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Tras la crisis de 2008, miles de investigadores españoles hicieron las maletas. No fue una decisión romántica ni planificada; fue, en muchos casos, la única salida posible ante los recortes masivos en ciencia.

Aquella oleada dio forma al relato de la fuga de cerebros, una expresión que durante años ha resumido la relación entre España y su talento científico en el exterior. Pero más de una década después, ese diagnóstico empieza a quedarse corto.

"Hoy ya no hablamos de fuga, sino de circulación de talento", afirma Rodrigo García Valiente (Cáceres, 1990), presidente de RAICEX, la Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior.

RAICEX nació precisamente de aquella crisis. Las primeras asociaciones surgieron cuando investigadores españoles coincidieron en distintos países tras abandonar el sistema nacional. "Empezaron con ganas de crear comunidad, apoyarse y canalizar ese conocimiento hacia España", explica García Valiente.

Con el tiempo, esas iniciativas se articularon en una red que hoy agrupa asociaciones en 40 países y representa a más de 4.500 científicas y científicos españoles en el exterior, aunque las estimaciones sitúan la diáspora científica en torno a las 20.000 personas.

Talento internacional

La comparación con otros sistemas es inevitable. García Valiente vive y trabaja en los Países Bajos, donde ha experimentado un entorno laboral distinto al español. "La jerarquía es más horizontal que en España", señala. Además, la organización del trabajo responde a lógicas culturales diferentes como la planificación a medio plazo o una mayor autonomía individual.

Otros países, añade, funcionan con modelos más individualistas o, por el contrario, más colectivos. Esa diversidad obliga a adaptarse, pero también amplía la mirada. "Cuando cambias de país, cambias de cultura y te das cuenta de que muchas cosas que asumíamos como normales no lo son tanto".

Rodrigo García Valiente en un momento durante su entrevista con ENCLAVE ODS. Fundación Ramón Areces

Esa experiencia no es homogénea. Cada país atrae perfiles distintos y cada asociación de RAICEX se adapta a su contexto. En Países Bajos, por ejemplo, la red agrupa a unas 300 personas, en su mayoría mujeres jóvenes en biomedicina.

En otros lugares, como Estados Unidos o el sur de África, las asociaciones se organizan por capítulos y cubren varios países a la vez. "Cada lugar es un mundo", resume García Valiente, y esa diversidad es precisamente una de las fortalezas de la red.

Pero la experiencia exterior no es solo profesional. "Somos investigadores, pero también personas lejos de nuestro país, de nuestras raíces", recuerda. La distancia con la familia, la adaptación cultural o la sensación de empezar de cero forman parte del proceso.

Por eso, las asociaciones no se limitan a organizar congresos o fomentar colaboraciones, sino que también crean espacios de apoyo, encuentros comunitarios y programas de acogida. Porque, insiste el cacereño, "estar fuera no es fácil, y hacer piña amortigua lo malo".

17 años de avances

Desde esa experiencia colectiva, RAICEX ha ido acumulando un conocimiento práctico sobre los obstáculos que encuentran los investigadores que quieren incorporarse al sistema español desde el exterior. De ahí que García Valiente reconozca algunos avances respecto a 2008.

"Las cosas han mejorado, sin duda, aunque ojalá puedan ser muchísimo mejores", matiza. Y es que persisten dificultades administrativas, problemas de reconocimiento de títulos, plazos poco compatibles con calendarios internacionales y diferencias entre territorios y universidades. Por eso, dice el presidente, "desde fuera hay barreras que seguimos señalando".

Rodrigo García Valiente, presidente de RAICEX. Fundación Ramón Areces

La red actúa, en ese sentido, como interlocutor entre la diáspora científica y las instituciones españolas. "Canalizamos todas esas experiencias y necesidades hacia el sistema español de ciencia, tecnología e innovación", explica García Valiente.

Razón por la que RAICEX se define como una red apartidista y neutral, integrada por personas que, sin ánimo de lucro, compatibilizan su trabajo científico con esta labor colectiva. "Todo lo que hacemos es voluntario, y eso también es parte de nuestra magia", señala.

Poder elegir

Más allá del retorno, el presidente de RAICEX insiste en la importancia de las colaboraciones estables. Motivo por el que la entidad impulsa acuerdos entre universidades, proyectos conjuntos y relaciones institucionales que van más allá de la lógica de "irse o volver".

"Hay muchísimo potencial de colaboración, de sinergias que se pueden construir", afirma, convencido de que el impacto de la diáspora no se mide solo en retornos físicos.

En el plano personal, García Valiente evita presentar su trayectoria como un modelo único. Asegura que vivir fuera le ha aportado un entorno en el que sentirse valorado y una perspectiva más amplia, pero también reconoce los costes del cambio.

Por eso, su mensaje a los jóvenes investigadores es deliberadamente abierto: "Lo importante es que puedan elegir". Irse al extranjero puede ser una oportunidad, quedarse también. "Todo enriquece", sostiene, siempre que la decisión se tome sin miedo y con margen para rectificar.

Rodrigo García Valiente en un momento durante su entrevista con ENCLAVE ODS. Fundación Ramón Areces

La ciencia española, subraya García Valiente, ya no puede pensarse en clave exclusivamente nacional. La diáspora es una realidad estructural y también una oportunidad.

Sin embargo, concluye, aprovecharla exige algo más que retener talento. Implica escuchar a quienes están fuera, reconocer sus trayectorias y asumir que la circulación del conocimiento es hoy una condición básica para un sistema científico competitivo.