En 2015, con la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el mundo marcó un hito al comprometerse con un desarrollo respetuoso con el medioambiente.

Sin embargo, diez años después, seguimos enfrentándonos a un problema crítico: el modelo de consumo lineal basado en "usar y tirar". Este sistema ha llenado vertederos, ha saturado nuestros océanos de plástico y acelerado el cambio climático.

Hay una solución clara que se presenta como respuesta: priorizar la economía circular, pasando de lo desechable a lo reutilizable. Este modelo propone rediseñar los sistemas de producción y consumo para mantener los materiales en uso durante el mayor tiempo posible, reduciendo al mínimo los residuos.

En lugar de fabricar productos destinados a tener un único uso, con esto apostamos por bienes diseñados para durar, reutilizarse y reciclarse. Y, en el caso de los plásticos, esto significa eliminar los de un solo uso y dar prioridad a los sistemas basados en la reutilización.

En esta transición hacia un modelo más respetuoso con el medioambiente y el entorno, todos los que formamos parte de este planeta debemos reducir nuestra huella en él, reciclando y reutilizando para alcanzar la eliminación progresiva de materiales innecesarios. Pero ¿cómo podemos implementar este cambio en nuestro día a día?

Primero y principal, las empresas deben liderar el camino. Las principales marcas a nivel mundial ya están experimentando con modelos de reutilización, como sistemas de depósito para envases o el uso de materiales reciclados de alta calidad.

Por último, y no menos importante, los consumidores tenemos que cambiar nuestra mentalidad y nuestros hábitos, apostando por productos sostenibles y exigiendo alternativas responsables.

No obstante, el tiempo apremia. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, tenemos hasta 2030 para reducir drásticamente nuestras emisiones si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 °C.

Esto incluye abordar la huella ambiental de los residuos plásticos, que representan una parte significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La transición hacia un modelo de consumo circular se está produciendo muy lentamente, pero es imprescindible. Cada botella reutilizada, cada equipo (dispensador y cafetera) reparado y cada envase evitado son pasos hacia un futuro más limpio y sostenible.

El verdadero valor de los recursos no reside en su uso inmediato, sino en su capacidad para ser utilizados una y otra vez, ayudando a reducir el cambio climático.

El cambio está en nuestras manos. Apostemos por la minimización de residuos, la correcta segregación de aquellos que generamos y la valorización como objetivo de la economía circular, para transformar los residuos en materias primas para otros procesos industriales.

*** Isabel Moliner es responsable de Calidad y Medioambiente de Aquaservice.