La sensación entre los militares españoles que regresaron en octubre de Afganistán era la de haber contribuido, en trece años de misión, a la estabilización del país. “Era un avispero de talibanes”, recuerdan los efectivos que participaron en los primeros compases de la misión. La seguridad, aunque ahora esté más presente, “todavía es muy frágil”. Prueba de ello, destacan los soldados, es el atentado que los terroristas perpetraron contra la Embajada española: “No es de extrañar. Nos llama la atención porque ha sido contra nosotros, pero ese es el día a día que vive la población afgana”.

Los militares que han estado destinados en Afganistán en varias ocasiones han sido testigos de cómo ha cambiado el escenario en trece años. “Hasta en las acciones más cotidianas”, considera un cabo primero que, entre 2005 y 2015, viajó allí en cuatro ocasiones. En los primeros tiempos, “la presencia talibán era mucho más fuerte” y el enemigo “podía estar oculto en cualquier curva”.

¿Cómo protegerse de ese riesgo? “Es imposible vaticinar nada, sobre todo cuando los talibanes tenían tanto apoyo entre la población local -cuentan los efectivos-. Lo único que se podía hacer era extremar todas las precauciones y cumplir con las normas de seguridad”. El peligro, afirman los soldados, “ya no es tan alto como el de aquellos años, pero sí real”: “En España, nadie se acordaba de los talibanes hasta esta tragedia de Kabul”.

“Afganistán es un país en guerra”, detalla la página web de la Embajada española en la ciudad afgana, una afirmación que respaldan los efectivos que han estado destinados en el lugar. También lo hacen las estadísticas ofrecidas la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA): en 2014, 3.699 afganos perdieron la vida por los enfrentamientos entre las fuerzas oficiales y los talibanes y otras 6.849 resultaron heridas.

España, “objetivo” de los talibán

La explosión del coche bomba sorprendió el viernes, poco antes de las seis de la tarde, al cuerpo diplomático español y a los efectivos que protegían la seguridad de la Embajada. Después se produjo el asalto de los talibanes. Según han comunicado los terroristas, “España es uno de los países invasores y está entre los objetivos”, discurso que han repetido en numerosas ocasiones en los últimos años.

Los veteranos españoles de Afganistán aseguran que “era imposible prever un atentado” de estas características: “Todos los que viajamos allí sabíamos los riesgos de la misión -destaca un efectivo-. Pero de ahí a que te toque...”. Los dos policías muertos en el ataque talibán, Isidro Gabriel Sanmartín y Jorge García Tudela, también eran conscientes del peligro. “Él tenía una misión, y no dudaba en ejercerla hasta el final, porque el amor a su trabajo y su profesión no le permitiría hacerlo”, apuntaba el hermano del segundo en una carta remitida a los medios de comunicación.

Afganistán, el mayor reto militar

Las tropas españoles pisaron suelo afgano en enero de 2002. El primer contingente estaba compuesto por 350 efectivos y, desde entonces y hasta octubre de 2015, otros 17.000 soldados aterrizarían en el país. La misión ha supuesto el mayor reto en la historia reciente de las Fuerzas Armadas, tanto por capacidad como en logística. Cien militares y dos trabajadores afganos han perdido la vida en el operativo.

Aunque el grueso de los soldados regresó en octubre, en el cuartel general de Kabul todavía queda un pelotón compuesto por 21 efectivos. Su misión, dentro de la Resolute Support liderada por la OTAN, es la de adiestrar a las tropas locales y formar al Ejército afgano en materia de lucha contra el terrorismo.

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