Raquel Nogueira
Publicada

El deporte nos acompaña durante todas las estaciones del año. Pero las condiciones meteorológicas cambian con el paso de los meses y, por tanto, es importante ajustar el ejercicio a las mismas.

Algo que se vuelve especialmente necesario en las épocas más frías. Porque, como indica Begoña Garrido, fisioterapeuta del Health Center Quirónprevención, "cuando hace frío, los tejidos están más rígidos y la temperatura muscular es más baja".

Eso, explica, se traduce en que los músculos y tendones necesiten más tiempo para "alcanzar un nivel óptimo de elasticidad". Como fisio, confiesa verlo constantemente: "Cuando no se calienta bien en invierno, aumentan las sobrecargas y pequeñas molestias". Pero un calentamiento más largo "ayuda a mover mejor las articulaciones y a que el cuerpo entre en modo ejercicio de forma segura".

Este tipo de prácticas, dice Garrido, hace que aumente la temperatura muscular, mejore la circulación sanguínea, y con ello, el aporte de oxígeno. "Los tejidos conectivos se vuelven más elásticos y toleran mejor la carga. Además, se activa el sistema nervioso, mejorando la propiocepción y coordinación", matiza.

Todo esto es especialmente importante cuando las temperaturas bajan, "cuando los tejidos están más tensos y fríos, y el riesgo de tirones o contracturas es mayor", apunta.

Estirar a baja temperatura

Garrido hace una propuesta para quienes estiran en estos climas. Su indicación comienza con "movilidad articular suave, idealmente dentro de casa o en un espacio resguardado".

Es fundamental movilizar tobillos, caderas, rodillas, hombros y activar ligeramente el core. Después, indica, se debe "pasar directamente a un trote muy suave, lo suficientemente ligero como para ir elevando la temperatura corporal sin forzar".

Y asegura que "ese aumento progresivo del calor interno es clave para preparar músculos y tendones antes de entrar en ejercicios más dinámicos". E indica que "cuanto más frío haga, más largo y progresivo debe ser el calentamiento".

Propuesta invernal

Según la fisioterapeuta, en esta época es fundamental incluir:

  • Movilidad articular inicial.
  • Trote suave de 5–10 minutos para elevar la temperatura corporal poco a poco.
  • Ejercicios dinámicos: skipping bajo, talones al glúteo, desplazamientos laterales.
  • Activación muscular específica: glúteos, core y, si se va a correr, gemelos y cuádriceps.
  • Si la temperatura es muy baja, Garrido recomienda añadir más tiempo en movilidad y activación antes de pasar a algo más explosivo o a ritmos altos.

Efectos del frío

Según la experta, las bajas temperaturas "provocan vasoconstricción, lo que hace que la musculatura esté más rígida y menos irrigada al inicio". De ahí que cueste más entrar en calor y sea más fácil sentir tirantez en gemelos, isquios o zona lumbar.

Por eso, indica una serie de precauciones que debe tener en cuenta cualquier persona al realizar deporte en invierno, como llevar a cabo una fase de activación más larga, no empezar rápido la sesión, mantener cuello y manos calientes y evitar estiramientos estáticos al inicio.

Además, recalca la importancia de utilizar ropa adecuada por capas: con una base térmica transpirable, otra aislante y una exterior cortaviento. "Durante el calentamiento puede utilizarse una extra que luego se puede quitar. Pero durante el deporte en sí, la transpirabilidad es clave", matiza.

Hidratación, clave

A la hora de entrenar, el cuerpo se debe preparar tanto por fuera como por dentro. Por eso el agua es un elemento esencial a la hora de hacer deporte.

Un deportista hidratándose. iStock

"En frío bebemos menos porque la sensación de sed disminuye, pero seguimos perdiendo agua", indica Garrido. Sin embargo, "una hidratación insuficiente hace que los músculos estén más rígidos y aumenta el riesgo de calambres".

Por eso, "beber antes del calentamiento, aunque no haya sed" es obligatorio. Y zanja que "en sesiones intensas o largas, puede ser útil incluir electrolitos para mantener el equilibrio mineral".