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Los dos primeros casos de peste porcina africana (PPA) detectados en España desde 1994 —hallados el 26 de noviembre en jabalíes silvestres de Bellaterra (Barcelona)— han reactivado la alerta en un sector que exporta cada año cerca de 8.800 millones de euros en productos derivados del cerdo.

Los animales fueron encontrados muertos en la sierra de Collserola y dieron positivo en las primeras pruebas realizadas en el laboratorio CReSA (Centro de Investigación en Sanidad Animal), a la espera de confirmación definitiva por parte del laboratorio nacional de referencia en Madrid, según ha confirmado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

Sin embargo, el hallazgo no afecta a la salud pública. La PPA no es una enfermedad zoonósica, es decir, no se transmite a las personas ni por contacto ni por el consumo de carne o derivados porcinos, tal y como recordó el MAPA.

En cualquier caso, sí constituye una amenaza sanitaria y económica de primer orden, pues la Unión Europea la clasifica como enfermedad de categoría A, lo que obliga a los Estados miembros a aplicar medidas estrictas para su control y erradicación inmediata.

En España, por ejemplo, la aparición de estos especímenes ha llevado a la Generalitat a activar su plan de contingencia. Se ha delimitado una zona de infección de 6 kilómetros, que abarca 12 municipios del Vallès y parte de la sierra de Collserola, donde se han cerrado los accesos al medio natural, prohibido la caza y suspendido actividades forestales.

Además, se ha fijado un perímetro de vigilancia de 20 kilómetros, que afecta a 64 municipios y a 39 granjas, donde ya se ha restringido la entrada y salida de animales y reforzado las inspecciones clínicas.

Jabalís en el campo. EFE

Por su parte, la Comisión Europea, que enviará expertos veterinarios a Cataluña, ha subrayado que las medidas deben aplicarse "con la máxima rigurosidad": control de jabalíes, prohibición de caza, delimitación de zonas y refuerzo de la bioseguridad en las granjas.

Y Andalucía, por otro lado, ha reclamado que cualquier restricción comercial se aplique "por regiones" para evitar daños en áreas libres de la enfermedad.

Peste porcina africana

La PPA es una enfermedad vírica de alta contagiosidad que afecta exclusivamente a animales suidos (cerdos, jabalíes, facóqueros y afines), tanto domésticos como silvestres. El virus pertenece a la familia Asfarviridae, género Asfivirus, y puede causar cuadros clínicos muy diversos.

Se puede manifestar desde formas hiperagudas con mortalidades cercanas al 100%, hasta subagudas o crónicas con efectos menos letales. Produce hemorragias extensas en piel y órganos internos debido a lesiones en los vasos sanguíneos, pero no suele presentar síntomas nerviosos.

La enfermedad es imposible de diferenciar clínicamente de la peste porcina clásica, por lo que cualquier sospecha debe confirmarse mediante análisis de laboratorio. Actualmente, no existe vacuna comercial aplicable, pese a las investigaciones en marcha.

Las granjas

Son uno de los eslabones más sensibles cuando aparece un brote de peste porcina africana. Y es que si el virus entra en una explotación, la mortalidad puede rozar el 100% en sus formas más agudas, lo que obliga al sacrificio del rebaño y a la inmovilización total de la explotación.

Además, cualquier explotación situada dentro de una zona de infección o vigilancia queda sometida a restricciones inmediatas. Es decir, se suspenden los movimientos de animales, se intensifican las inspecciones y se aplican controles estrictos que paralizan el ritmo normal de producción.

El impacto económico es también de lo más significativo. Por ese motivo, estar dentro de un área afectada implica pérdida de actividad, retrasos en la venta de animales y, en muchos casos, bloqueos temporales de exportaciones.

Cómo se transmite

La PPA se propaga principalmente por contacto directo entre animales, pero también a través de carroña contaminada, material ganadero, vehículos, ropa, piensos y productos derivados del cerdo.

Su capacidad de persistir en el ambiente y en restos orgánicos durante largos periodos la convierte en una enfermedad especialmente resistente.

En Europa, los jabalíes juegan un papel clave en su expansión. Y es que la elevada densidad de poblaciones silvestres, sumada a la movilidad del virus mediante factores humanos —como transporte de mercancías o restos de comida contaminada—, explica su avance desde que fue introducida en Rusia en 2007.

Dos cerdos al aire libre en una granja. Istock

A partir de allí, se extendió hacia Ucrania y Bielorrusia, y en 2014 entró en la Unión Europea por los países bálticos y Polonia. Desde entonces mantiene un avance lento pero constante hacia el oeste, afectando ya a 13 países europeos.

Ahora, el Informe sobre la Peste Porcina Africana en Europa Central y del Este publicado el 13 de noviembre de este año desgrana los principales problemas detectados: picos estacionales de contagios en verano, persistencia del virus incluso con baja densidad de jabalíes, contaminación ambiental y episodios esporádicos en granjas comerciales donde fallan las medidas de bioseguridad.

De hecho, muchos brotes recientes en Europa han estado vinculados a explotaciones pequeñas o de traspatio, más expuestas al contacto con fauna silvestre.

Prevenir su expansión

España cuenta desde 2014 con un programa de vigilancia reforzado, debido al riesgo creciente en Europa central y oriental.

Su objetivo es doble. Por un lado, demostrar la ausencia de la enfermedad en el territorio nacional. Por otro, asegurar una detección temprana en caso de introducción.

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Por su parte, las autoridades insisten en extremar la bioseguridad, lo que incluye evitar el acceso de jabalíes a las explotaciones, reforzar el vallado, controlar el transporte de animales y materiales y comunicar inmediatamente cualquier sospecha.

Además, se pide a la ciudadanía no manipular cadáveres de jabalíes y avisar al 112 si encuentran uno. Porque, como recordó el ministro de Agricultura, Luis Planas, se trata de combinar "tranquilidad y prudencia", pues no supone ningún riesgo para la población, pero es esencial actuar con rapidez para impedir que alcance explotaciones de porcino doméstico.