"La educación cambia realidades", dice desde la oenegé SAUCE (Solidaridad, Ayuda y Unión Crean Esperanza). "Lo vemos cada día en las guarderías, cuando un niño empieza a leer, cuando una madre decide que su hija seguirá estudiando o cuando una familia recupera la esperanza".
La asociación, que nació en 2001 en España para apoyar el trabajo que el jesuita Kike Figaredo lleva haciendo 40 años en Camboya, trabaja de cerca con los más vulnerables del país asiático. "Es un lugar marcado por la guerra y la pobreza, pero también lleno de esperanza, donde pequeñas acciones pueden transformar vidas enteras".
Y esa esperanza se materializa en historias como la de Chun Namvan, una niña de cinco años que vive con su madre y abuela, ambas viudas. Su madre trabaja como jornalera y, explica la pequeña, "a veces encuentra trabajo, pero otras veces no". Por eso, las dificultades económicas no le son ajenas.
Fue, precisamente, su situación de vulnerabilidad lo que hizo que empezase a estudiar en el Nikum Kindergarten de SAUCE en octubre de 2024. Al principio, la pequeña no quería ir al colegio. Durante las dos primeras semanas lloraba a diario, pues se frustraba por no saber cómo saludar a sus profesoras ni a sus compañeros.
Tampoco, cuentan desde la oenegé, sabía decir "gracias", "perdón" o "disculpa", ni leer ni escribir números o letras en jemer ni en inglés. "No sabía lavar sus platos y vasos, y siempre necesitaba ayuda para ir al baño. No sabía cantar ni bailar, y era una niña muy tímida, sin amigos", explican.
Un cambio radical
Sin embargo, tras un año de estudios, todo ha cambiado. Su independencia es absoluta —para una niña de su edad— y, cuenta, sueña con ser profesora.
Un grupo de alumnos de una de las guarderías de SAUCE en Camboya.
La de Chun Namvan es solo una de las historias de los 478 niños y niñas de entre tres y seis años que atienden desde SAUCE en sus cuatro guarderías situadas en las parroquias de Pet Yiey Chi, Chomnaom, Chrab Viel y Nikum, en Camboya. O de las 2.000 personas que, de forma indirecta, se benefician en la zona de su trabajo.
Ahora, gracias a una colaboración con TENDAM a través del proyecto Involucrados, pueden financiar el funcionamiento de estas cuatro guarderías donde menores en situación de vulnerabilidad reciben educación, alimentación y cuidados diarios.
Un sistema educativo roto
Desde SAUCE explican que su proyecto busca "regenerar el sistema educativo desde la base, ofreciendo educación preescolar de calidad a niños y niñas de tres a seis años en comunidades rurales y empobrecidas".
En estas guarderías, "los pequeños aprenden jugando, desarrollan su creatividad, adquieren hábitos de higiene y reciben una alimentación equilibrada".
Eso sí, no se trata de caridad: las familias pagan una "pequeña suma simbólica que contribuye al sostenimiento del centro y, sobre todo, les permite valorar la importancia de la educación de sus hijos".
A cambio, los menores no solo reciben una educación, sino que "pueden beneficiarse de revisiones médicas puntuales gracias a la visita de equipos sanitarios internacionales". El objetivo principal de los jardines de infancia de SAUCE es que "estos niños puedan continuar su educación en primaria, evitando el abandono escolar y el trabajo infantil".
Una de las clases de una de las guarderías de SAUCE.
Porque, cuentan desde la oenegé, Camboya es uno de los países más pobres del sudeste asiático, con profundas secuelas del conflicto y de la pobreza estructural. "La educación aún no es una prioridad para muchas familias, y los pequeños suelen dejar la escuela para ayudar en casa o trabajar".
Las guarderías son, por tanto, una "puerta de entrada al sistema educativo". Pero también, concluyen desde SAUCE, "una herramienta clave para romper el ciclo de la pobreza, especialmente en el caso de las niñas, quienes con frecuencia son las primeras en dejar de estudiar".
