Mariana Goya
Publicada

Europa podría estar sentada sobre su propio pozo de petróleo del siglo XXI. Pero, en lugar de crudo, el recurso se esconde en millones de toneladas de residuos electrónicos que cada año acaban en vertederos, incineradoras o exportados fuera del continente, tal y como alerta un nuevo informe.

Teléfonos, ordenadores, cables, electrodomésticos y servidores contienen un millón de toneladas anuales de materias primas críticas (MPC). Es decir, metales y minerales esenciales para las tecnologías verdes, la infraestructura digital y la defensa moderna.

De hecho, según el estudio Perspectivas sobre materias primas críticas para los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, elaborado por el consorcio europeo FutuRaM, esta cifra podría duplicarse de aquí a 2050.

Así, el informe, financiado por la Unión Europea, ofrece una radiografía exhaustiva de la "mina urbana" que representan estos aparatos desechados en los países de la UE, Reino Unido, Suiza, Islandia y Noruega.

Y es que los autores advierten que la recuperación de estos materiales no es solo una necesidad ambiental, sino también una cuestión de seguridad estratégica ante el aumento de la demanda global y la dependencia europea de terceros países para su suministro.

"Solo reciclamos una pequeña parte, apenas un 1%", asegura Jessika Roswall, comisaria europea de Medio Ambiente, Resiliencia Hídrica y Economía Circular Competitiva. "Necesitaríamos un cambio radical de mentalidad en la forma en que Europa recoge, desmantela y procesa esta montaña de residuos electrónicos para convertirla en una fuente de riqueza".

Bajo desechos

De acuerdo con la investigación, en 2022 los europeos generaron 10,7 millones de toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), equivalente a unos 20 kilos por persona.

Estos residuos, tal y como indican, contienen 29 materias primas críticas, incluyendo cobre, aluminio, silicio, tungsteno y paladio. Sin embargo, solo el 57% (5,7 millones de toneladas) se gestionaron conforme a la normativa europea, mientras que el 46% restante (unos cinco millones de toneladas) fue tratado fuera de los canales oficiales.

Cobre reciclado de residuos electrónicos. Magdalena Charytanowicz Foro RAEE

Aun dentro del sistema regulado, se calcula que se recuperaron unas 400.000 toneladas de MPC: 162.000 de cobre, 207.000 de aluminio, 12.000 de silicio, 1.000 de tungsteno y apenas dos de paladio. Sin embargo, otras 100.000 toneladas se perdieron, especialmente en forma de tierras raras contenidas en imanes o polvos fluorescentes.

Al mismo tiempo, se calcula que la gestión irregular provoca otros déficits. Se estima que 3,3 millones de toneladas se mezclan con chatarra metálica, 700.000 terminan en vertederos o incineradas y 400.000 se exportan para su reutilización.

Y precisamente ante estas cifras, enfatiza Roswall, "el reciclaje es tanto un imperativo medioambiental como una estrategia geopolítica". Porque "las perturbaciones comerciales, desde las guerras hasta las restricciones de exportación, ponen de manifiesto la vulnerabilidad de Europa".

Más residuos, más potencial

Las proyecciones de FutuRaM revelan que los residuos electrónicos europeos podrían alcanzar entre 12,5 y 19 millones de toneladas anuales para 2050, dependiendo del rumbo político y económico.

Esto, en otras palabras, viene a decir que el volumen de materias primas críticas en ese flujo crecerá hasta entre 1,2 y 1,9 millones de toneladas. Sin embargo, el futuro no está necesariamente ligado a una montaña de desechos cada vez mayor.

Ante tal situación, el informe propone tres escenarios: continuidad, recuperación y circularidad. En el más ambicioso, el de economía circular, los volúmenes de residuos se mantienen estables en torno a los niveles actuales (10,7 millones de toneladas), pero la recuperación de materiales se duplica hasta superar el millón de toneladas anuales.

La cuestión es que esto solo sería posible mediante estrategias de diseño para el desmontaje, recuperación y reutilización, de forma que se permita la prolongación de vida útil de los productos y se maximice el valor de los recursos.

"Cada kilogramo que recuperamos y cada dispositivo que reparamos fortalece nuestra economía, reduce nuestra dependencia y crea nuevos empleos", asegura Kees Baldé, científico sénior de UNITAR SCYCLE y coordinador del proyecto FutuRaM.

¿Dónde están las MPC?

Los metales y minerales esenciales están presentes en casi todos los aparatos cotidianos. El cobre abunda en cables y placas electrónicas; el aluminio, en carcasas y marcos; y los metales del grupo del platino —como el paladio—, en circuitos y pantallas.

Además, pequeñas cantidades de neodimio, disprosio, galio o tantalio se encuentran en teléfonos móviles, ordenadores, secadores, consolas, herramientas eléctricas y equipos médicos.

El informe, además, identifica sectores clave para el futuro como los paneles fotovoltaicos, cuya masa de residuos crecerá de 150.000 toneladas en 2022 a más de dos millones en 2050; los vehículos eléctricos, dependientes del cobre y las tierras raras; y los servidores de centros de datos, ricos en aluminio, cobre y paladio.

Futuro 'verde'

La investigación plantea medidas concretas para mejorar la situación. Entre ellas: ampliar los puntos de recogida, fomentar la devolución de productos en comercios, diseñar dispositivos más fáciles de desmontar y priorizar componentes ricos en metales críticos.

También propone invertir en tecnologías avanzadas —como la hidrometalurgia y la pirometalurgia— y alinear los incentivos económicos y normativos para que el reciclaje sea rentable a lo largo de toda la cadena de valor.

Y es que, tal y como menciona Pascal Leroy, director del Foro de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (WEEE Forum), "sin materias primas críticas no podemos fabricar las baterías, turbinas, chips y cables que sustentan el futuro verde y digital de Europa".

Por ese motivo, dice, "aprovechar nuestros residuos electrónicos es una oportunidad para construir cadenas de suministro circulares y reducir la vulnerabilidad ante las crisis globales".

Y eso, indica el informe, es algo en lo que la UE ya está trabajando. La Ley de Materias Primas Críticas de 2024 establece que, para 2030, al menos el 25% de la demanda anual europea se satisfaga mediante reciclaje.

Además, la próxima Ley de Economía Circular, en consulta desde agosto de 2025, busca aumentar la oferta y demanda de materias primas secundarias, mientras que la revisión de la Directiva RAEE prevista para 2026 endurecerá las normas de recogida y trazabilidad.