar su salida concluirán el sábado 5 de marzo en el Velódromo de Anoeta, en San Sebastián, lugar fetiche para la izquierda abertzale y el propio Otegi (donde en 2004 presentó su ‘propuesta de solución para el conflicto político vasco’, con una efectiva puesta en escena ante miles de simpatizantes, que incluyó la recordada imagen del líder abertzale en un atril, que estaba cubierto con un pañuelo palestino, ofreciendo una rama de olivo en una mano). Será con un acto, a partir de las 17.30 horas, en el que el secretario general de Sortu será la estrella y el principal orador, y donde se espera que realice una discurso de calado político. Ese será, sin lugar a dudas, el comienzo oficioso de la campaña electoral para las elecciones autonómicas. 

El fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, ha pedido no obstante que las Fuerzas de Seguridad vigilen tanto el homenaje de Elgoibar como el acto de Anoeta, para prevenir la comisión de cualquier delito. El delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, había solicitado que ambos eventos se prohibieran ante la posibilidad de que fueran “constitutivos de un delito de enaltecimiento del terrorismo”, además de considerar que con ellos se producirá “una nueva humillación a las víctimas” de la barbarie etarra, según apuntaba en su escrito.

Más de seis años en prisión

El 13 de octubre de 2009, Arnaldo Otegi era detenido en San Sebastián, dentro de una operación policial ordenada por el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Era el gran golpe del llamado caso Bateragune, en el que se acusaba al propio líder abertzale y a otros referentes de la izquierda abertzale del momento, entre ellos el secretario general del sindicato LAB, Rafa Díez Usabiaga, de intentar reconstruir las estructuras de la ilegalizada Batasuna a las órdenes de ETA.

Casi dos años después, en septiembre de 2011, la propia Audiencia condenaba al dirigente de la izquierda abertzale a diez años de prisión como dirigente y miembro de la banda terrorista. Apenas un mes más tarde, ETA anunciaba que dejaba definitivamente las armas (a falta de concretar cuestiones que siguen sin cerrarse, como la eliminación efectiva de su arsenal o el problema con sus preso).

Esa sentencia, sin embargo, sería corregida parcialmente por el Tribunal Supremo en mayo de 2012, cuando decidió una reducción de condena para todos los acusados y que en el caso de Otegi, fijaría en seis años y medio, al entender que no estaba acreditado que dirigiera ETA, aunque sí que perteneciera a la banda terrorista. Entonces, se convirtió en el preso 8719600510. Ahora apenas le quedan unas horas para volver a ser Arnaldo Otegi. Y, poco después, seguramente, se convertirá en el candidato Otegi.

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