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La edición de 2025 del Global Carbon Budget, presentada en la cumbre del clima de Belém, es tajante: las emisiones mundiales de dióxido de carbono procedentes de combustibles fósiles aumentará un 1,1% este año. Se alcanzará, así, un récord histórico: 38.100 millones de toneladas lanzadas a la atmósfera.

Si este ritmo de contaminación continúa, alerta el estudio, el presupuesto de carbono restante para limitar el calentamiento a 1,5 °C (170.000 millones de toneladas de CO₂) podría superarse antes de 2030.

Este informe anual, elaborado por un equipo internacional de más de 130 científicos de Global Carbon Project, mide el progreso de los Estados hacia los objetivos del Acuerdo de París. Y este 2025 ni siquiera la UE —ni España— se salvan, como sí ocurrió el año pasado.

Según las mediciones, las emisiones anuales de CO₂ fósil en la Unión Europea alcanzaron los 2.426,2 millones de toneladas en 2024, lo que suponía un descenso con respecto a los niveles de 2023. Sin embargo, las previsiones para este 2025 son menos halagüeñas: aumentarán —aunque ligeramente— un 0,4% hasta los 2.428,1 millones de toneladas.

En España, la situación es similar. Las emisiones anuales de CO₂ fósil alcanzaron los 220,3 millones de toneladas en 2024, lo que supuso un aumento del 2% con respecto a los niveles de 2023. Eso sí, el Global Carbon Budget no especifica en cuánto está previsto que crezcan a finales del año en curso.

Más demanda, más emisiones

El informe asegura que, aunque la descarbonización de los sistemas energéticos esté avanzando en muchos países, "no es suficiente para contrarrestar el crecimiento de la demanda energética global".

El problema está, como sugiere el director del estudio, Pierre Friedlingstein, del Global Systems Institute de Exeter, en que "con las emisiones de CO₂ todavía en alza, mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C ya no es plausible".

Esto provoca que los compromisos de los Estados con el Acuerdo de París queden en papel mojado y apunta hacia una nueva dirección para las negociaciones de la cumbre del clima que se celebra en Brasil: apostar por la adaptación a esta nueva realidad climática.

China, India y EEUU

Asimismo, el Global Carbon Budget arroja claridad respecto a la situación mundial con los datos de tres actores clave: China, India y EEUU.

Se estima que las emisiones del gigante asiático en 2025 aumenten un 0,4%. Esto, que podría parecer una mala noticia, tiene un lado positivo: crecen más lentamente que en años recientes. Y lo hacen debido a un "extraordinario" aumento de las energías renovables.

En el caso de India ocurre algo similar, aunque su aumento de CO₂ emitido es más pronunciado, con un 1,4%.

"Un monzón temprano redujo la necesidad de climatización en los meses más calurosos. Junto al fuerte crecimiento en renovables, esto provocó un crecimiento muy bajo en el consumo de carbón", indica el documento.

Por su parte, Estados Unidos rompe su tendencia a la baja de los últimos años. Este 2025 se estima que las emisiones aumenten en un 1,9%.

La paradoja del estudio

El Global Carbon Budget asegura que las emisiones proyectadas para este 2025 relativas a los cambios en el uso de la tierra (como la deforestación) serán inferiores a las del año pasado, con 4.100 millones de toneladas.

Por otro lado, indica que con el fin del patrón meteorológico de El Niño —que causa calor y sequía en muchas regiones—, el sumidero terrestre (absorción de CO₂ por ecosistemas naturales) se recuperó este año al nivel previo.

Sin embargo, el monto total de emisiones va al alza. Lo que sucede es que el informe examina el impacto del cambio climático en los sumideros de carbono terrestres y oceánicos.

El texto afirma que el 8% del aumento de la concentración atmosférica de CO₂ desde 1960 se debe a que el cambio climático debilita los sumideros de tierra y océano. Así, el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera —y los peligrosos impactos del calentamiento global que provoca— continúa aumentando.

Este informe, indica Glen Peters, investigador del CICERO Center for International Climate Research, demuestra que, 10 años después de la negociación del Acuerdo de París, se puede afirmar que "tenemos pruebas contundentes de que las tecnologías limpias ayudan a reducir emisiones mientras resultan rentables respecto a las alternativas fósiles".

Algo que se ve, por cierto, en los Estados que mejor nota sacan en esta evaluación, como sería el caso de Japón. Se prevé que las emisiones del país nipón caiga de 961,9 millones de toneladas en 2024 a 938,3 millones de toneladas este 2025.