El hecho de que cada vez más personas vivan más años y en unas razonables condiciones de salud es, en cierto modo, una especie de rejuvenecimiento, un retraso de la llegada de la auténtica vejez que cada vez se produce más tarde.
Algunas investigaciones de las sociedades gerontológica y geriátrica de Japón ponen de manifiesto que el comportamiento actual de las personas de 75 a 79 años es semejante al que tenían los de 65 a 69 años hace 20 años.
No solo hemos ganado años a la vida, sino vida a los años, como así lo muestran los avances en algunos de los indicadores utilizados como la potencia de la voz, la velocidad de la marcha o la fuerza de agarre de la mano.
Con frecuencia, el envejecimiento es definido como un problema cuyos ingredientes básicos son el pago de las pensiones, el aumento de los gastos sanitarios y el crecimiento de la dependencia. Son, sin duda, desafíos importantes a los que habrá que hacer frente para lograr la calidad de vida adecuada de las personas mayores.
Pero se olvida que el envejecimiento ofrece también algunas ventajas indudables en el ámbito socioeconómico. Señalaré dos de gran alcance: el papel que los mayores (los séniors) van a jugar en el mercado de trabajo y su función en la economía a través de lo que llamamos la silver economy, esa actividad orientada a la producción de bienes y servicios para las personas de edad.
Un mercado con más séniors
Cada vez hay más trabajadores de 55 a 69 años, como contrapunto a la disminución de trabajadores jóvenes debida a la prolongada caída de la natalidad. Entre 2019 y 2024, España incorporó un millón más de activos en esa franja de 55 a 69 años.
Fuimos los que más crecimos de la Unión Europea, aunque nuestra posición sigue estando en desventaja si nos comparamos con los países nórdicos u otros de centro Europa como Alemania.
Se trata de una tendencia protagonizada por varones y mujeres que va a continuar y que debería ser incentivada por la administración, los sindicatos y las empresas. Estas son los hechos más relevantes sobre el trabajo de los séniors.
Hoy la inmensa mayoría de las personas mayores llegan a la edad cercana a la jubilación en buenas condiciones físicas y mentales. La mala salud y la dependencia adquieren mayor intensidad a partir de los ochenta y pocos años. Hay una franja, digamos entre los 60 y los 75-80 años, sin grandes impedimentos físicos y mentales para seguir trabajando.
La jubilación debe considerarse como un derecho, pero no como una obligación. Si hay trabajadores que voluntariamente quieren seguir activos, poseen condiciones para ello y hay empleadores dispuestos a contratarlos, ningún tipo de norma debería impedirlo.
Algunas empresas empiezan a diseñar mecanismos para retener a la mano de obra mayor. Entre ellos se incluyen la oferta de trabajos a tiempo parcial, las ocupaciones adaptadas a esa población sénior y la actualización de sus conocimientos mediante la formación continua.
La Administración comienza a favorecer que se pueda percibir una parte de la pensión con el trabajo por cuenta ajena o propia. Por el momento, el 50 %, pero en unos años quizás el 100 %.
Más personas sénior parecen dispuestas a seguir trabajando bajo estas condiciones mejoradas. Y si no pueden hacerlo por cuenta ajena, se animan a desarrollar proyectos por cuenta propia. Las segundas carreras y el emprendimiento tienen cada vez más protagonistas sénior.
Hay todavía muchos desafíos en materia de empleo de los mayores. Existe un cierto edadismo laboral fundamentado en premisas como que los trabajadores de edad son menos productivos, poseen una salud más frágil, han perdido ilusión por el empleo, no poseen las condiciones para desempeñarlo, están anticuados, cobran demasiado o quitan puestos a los jóvenes.
Que haya casos que respondan a una o varias de estas características no autoriza su generalización a todo el colectivo sénior. Son muchos los que no están afectados por ninguna de ellas y, sin embargo, sufren esa discriminación. Deberíamos estar muy atentos para que el edadismo no se convierta en gerontofobia.
La 'silver economy'
Además de tener buena salud, muchos séniors llegan a la edad de la jubilación con una saneada situación económica que les permite un notable nivel de consumo. Esto ha favorecido el desarrollo de algunos sectores que ofertan bienes y servicios especialmente demandados por esta clientela mayor.
La silver economy prospera sobre todo en ámbitos como el sanitario, los cuidados personales, el inmobiliario, el financiero, el del automóvil, el del ocio y turismo o el de las nuevas tecnologías. La economía plateada ya genera en la Unión Europea el 32 % del PIB y da empleo al 38 % de la mano de obra.
Vamos a un mundo en el que la esperanza de vida pronto llegará a los 90 años y continuará subiendo. Nuestras sociedades tendrán que encarar los retos, pero aprovechar también las oportunidades que provoca la longevidad.
España, como otros países envejecidos, necesita una política que aborde la compleja problemática del envejecimiento. Una política de medio-largo plazo con medidas eficaces y presupuesto suficiente para que sean efectivas.
*** Rafael Puyol es presidente de la Real Sociedad Geográfica.