La Unión Europea no presentará la próxima semana en Nueva York un plan formal sobre la reducción de emisiones de dióxido de carbono para 2035.
Ante la falta de consenso entre los Estados miembros, el bloque comunitario se limitará a llevar a la Asamblea General de Naciones Unidas una "declaración de intenciones" sobre sus ambiciones climáticas.
Así lo acordaron este jueves los ministros de Medioambiente de los Veintisiete en un consejo celebrado en Bruselas, en el que únicamente se aspiraba a consensuar el contenido de esa carta informal.
La decisión refleja las divisiones internas sobre el nivel de ambición que debe asumir la UE en la próxima década y media. Por lo que Francia y Alemania reclamaron que sean los jefes de Estado y de Gobierno quienes debatan el asunto antes de que los ministros cierren la negociación.
De este modo, la discusión sobre un nuevo objetivo climático intermedio queda aplazada a la cumbre de líderes del 23 y 24 de octubre.
"Estoy verdaderamente convencido de que esto se verá como un gran paso adelante", declaró en rueda de prensa el comisario europeo de Acción Climática, Wopke Hoekstra, quien insistió en que "la dirección está clara".
Objetivos pendientes
La Unión Europea tiene establecidos por ley dos hitos principales: una reducción de emisiones del 55% en 2030 respecto a los niveles de 1990 y la neutralidad climática a mediados de siglo.
Como paso intermedio, los Estados miembros deben definir un objetivo de reducción para 2040 y, en paralelo, actualizar sus planes nacionales de recorte de emisiones para 2035, en el marco de las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés).
Ese compromiso internacional debería haberse presentado a Naciones Unidas el pasado febrero y, en todo caso, antes de la Asamblea General que arranca la próxima semana. Sin embargo, las divisiones han impedido cumplir con ese calendario.
El nuevo objetivo comunitario será clave para la cumbre del clima COP30, que se celebrará en noviembre en Belém (Brasil) coincidiendo con el décimo aniversario del Acuerdo de París.
Bloqueo en el Consejo
En julio, la Comisión Europea propuso fijar para 2040 una reducción del 90% de emisiones, una senda que prolongaría de forma lineal el recorte previsto para 2030.
El planteamiento incluía flexibilidades, como la posibilidad de recurrir a tecnologías de captura y almacenamiento de carbono o a créditos de compensación en terceros países.
Sin embargo, la iniciativa no logró apoyo unánime. Estados con mayor ambición climática consideraron insuficientes las medidas propuestas, mientras que otros, como República Checa o Hungría, rechazaron de plano el objetivo del 90%, incluso con mecanismos compensatorios.
"Creemos en una transición verde (…) que sea alcanzable", señaló la ministra húngara de Medioambiente, Anikó Raisz, al término del consejo.
A estas reservas se sumaron Polonia, Eslovaquia e Italia, lo que impidió cerrar un acuerdo en Bruselas. Por su parte, Francia y Alemania reclamaron elevar el debate al nivel político más alto antes de aprobar cualquier cifra.
Con el fin de evitar que la UE llegue a Nueva York sin un mensaje que ofrecer, la presidencia rotatoria danesa del Consejo propuso una fórmula intermedia.
La carta que se presentará en la ONU incluirá un rango de reducción de entre el 66,3% y el 72,5% para 2035. El valor superior es coherente con la senda del 90% de reducción en 2040 planteada por la Comisión.
Tras más de ocho horas de negociaciones, los ministros aprobaron ese rango por consenso. Según Hoekstra, se trata de un marco "claramente en línea con el Acuerdo de París".
Próximos pasos
La discusión sobre los objetivos concretos de 2040 y las condiciones para alcanzarlos se trasladará a la cumbre de líderes europeos del 23 y 24 de octubre.
En ese foro se abordarán también las denominadas "condiciones habilitantes", que incluyen instrumentos financieros, tecnológicos y regulatorios aplicables a sectores clave como la industria y la agricultura.
Una vez que los jefes de Estado y de Gobierno definan las orientaciones políticas, corresponderá de nuevo a los ministros de Medioambiente cerrar el texto legislativo. Para ello podría convocarse un consejo extraordinario en la primera mitad de noviembre.
El objetivo es que la Unión Europea llegue a la COP30 de Belém con un plan formal y actualizado, tras varios meses de retraso en el calendario previsto.
El bloqueo actual refleja la dificultad de conciliar distintos ritmos de transición energética dentro del bloque. Para algunos Estados, la competitividad industrial y la dependencia energética limitan la capacidad de asumir compromisos más ambiciosos, mientras que otros presionan por acelerar la descarbonización para mantener el liderazgo climático global de la UE.
De cara a la Asamblea General de Naciones Unidas, la "declaración de intenciones" permitirá a Bruselas evitar un vacío político, pero también deja en evidencia las divergencias internas.
El desenlace de la negociación en las próximas semanas será determinante para calibrar el papel de la UE en la próxima década de acción climática internacional.
