Mariana Goya
Publicada

Las conclusiones de las investigaciones científicas y los datos energéticos del año 2025 señalan un hito sin precedentes en la historia del sistema energético global. Y es que, por primera vez, las energías renovables generaron más electricidad que el carbón.

Esto ha marcado un punto de inflexión clave en la transición desde fuentes de energía basadas en combustibles fósiles hacia fuentes limpias y sostenibles.

Tal es la transformación que la revista Science la designó como el Gran Avance del Año 2025 por su impacto potencial en la mitigación del cambio climático y la reorganización de los mercados energéticos globales.

Según datos del informe Global Electricity Mid-Year Insights 2025 del think tank Ember, en el primer semestre de 2025 las energías renovables —especialmente la solar y la eólica— produjeron 5.072 teravatios-hora (TWh) de electricidad, superando la generación de 4 896 TWh procedentes del carbón.

Este resultado se produjo en un contexto en el que la demanda eléctrica global creció un 2,6% respecto al mismo periodo del año anterior, lo que representa un aumento de 369 TWh. Además, de ese incremento en la demanda, la expansión de la energía solar sola cubrió aproximadamente el 83%.

Las renovables lideran

Se trata de un avance estructural, pues el crecimiento de las renovables fue capaz de cubrir la totalidad de la nueva demanda energética y de desplazar parcialmente a las fuentes basadas en combustibles fósiles, cuyo aporte neto a la producción eléctrica cayó ligeramente en 2025.

El carbón, durante ese mismo periodo, registró una disminución del 0,6% en su generación, lo que equivale a una reducción de 31 TWh.

El almacenamiento de la energía, principal vehículo hacia la descarbonización.

La energía solar, motor principal de esta transición, experimentó un crecimiento récord del 31% (+306 TWh), elevando su participación en la matriz eléctrica global.

Por su parte, la eólica contribuyó al aumento total con un incremento de 7,7% (+97 TWh). Un resultado que coloca a las renovables no solo como participantes relevantes sino como protagonistas de la expansión del suministro eléctrico mundial.

Factor geopolítico

Gran parte de este avance se debe a la expansión industrial y tecnológica de China, que ha incrementado significativamente tanto su capacidad instalada de energía solar fotovoltaica como su red de parques eólicos, consolidándose como el principal impulsor global de capacidad renovable.

Además, según indica el Foro Económico Mundial, países de Europa, el sur de Asia y diversas naciones del sur global están adoptando tecnologías solares en tejados y otras soluciones descentralizadas, ampliando el acceso a energía limpia y reduciendo la dependencia de redes centralizadas basadas en combustibles fósiles.

Además del crecimiento en volumen, las energías renovables están hoy entre las opciones más rentables y competitivas para nuevos desarrollos de infraestructura eléctrica en muchos mercados, lo que acelera su adopción incluso ante desafíos logísticos o políticos.

Esta competitividad económica ha llevado a que numerosos proyectos renovables sean preferidos frente a nuevas plantas de carbón o gas, una tendencia que también influye en las decisiones de inversores y gobiernos, tal y como indica la organización.

Obstáculos en el camino

No obstante, el avance de 2025 no significa que la transición esté exenta de obstáculos. Persisten retos importantes como la resistencia política en ciertos países, cuellos de botella en la modernización de las redes eléctricas para integrar energía variable y la necesidad de ampliar soluciones de almacenamiento energético para hacer frente a la intermitencia de fuentes como la solar y la eólica.

Asimismo, regiones con fuerte dependencia del carbón aún representan una proporción considerable del consumo energético global, lo que ralentiza la sustitución completa de los combustibles fósiles.

Las implicaciones climáticas de este cambio también son significativas. Y es que la creciente participación de energías renovables en la matriz eléctrica global —que en 2024 ya alcanzó cerca del 41% de la producción mundial de electricidad sin emisiones de carbono— contribuye a frenar el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero y representa una herramienta fundamental para acercarse a los objetivos climáticos establecidos internacionalmente.