Publicada

David Saavedra (Pontevedra, 1981), se hizo conocido a partir de 2021 con la publicación del libro Memorias de un exnazi (Ediciones B, 2021), en el que explicaba su proceso de radicalización y como logró salir de él tras casi 20 años militando en grupúsculos de extrema derecha, entonces minoritarios.

Desde entonces ha usado su notoriedad en redes sociales para desmontar lo que llama "pensamiento de bloque" y prevenir a jóvenes y adultos contra conductas que son radicalizantes, pero no identificamos como tales.

Atiende a ENCLAVE ODS para hablar de los fallos en la estrategia contra la polarización que observa en la actualidad, las actitudes radicales que todos tenemos y la asociación 'Abriendo brecha', en la que se ha unido a otros antiguos militantes de diferentes extremismos para fomentar la prevención y la educación.

Ha enfocado su huella digital y su visibilidad en comentar cómo reaccionar a mensajes radicales o actuar ante personas radicalizadas en redes, ¿por qué?

Bueno, he enfocado mis redes en algo en lo que creo que puedo ser de ayuda. Es cierto que mi caso fue muy extremo, pero hoy día es cada vez más común encontrar a personas que si bien no son un calco en lo ideológico, sí en las pautas de comportamiento y en el modo de reaccionar a las cosas con las que no están de acuerdo. Creo que dando respuestas o reaccionando a según qué tipo de vídeos en redes puedo ayudar igual que me ayudaron a mí.

¿Falta experiencia con personas radicalizadas o incomprensión de los sesgos que puede cargar cualquiera?

No se conoce el fenómeno y siempre se ha asociado a terrorismo y movimientos violentos. Esto en todo caso es la radicalización violenta, pero existe un escalón anterior, que cada vez vemos más y que no provoca víctimas mortales, pero sí arruina familias y relaciones de todo tipo.

Hay muchas cosas además de los sesgos, pero el caso es que nos volvemos personas absolutamente imposibles de tratar y lo peor de todo es que puede evitarse si se detecta con tiempo.



¿Cómo definiría el pensamiento de bloque?

Es otro de esos indicadores que actúa junto con los sesgos y que fue de lo primero que detecté en mí mismo. Yo defino así la tendencia a atribuir características psicológicas fijas y muy negativas a un colectivo por su mera pertenencia al mismo.

Cuando identificas a alguien como progresista (no hace falta que lo sea necesariamente y basta con que simplemente nos lleve la contraria), ya no vas a escuchar a esa persona ni a atender lo que tiene que decir, porque mentalmente ya se han activado unos disparadores internos en tu interior que te indican que esa persona es imbécil en el mejor de los casos.

¿Cree que las formas en las que muchas personas (padres, profesores…) e incluso las instituciones enfocan la radicalización de los jóvenes son erróneas e incluso pueden reforzar sus posiciones?

De hecho se están repitiendo los mismos patrones que se hicieron conmigo. En la mayoría de los casos en que mi yo de 15 años interactuaba con un adulto desde sus primeros pasos en la radicalización, lo enmierdaban todo el triple, perdón por decirlo así.

No se entiende que nadie elige radicalizarse y que es un proceso invisible para quien lo sufre. A los maestros no se les instruye en este fenómeno tan importante y junto con algunos de ellos, más psicólogos y otros exradicales nos estamos organizando en una asociación a la que hemos llamado 'Abriendo brecha' que, aparte de dar charlas a los alumnos, también dará talleres para profesores y padres.



En su experiencia, ¿cómo debe abordarse este proceso?

Cuando nos radicalizamos tendemos a ver absolutamente todo en blanco o negro. Si yo soy el blanco, todo lo demás es el negro y lo importante es que es anti yo, no soy yo anti ellos, sino al revés: desde la posición del agredido es mucho más fácil para nuestra mente el justificarlo todo como una defensa, con el tiempo también la violencia.

Lo que hay que hacer es que ese chaval nos vea como de los suyos. No hace falta que seamos nazis ni yihadistas —en función del caso—, a menudo bastará con que no le ataquemos, ni le ridiculicemos y tratemos de mostrar interés sincero sobre por qué piensa como piensa. Solo se puede llegar a estos chicos con puentes de afecto.





¿Se radicalizan igual jóvenes que mayores?

Hace unos años te diría que más los jóvenes por la ventana de radicalización en que se puede convertir la adolescencia. Sin embargo, la pandemia ha cambiado las normas del juego y ahora es muy fácil ver estos procesos, a menudo bajo la sábana del conspiracionismo y el negacionismo, pero es exactamente lo mismo. Mi inicio vino por el negacionismo del holocausto.



¿Cómo se puede hacer consciente a una persona de la cámara de eco en la que se encuentra?

Es muy difícil y depende mucho de la persona y el proceso en el que se encuentre. De su entorno y si hay gente ayudándole... Las redes sociales lo hacen todo muy difícil porque son gigantescas cámaras de eco y es como se comportan los algoritmos. Hay muchos chicos que nos escriben dándose cuenta de como se estaban sesgando y cada vez se ponían más agresivos o a la defensiva ante determinados contenidos pero lo normal es que ocurra de modo que solo lo perciben sus padres o sus compañeros de clase igual que pasó conmigo.

¿Estamos en un momento en el que las formas de comunicarse fomentan la radicalización, en cualquier sentido?

Da igual el sentido mientras yo crea que tengo razón y todos los demás son estúpidos o les han comido el cerebro. Si se construye este constructo en nuestra mente, la ideología es irrelevante.

Actualmente, sí parece ser que lo que se ha puesto de moda es lo que yo viví de un modo marginal o en el contexto de ser muy pocos en España y estar bastante perseguidos en las redes sociales. Cuando tenía 15 años recuerdo a compañeros admirando a la banda terrorista ETA o con camisetas a favor de sus presos y estaba bastante normalizado.

Estoy seguro de que si ahora pudiese hablar con alguno de esos chavales, al nivel de sesgos, blanco/negro o pensamiento en bloque, serían exactamente iguales que yo con 20 años.