En España, los fenómenos climáticos extremos se muestran cada vez con mayor intensidad. Según el balance de la AEMET, la primavera de 2025 fue la quinta más lluviosa desde 1961, acumulando un 151% más de precipitaciones de lo normal.
Al mismo tiempo, las previsiones apuntaban a un verano más cálido de lo habitual y con mayor riesgo de incendios, una realidad a la que nos enfrentamos actualmente, con más de 400.000 hectáreas afectadas por los 245 siniestros forestales identificados hasta la fecha, según las estimaciones del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales.
Este contraste entre sequías y lluvias torrenciales pone bajo enorme presión a las infraestructuras y a los servicios públicos, especialmente en el suministro de agua potable, un recurso básico que debe garantizarse incluso en las condiciones climáticas más adversas.
En este escenario extremo, la capacidad de las empresas encargadas de gestionar el ciclo integral del agua cobra especial importancia.
Su trabajo comienza con la prevención y planificación, desarrollando planes de emergencia que incluyen la identificación de áreas vulnerables y la coordinación con autoridades y otros agentes de protección civil para garantizar una respuesta organizada y efectiva ante posibles inundaciones.
Esa labor se refuerza con el mantenimiento de las redes de alcantarillado y drenaje, un punto determinante cuando hablamos de inundaciones.
Una tubería colapsada o un colector sin limpiar puede convertirse en un cuello de botella que agrave las consecuencias de una lluvia intensa. Cuando se producen desbordamientos, el agua puede arrastrar residuos, aguas fecales o contaminantes químicos que amenacen el suministro, siendo necesaria una respuesta rápida a fin de preservar su potabilidad.
Por eso, la inspección regular y la reparación inmediata de cualquier fallo son clave para minimizar estos riesgos. Precisamente esa revisión periódica, que a menudo pasa desapercibida, determina en gran medida la capacidad de resistencia de las ciudades frente a estos fenómenos.
Tecnología para anticipar
Ahora bien, para una gestión efectiva de las inundaciones, la cooperación con los servicios meteorológicos y de protección civil es fundamental, ya que permite activar alertas tempranas y desplegar los recursos humanos y técnicos en el momento adecuado.
Las empresas municipales movilizan equipos de emergencia con el fin de restablecer el suministro de agua y saneamiento lo antes posible, además de mantener una comunicación clara con la población e informar sobre las medidas y el progreso de la recuperación.
En este contexto, las soluciones tecnológicas resultan especialmente útiles para convertir información en decisiones inmediatas.
Herramientas como los Sistemas de Información Geográfica (GIS) permiten a las empresas que gestionan el ciclo integral del agua, por un lado, integrar datos meteorológicos en tiempo real para el seguimiento de precipitaciones y, por otro, utilizar herramientas de simulación que ayudan a modelizar escenarios de inundación y evaluar de forma preventiva su impacto potencial.
Gracias a estas capacidades de modelización, es posible planificar medidas de refuerzo en infraestructuras críticas, anticipar posibles cortes de suministro y apoyar la definición de estrategias de mitigación, fortaleciendo la capacidad de respuesta ante situaciones críticas.
Modelos urbanos resilientes
Garantizar que el agua potable siga llegando a cada hogar en medio de una crisis climática es el resultado de un trabajo silencioso y complejo en el que se juntan diferentes procesos, como prevención, planificación, mantenimiento y digitalización.
Sin esta combinación, las ciudades estarían mucho más expuestas a los efectos devastadores de los fenómenos meteorológicos extremos que cada vez marcan con más fuerza el pulso de nuestras estaciones.
El futuro de la gestión del agua en España pasa por consolidar modelos resilientes capaces de resistir tanto la presión de las sequías e incendios estivales como el impacto de las DANAS sin comprometer la seguridad del suministro.
En este camino, las soluciones tecnológicas y el compromiso de las empresas gestoras del ciclo integral del agua son la base que permite no solo reaccionar ante la emergencia, sino anticiparla y superarla con garantías.
Porque en un país donde el agua es un recurso cada vez más valioso, asegurar su disponibilidad en momentos de crisis es, ante todo, un compromiso con la salud, la confianza y el bienestar de la sociedad.
*** Diego Bañales es Industry Manager Executive Water Utilities en Esri España.