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La jaiba es un tipo de crustáceo chileno, más grande que los cangrejos españoles, muy consumido en el país sudamericano. Se come cocinada en cazuela o en ceviche, o simplemente hervida. Aunque tiene poca carne, es de un sabor muy intenso y apreciado.

A su pesca se dedicaba Damia Riquelme, como también hizo su padre antes que ella. Heredó el barco, el negocio y su saber hacer. No se dedicaba solo a la captura de las jaibas, sino también a todo el proceso posterior y preparado antes de que la carne llegara a los restaurantes en condiciones óptimas: hervido, despiece, golpe de frío y envasado.

Y es que la vida de pescadora no es un mar en calma. Los horarios indecentes de faenar antes de que salga el sol, el esfuerzo físico o las inclemencias del clima, la sal y el sol son solo algunas de las vicisitudes del trabajo.

A todo eso, además, hay que sumar ser mujer y madre de familia, en un mundo de hombres. Como referencia, en España, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, entre el 85 y 90% de los puestos en el sector están cubiertos por hombres. 

Sin embargo, como diría una mujer de mar, el destino le pilló a sotavento, y un fuego arrasó su negocio. "Después del incendio no me quedó nada. Nada de nada. No entendía qué pasaba y cómo podía seguir adelante", recuerda Riquelme.

Así que se tuvo que reinventar para conseguir volver a ser el apoyo que necesitaba su familia. Y no fue fácil. 

Dania Riquelme, mostrando dos jaibas. Cedida

Fue entonces cuando consiguió un microcrédito del banco comunal de Chile, apoyado por la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), que la ayudó para volver a salir a flote y lanzar nuevas mallas. Esta vez en el mundo de las redes sociales.

"Al principio no entendía mucho de internet, pero me formé y le perdí el miedo", cuenta esta chilena, que ahora se dedica también al comercio electrónico, donde vende de todo en su "bazar electrónico", como ella lo llama.

"Si otras pueden, ¿por qué yo no? Todas podemos", asevera en el acto Mujeres al timón: tres décadas de progreso y desafíos de igualdad de género, organizado por la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) y la FMBBVA.  

La digitalización es algo que buscan potenciar desde AECID. En el proyecto Ellas+, los programas facilitan el acceso económico y laboral, y también cerrar la brecha tecnológica por motivo de género.

Miriam Ciscar, subdirectora de cooperación feminista, desarrollo económico y humano y gobernanza, explica que desde la agencia quieren "posicionarse de una manera más sólida para reforzar este aspecto e incluirlo en todos sus proyectos". No es lo mismo que tengan acceso a los dispositivos, a que tengan la conectividad y el conocimiento para aprovechar todas las oportunidades que ofrece la tecnología. 

Trabajo pero informal

Según la ONU, la mitad de las mujeres en América Latina no participan en el mercado laboral oficial. Esto es, se dedican al trabajo informal. Sin regular, sin condiciones, mal pagado y sin seguridad. Además de la responsabilidad familiar que generalmente cae sobre ellas. 

Para romper esa brecha, uno de los instrumentos esenciales es el acceso a la financiación para poder emprender. Según Laura Fernández, responsable de sostenibilidad, igualdad e inclusión de FMBBVA han comprobado que cuando se les apoya con recursos financieros, los negocios liderados por mujeres "crecen un 15% en el primer trienio y el 50% sale de la situación de pobreza". 

Esto demuestra que es esencial reforzar las iniciativas y las fórmulas para conseguir que los créditos y las oportunidades lleguen a todos y todas. Pero no es solo una cuestión económica, sino de algo más sutil y, a la vez, profundamente arraigado: la constante necesidad de probar que lo valen.

Las participantes del apoyo de MFBBVA: Verónica Cazorla (izquierda) y Damia Riquelme (en pantalla).

En profesiones tradicionalmente masculinizadas, como la pesca, la agricultura o la ciencia, el talento femenino sigue siendo cuestionado de manera sistemática. No basta con hacer el trabajo bien, hay que hacerlo mejor que el resto para que se les tenga en cuenta.

El acceso a estos sectores sigue siendo una carrera de obstáculos. Desde la falta de oportunidades hasta la ausencia de referentes visibles, las mujeres que intentan abrirse camino en estos entornos suelen encontrarse con el mismo muro: mientras no se derribe esta barrera invisible, la igualdad seguirá siendo solo una meta pendiente.