Una simple modificación tecnológica podría cambiar el rumbo de la conservación marina. Hablamos de las redes de pesca iluminadas con luces solares que, de acuerdo una investigación reciente, han llegado reducir en un 63% la captura incidental —o por accidente— de tortugas marinas sin perjudicar la pesca de especies comerciales.
O, por lo menos, así lo demuestra un estudio publicado en la revista Conservation Letters por investigadores de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), que desarrollaron esta innovación junto a pescadores del Golfo de California, en México.
La solución, tan práctica como ingeniosa, responde a uno de los mayores desafíos de la conservación marina: evitar que las tortugas, en peligro de extinción, mueran atrapadas en redes de enmalle.
Y es que, aunque este ha sido el punto de partida de numerosas investigaciones científicas desde hace décadas, no resulta tan sencillo. Parecía que se había encontrado la solución a través de luces LED con baterías reemplazables, pero su uso resultaba poco viable, dado que eran costosas, pesadas y difíciles de manejar.
Sin embargo, ahora un nuevo descubrimiento se ha hecho con la respuesta. El equipo liderado por el biólogo marino Jesse Senko, profesor adjunto en la Escuela de Futuros Oceánicos de la ASU, ha hallado una alternativa sostenible al colaborar directamente con los pescadores artesanales.
Se trata de boyas solares con LED intermitentes, que se enhebran en la línea de flotación de las redes de pesca, del mismo modo que las tradicionales y parpadean para ahorrar energía, consiguiendo que funcionen durante más de cinco días sin exposición directa al sol.
Barco pesquero.
"Es el primer estudio en demostrar la eficacia de aprovechar la energía solar y la luz intermitente para disuadir a las tortugas marinas de las redes de pesca", explica Senko. "Se trata de una situación en la que todos ganan, ya que se obtiene una luz que dura mucho más y, además, parece reducir la captura incidental con la misma eficacia que las luces que requieren baterías reemplazables".
Innovación por colaboración
La iniciativa tuvo su origen en las ideas de dos pescadores locales, Juan Pablo y Felipe Cuevas Amador, quienes propusieron incorporar las luces solares directamente en las boyas, lo que les llevó a participar en el diseño y prueba del sistema, convirtiéndose también en coautores del estudio.
"Nos tomaron en cuenta y nos dieron la libertad de opinar y hacer modificaciones", explica Juan Pablo Cuevas. Porque, para ellos, es vital la colaboración, ya que permite aunar conocimiento para conseguir "cosas muy interesantes".
De ahí que Senko subraye la importancia de este tipo de cooperación en el camino de las soluciones sostenibles. Pues, dice, es en las propuestas de los pescadores donde surge "la verdadera magia: ahí reside la innovación significativa".
Así, a través de la combinación de conocimientos, consiguieron que durante los experimentos realizados en el Golfo de México se redujera en un 63% la captura incidental de tortugas marinas, en comparación con las redes de control sin iluminación.
Al mismo tiempo, la pesca de peces objetivo —como el jurel— se mantuvo estable e incluso mostró un ligero aumento, aunque sin diferencias estadísticamente significativas.
Y, ante tal éxito, cuando terminaron los ensayos, los hermanos Cuevas Amador no lo dudaron y decidieron quedarse con las boyas iluminadas para facilitar su faena diaria.
Desde entonces, asegura Senko, "han estado pescando con estas luces y, hasta donde sabemos, son los únicos pescadores del planeta que utilizan redes iluminadas con energía solar".
Una pesca más sostenible
El quid de la cuestión de este hallazgo es que el enredo en aparejos de pesca es una de las principales amenazas para las tortugas marinas, junto con el cambio climático, la contaminación, la pérdida de hábitat y las enfermedades emergentes.
Y es que, aunque algunas especies muestran signos de recuperación, sus poblaciones actuales siguen siendo una fracción de las históricas.
De ahí que el equipo de la ASU trabaje para garantizar que la sostenibilidad ambiental y la viabilidad económica puedan avanzar de la mano. Y parece que lo conseguirán porque, tal y como expone Senko, esta solución podría estar disponible en el mercado en un plazo de dos a tres años.
Mientras tanto, el equipo continúa investigando cómo las tortugas marinas responden a la luz intermitente, con el fin de optimizar el diseño y maximizar el efecto disuasorio.
"Una reducción del 63% en la captura incidental es un magnífico punto de partida", menciona Senko. "Sin embargo, mi objetivo es cómo convertir esa reducción del 63% en una del 95%", concluye.
