Ana Romero Moeh Atitar

“¡Es Juan Carlos!” anuncia una señora, visiblemente excitada, al desenfundar su Iphone del delantal. “Creía que vendría Felipe con Letizia”. En ese momento, ocho guardaespaldas se lanzan a defender al rey emérito de las embestidas de un ejército de voluntarias que tan pronto trabaja incansable (desde hace 47 años) por los desfavorecidos como lucha a brazo partido por conseguir una foto en su móvil de don Juan Carlos.

Bienvenidos al Rastrillo, el mercadillo solidario más antiguo y aristocrático de Madrid, a la hora de la merienda. Un auténtico reino de la laca donde las señoras de toda la vida se enfundan cada año un delantal durante 10 días de noviembre para mantener 116 hogares de niños abandonados. Pilar de Borbón, doña Pi, es la líder de esta especie de feria con 70 puestos de venta y varios bares y restaurantes.

Don Juan Carlos, a su llegada al rastriilo. Moeh Atitar

Aquí, en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo, ha celebrado este domingo por la tarde don Juan Carlos al grito de “¡Viva el rey!” y “¡Viva el rey de España!” el 40 aniversario de su proclamación como rey de España dos días despúes de la muerte de Franco.

“Soy una gran fan”, explica una señora tocada por un original sombrero rosa palo. “Pero me da pena. Lo he visto muy desmejorado”. Esa ha sido la impresión general. Don Juan Carlos -juvenil camisa malva, chaqueta de tweed y pantalones oscuros- ha aparecido bastante envejecido a sus 77 años. Ha caminado muy apoyado sobre su bastón y con la espalda ligeramente encorvada.

TERRITORIO AMIGO

Una imagen triste -ojeras marcadas, una tez muy enrojecida y un pelo particularmente mal cuidado- que no ha conseguido entonar ni siquiera después del oporto Soalheira 1884 que le han ofrecido en el puesto de Portugal. Recién pasada la Asociación Española de Amigos de Tierra Santa, donde quizá lo han mirado con ojos más severos, María Gonçalves ha querido recrear con su vino de reserva un efecto magdalena de Proust en la memoria de don Juan Carlos. Entre mantas, gallos y belenes quizá ha rememorado el rey emérito ese tiempo pasado en Estoril durante el exilio de sus padres.

Entre marquesas y bótox, el rey emérito ha elegido un territorio seguro para conmemorar su histórico aniversario. La mayoría se ha declarado “súper partidario” de don Juan Carlos. Aunque también ha habido algun lacónico “bueno…” a la pregunta sobre la presencia del monarca que abdicó entre dificultades hace apenas 18 meses.

El recorrido ha durado media hora escasa. La nube de móviles se ha ido parando en distintas barras. En La Puerta del Sol, uno de los bares más concurridos, se ha parado con Manuel Ladrón de Guevara e Isasa, tesorero de la Real Asociación de Hidalgos de España.

SU TíO LEANDRO, DE PIE

“Es muy cercano, mucho más que la reina Letizia, que es muy insegura y por eso parece tan distante”, ha sentenciado otra señora de delantal al tiempo que don Juan Carlos se paraba con la entregada dueña de un chihuahua. Su primer saludo ha sido en Perrotone, la asociación de adopción de perros cuya madrina de honor es la reina Sofía. Esta finde semana -el 28 o el 29- le toca venir a la reina emérita, a la que doña Pilar le hará un homenaje por su colaboración el mercadillo.

A mediodía de este domingo, metidas ya en faena entre finos y pinchos, avisaron a muchas de estas distinguidas voluntarias de que vendría “el rey”. A algunas les dio apuro preguntar cuál de ellos. Otras lo tenían más claro. La mayoría, sin embargo, no es tan “partidaria” de doña Letizia, que todavía no ha cerrado el día de su visita.

Don Leandro de Borbón. Moeh Atitar

Otro miembro de la familia que sí estaba ha sido don Leandro de Borbón, hijo natural de Alfonso XIII y tío por tanto de don Juan Carlos. Don Leandro estaba firmando ejemplares de su libro De bastardo a Infante de España. El 21 de mayo de 2003, la justicia declaró la filiación legal del hijo que el abuelo de don Juan Carlos tuvo fuera del matrimonio.

Muy educado, don Leandro, de 87 años, se ha puesto de pie para saludar a su familia. Ni don Juan Carlos ni su hermana parecen haberlo visto a pesar de los desesperados gestos que uno de sus hijos ha hecho a la despistada comitiva. “Es una lástima”, ha dicho don Leandro al verse compuesto y sin saludo. “Yo sigo hablando muy bien de la monarquía”. 

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