"Ir a la última podría matar al planeta". Son palabras de António Guterres, secretario general de la ONU, para resumir los impactos de la industria de la moda, responsable de hasta el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, más que todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos.
La producción de ropa consume 215 billones de litros de agua al año y utiliza miles de productos químicos, muchos nocivos para la salud y los ecosistemas. Además, se generan 92 millones de toneladas de residuos textiles anuales.
Como alternativa a la fast fashion emerge con fuerza la moda regenerativa, que a diferencia de la sostenibilidad clásica, que se centra en disminuir los daños causados, pretende devolver valor a los recursos utilizados y fomentar un sistema más circular.
En la práctica significa apostar por fibras naturales y duraderas, como algodón orgánico, lino, cáñamo o lana, y por técnicas artesanas y tradicionales. Santi Mallorqui, CEO de Organic Cotton Club, subraya la importancia de los textiles naturales.
Esta empresa, que nació en 1992, se fundó con la misión de ofrecer soluciones para personas con problemas de salud en la piel. "Obviamente, no se curan enfermedades con la ropa, pero sí se experimenta un confort muy distinto", explica, y añade que esta filosofía se mantiene hasta hoy.
Los tintes, igualmente, juegan un papel clave. En lugar de recurrir a colorantes sintéticos derivados del petróleo, "los tintes vegetales o minerales nos permiten reducir drásticamente la contaminación química, manteniendo la autenticidad de los colores", afirma Mallorqui.
Objetivo claro
Clotsy Brand nació, cuenta Alfonso Saura, durante la pandemia, cuando él y su socia, Ángela Gómez, decidieron emprender alejándose de los impactos del fast fashion y proponiendo prendas coherentes con una visión más responsable.
Clotsy trabaja con talleres muy pequeños distribuidos por distintas localidades españolas. Este enfoque no ofrece siempre las ventajas logísticas de una gran fábrica, pero aporta procesos artesanales, estabilidad económica para talleres locales y la conservación de oficios textiles que forman parte del patrimonio productivo del país.
En cuanto a las materias primas, Saura reconoce que el uso de tejidos orgánicos y reciclados implica retos importantes. Algunos materiales no existen en versiones sostenibles, no se producen en cantidades pequeñas o son más caros que los convencionales. Esto les obliga a un trabajo continuo de búsqueda, selección y, a veces, renuncia.
La concienciación de los usuarios es, según Saura, una pieza clave para la transformación del sector: "La moda regenerativa no solo propone producir de otra manera, sino repensar cómo consumimos, dando prioridad a la vida útil de las prendas y a la responsabilidad detrás de cada elección".
El potencial de España
En España, el potencial productivo es clave. Ángel Asensio, presidente de ModaEspaña, destaca que la moda regenerativa no solo tiene un impacto ambiental, sino también social y económico: "Me refiero a cómo producimos, dónde lo hacemos y qué valor dejamos en el territorio".
España, recuerda, cuenta con talleres que históricamente han trabajado con estándares muy altos de confección y control de calidad, lo que ofrece una base sólida para esta transición. Además, la proximidad tiene también ventajas económicas: acorta tiempos, reduce riesgos, mejora la capacidad de respuesta y deja valor en el territorio. Eventos como la feria Km0 MODA y el etiquetado de ModaEspaña visibilizan estas iniciativas.
Asensio señala que la colaboración con talleres locales no solo fortalece la competitividad cuando hay planificación y profesionalización, sino que también permite escalar producción gracias a procesos asentados, trazabilidad y cumplimiento normativo. Además, la proximidad aporta un valor intangible: la confianza asociada al "hecho en España".
Otro ejemplo pionero en nuestro impulsado desde la Administración pública es el proyecto GK Green Fashion, de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Según Mónica Pedreira, directora de Transición Ecológica de la diputación, la iniciativa surgió en 2015 como parte de una reflexión más amplia sobre la necesidad de transformar el modelo económico lineal hacia uno circular.
"Cuando empezamos a analizar los impactos de las diferentes industrias, nos sorprendió el efecto que tenía la moda rápida sobre el medio ambiente", explica Pedreira. Fue así como nació la idea de aplicar la economía circular al sector textil y trabajar de la mano de diseñadores locales que ya apostaban por la moda sostenible.
Lo que comenzó con apenas seis diseñadores es hoy un clúster con 49 creadores. Pedreira explica que todo el proyecto se desarrolla desde la diputación con un modelo colaborativo y abierto, coordinando actividades, talleres y formaciones gratuitas que acercan la moda sostenible tanto a los profesionales como a la ciudadanía. Además, se han involucrado centros de formación, asegurando que los jóvenes que se forman en diseño desde el principio incorporen estos valores en su trabajo.
Más allá del ideal
No todo es fácil en este camino hacia la regeneración. Uno de los mayores retos es el coste: producir con algodón regenerativo o teñir con pigmentos naturales es más caro que hacerlo con prácticas convencionales.
También es esencial demostrar que las materias primas provienen de prácticas regenerativas y que las prendas se confeccionan localmente. Santi Mallorqui reconoce que "cada vez más marcas consolidadas quieren ofrecer productos con sentido y alinearse con esta filosofía, pero siempre hay que explicar los beneficios de la trazabilidad, la durabilidad y la historia que hay detrás de cada material".
La escalabilidad también es un desafío. Mientras que una cooperativa puede regenerar sus campos y talleres locales fabricar pocas unidades, satisfacer la demanda global requiere alianzas, políticas públicas y financiación, además de un compromiso real de las marcas compradoras.
Un futuro regenerativo
El futuro de la moda regenerativa estará marcado por la regulación europea. Ángel Asensio señala la importancia del ecodiseño, con prendas duraderas, reparables y reciclables desde su concepción, y del pasaporte digital del producto, que garantizará transparencia sobre composición, procedencia y procesos.
La Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) fomentará la recolección y tratamiento de residuos textiles, impulsando modelos de reparación, alquiler y reciclaje avanzado. La descarbonización será otro eje central, con incentivos europeos para modernizar maquinaria, reducir consumos y apostar por fibras de bajo impacto. "La industria que avance en esta dirección no solo será más sostenible, sino también más competitiva", concluye Asensio.
La moda regenerativa en España es una realidad en construcción. Santi Mallorqui concluye: "Se trata de unir talento empresarial, apoyo institucional, transparencia en la cadena y conciencia colectiva. Al final, la moda no debería ser solo lo que llevamos puesto, sino cómo lo hacemos y qué valores transmitimos con cada prenda".
Mónica Pedreira, por su parte, cree que "nosotros, desde la Administración, acompañamos, facilitamos y visibilizamos esas alternativas para que la moda sostenible sea la primera opción, pero son los ciudadanos quienes tienen la mayor capacidad de transformación; cada decisión de compra puede impulsar un cambio real".
